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María Urquiza y Ester Cagigal, dos de las monjas que integran la comunidad del Monasterio de Suesa. :: D. PEDRIZA
Albañiles y hosteleras además de monjas
RIBAMONTAN AL MAR

Albañiles y hosteleras además de monjas

Los nueve miembros de esta comunidad religiosa ha rehabilitado los edificios que albergan el monasterio y la hospedería que regentan Las trinitarias de Suesa conmemoran los 150 años de presencia de la orden en Cantabria

ALMUDENA RUIZ

Lunes, 31 de mayo 2010, 23:22

Llevan las riendas de un negocio de hostelería, trabajan en la rehabilitación del edificio en el que viven, dedican parte de sus esfuerzos a poner en marcha un trabajo documental sobre los orígenes de las monjas trinitarias en España sin olvidar sus tiempos para la oración. Son las nueve monjas que actualmente forman la comunidad trinitaria del Monasterio de Suesa, una comunidad que en estos días celebra sus 150 años de presencia en Cantabria tal y como anuncian en su página web (www.montrinisuesa.net), una página que también han creado ellas mismas.

Miembros de una orden religiosa cuyos orígenes se remontan al siglo XII, María Urquiza y Ester Cagigal forma parte de la comunidad de Suesa, dos monjas que con su experiencia vital echan por tierra la mayor parte de los tópicos que la sociedad actual tiene sobre ellas. Ambas se consideran herederas de un estilo de vida que choca con la rapidez y la prisa de la sociedad en que vivimos, una idea que palpita en su conversación y que transmiten a todos los que llegan a su hospedería o simplemente se acercan hasta el monasterio situado en Suesa para participar en alguna de las actividades que organizan.

María, pediatra antes que monja, afirma con rotundidad que «no te haces monja de la noche a la mañana sino que vas tomando decisiones poco a poco hasta que finalmente te quedas en el convento». Eso es lo que le ocurrió a ella. Llegó a Santander desde Bilbao para hacer la especialidad de Pediatría en la Residencia Cantabria. Poco después entró en contacto con un grupo de oración, «me enteré de que había un lugar en el que se hacían ese tipo de cosas, me interesó y empecé a venir», recuerda. De eso ya han pasado diez años y María ya sabe muy bien que «Suesa no es un barrio de Santander», como pensó hace años.

Aunque este año se cumplen los 150 años de la presencia de las trinitarias en Cantabria, el monasterio fue construido posteriormente. La elección del lugar no fue casual, sino que se buscó un pueblo en el que no hubiese colegio. Es en las instalaciones del antiguo colegio, que cerró sus puertas en 1974, donde a partir de la década de los ochenta se ubica la hospedería. De los ingresos procedentes de la hospedería monástica, con capacidad para 43 huéspedes, vive una comunidad que recibe con los brazos abiertos a todo aquel que busque dar valor al tiempo. Si, porque el tiempo es motivo de preocupación para los miembros de una comunidad que cree que «es fácil caer en la prisa y en todo aquello a lo que la sociedad te empuja y de lo que se trata es de volver a la sencillez», explica María.

Dirigir la hospedería, encargarse de su mantenimiento y adaptar sus centenarias instalaciones a las necesidades actuales no ha sido tarea fácil y en ella llevan empeñadas más de seis años los miembros de la comunidad. Instalar suelos flotantes, poner ventanas, barnizar y cortar las puertas, pintar y revocar paredes además de sustituir las viejas bajantes por unas nuevas, son algunas de las tareas que en estos años realizan las monjas. Restando importancia al trabajo que realizan, María y Ester afirman que únicamente se trata de «bricolaje y sólo hace falta seguir las instrucciones». A pocas semanas de concluir la restauración del monasterio, recuerdan que en los últimos años los trabajos han supuesto que las monjas se instalasen en un ala del edificio mientras trabajaban en otra y así, poco a poco, el final está cerca y la rehabilitación está prácticamente concluida.

«Nos enriquece mucho estar en contacto con la gente que viene a la hospedería porque muchas de estas personas nos aportan su experiencia de vida que siempre es interesante para nosotras», explican María y Ester.

Campamento monástico

En su afán de estar en permanente contacto con la sociedad, la comunidad trinitaria de Suesa organiza desde hace varios años iniciativas como los campos de oración y trabajo a los que acuden jóvenes y personas interesadas en «dedicar un tiempo a la reflexión y a la formación de su espíritu», explican.

Coincidiendo con la celebración del 150 aniversario del establecimiento de la orden en Cantabria, el próximo mes de julio el Monasterio de Suesa acogerá un campamento monástico, una nueva iniciativa que, según explican en su página web (www.montrinisuesa.net) pretende ser «un tiempo de crecimiento en todos los niveles». En estas jornadas se celebrarán talleres sobre materias diferentes y se dedicará una buena parte del tiempo a la reflexión y al intercambio de experiencias. «Se trata de que las personas que acudan aporten sus experiencias en unos momentos de muchos vaivenes como los actuales», señala Ester.

Las actividades conmemorativas de este aniversario incluyen también la celebración, del 20 al 26 de septiembre próximo, de un foro monástico así como un encuentro con comunidades laicas (matrimonios jóvenes, grupos de estudiantes...), al que están invitados a participar todos aquellos grupos de personas que habitualmente tienen relación con las monjas del monastrio de Suesa.

Foco de cultura

Con el objetivo de hacer del monasterio algo similar a lo que éstos fueron en la Edad Media cuando actuaban como focos de cultura, espiritualidad y de preocupación social, nace en el año 2002 la Asociación de Amigos del Monasterio de Suesa. Según explica María se trata así de unir a monjas y seglares en un proyecto común con intereses también comunes.

En torno a esta asociación se programan cada año unas jornadas culturales que incluyen conferencias y conciertos además de festejar cada año el Día de la Trinidad.

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