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TEODORO SAN JOSÉ
Sábado, 5 de junio 2010, 12:29
Le faltaban palabras para definir su estado de ánimo y su satisfacción tras conocer que le han concedido el premio que anualmente otorga la International Association for Bridge and Structural Engineering, el IABSE 2010, un galardón que, para los no introducidos, sería algo así como el equivalente al 'Nobel' de la ingeniería de puentes. Licenciado en la Escuela de Caminos de la Universidad de Cantabria y con toda su trayectoria profesional realizada en la empresa Apia XXI, Roberto Revilla (Bilbao, 1970) es coautor, entre otras obras, de viaductos o estructuras como el viaducto de Montabliz, en la A-67 o del Puente Nuevo sobre el río Llobregat, en ejecución, en Barcelona.
«Es un premio de un valor excepcional y del que soy el primer sorprendido», acertaba a decir Revilla. La excepcionalidad viene dada porque su nombre va a figurar a partir del 22 de septiembre, cuando recoja el premio en Venecia, en el mismo listado que prestigiosos ingenieros como Michel Virgoleux, autor del viaducto de Millau, o de Santiago Calatrava y Juan A. Sobrino, únicos españoles que hasta la fecha habían obtenido este reconocimiento. Y su sorpresa lo fue «porque desconocía que estuviera entre los nominados». Y es que su compañera de profesión y de trabajo Patricia Olazábal presentó la candidatura sin que Roberto lo supiera. Hoy, la IABSE le reconoce a escala mundial su trayectoria profesional en el ámbito del diseño, proyecto y construcción de puentes y viaductos singulares.
«Considero que este premio lo es a un esfuerzo, a una trayectoria profesional, a una forma de trabajar, a la perseverancia», descifra Roberto, quien dice estar «muy ilusionado porque me gusta lo que hago, me gusta el diseño», una especialidad a la que se ha dedicado estos últimos quince años, desde que se tituló en Santander. Siempre en el mismo despacho, en Apia XXI, y con el mismo presidente, Marcos Pantaleón, a quienes hace partícipes de su galardón «por dejarme desarrollar mi trabajo y por posibilitarme llevar adelante lo que he realizado y que en otros lugares quizá no hubiera podido realizar». Revilla también comparte los honores con todo su departamento en la empresa, así como con su compañera de proyectos Patricia Olazábal.
Desde el punto de vista técnico y estético, Roberto Revilla entiende que a los puentes «hay que darles una dimensión humana», considerándoles «una forma de comunicación con la gente», y mantiene que la utilidad y la estética deben ser lo primordial: «Yo valoro la integración de la estética con el entorno. Considero que los puentes son una composición y que han de encajar en el paisaje, además de ser funcionales, claro».
El de Montabliz encaja en esos criterios. Junto al que están ejecutando en Barcelona sobre el río Llobregat, Revilla considera que ambos proyectos son «el culmen, el colofón al premio» y que ambos se ajustan a sus credos profesionales dado que «aunque monumental por sus dimensiones, pero a la vez ligero por la luz central, el de Montabliz es un desafío a la gravedad y se halla encajado en el valle». El de Barcelona destaca, dice, «por la estética, el diseño, la ligereza. Por la forma romboidal y el espacio».
El de Montabliz ya ha ganado una nominación internacional como estructura singular en el premio FIB. Y el de Barcelona, asegura, se llevará muchos reconocimientos.
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