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Bárbara Arnold y Ángela Johnson abrazan a Zaw Aung, el capitán que les salvó la vida. :: ROBERTO RUIZ
Los héroes también lloran
CANTABRIA

Los héroes también lloran

El capitán del MTM Princess, distinguido por Salvamento Marítimo tras rescatar a cuatro náufragos | Los dos matrimonios británicos regresaron ayer a casa y la tripulación del mercante partió rumbo a Amberes, pero antes volvieron a encontrarse

LETICIA MENA

Martes, 15 de junio 2010, 12:21

«Cuando llamé a mi madre y le conté que había rescatado a cuatro personas en alta mar, rompí a llorar como un niño». El capitán del MTM Princess, el birmano Zaw Aung, se emociona cada vez que recuerda la noche del 9 al 10 de junio, que fue cuando los tripulantes del velero 'Octagon' lanzaron un mensaje de socorro después de quedarse sin dirección a 340 millas al noroeste de Galicia. Ayer Mike y Bárbara Arnold, y Ángela y David Johnson volvieron al mercante que les trajo a Santander para abrazar y agradecer hasta la saciedad a los 21 tripulantes que les hubieran salvado pese a las adversas condiciones del mar. En el reencuentro se saludaron con un cariño inmenso, como si se conocieran de toda la vida e hiciera siglos que no se veían.

Los cuatro británicos llegaron al Puerto de Raos pasadas las diez de la mañana. Tuvieron que ponerse un casco y unas gafas especiales para acceder hasta el MTM Princess, porque se encontraba en un área de «atmósfera explosiva y con un alto grado de toxicidad». Durante el trayecto no podían hacer fotos, y tuvieron que apagar los móviles y cualquier aparato electrónico que llevaran encima.

El buque estaba atracado en el muelle de Terquisa. La tripulación empezó a hacer aspavientos con los brazos cuando les vieron aparecer a lo lejos. Todos salieron a recibirles, y el primero en volcarse en la recepción fue el capitán Aung. «Son gente maravillosa, encantadores. No les vamos a olvidar en la vida», decía Bárbara dándole un fuerte beso en la mejilla y regalándole un ejemplar de EL DIARIO MONTAÑÉS en el que aparecía su historia. Zaw Aung hizo auténticos esfuerzos para que no se le escaparan las lágrimas, pero se emocionaba sin poder remediarlo. «Mi padre también fue capitán de barco y, hace años, salvó a un grupo de pescadores. Ahora sé lo que sintió. Cuando llamé a mi madre para contarle lo ocurrido me recordó cómo vivió mi padre aquel rescate y me puse a llorar», explicaba sin rubor Aung a sus invitados.

Su primera vez

«Llevo navegando desde 1989 y soy capitán desde 2009. Ésta ha sido la primera vez que salvo la vida a alguien», comentaba emocionado mientras cogía aire para no llorar. Pero lo tuvo difícil, sobre todo cuando tanto los náufragos como su tripulación le brindaron un aplauso atronador después de que el jefe del Centro de Salvamento Marítimo, Julián Camús, y el responsable en funciones de la Capitanía Marítima de Santander, Carlos Lalinde, le entregaran una placa en reconocimiento a su acción humanitaria. «Aung se prestó a hacer un rescate que nadie podía hacer. Era muy complicado por las condiciones de la mar», explicó Lalinde. En ese momento el capitán decidió agasajar a sus invitados con un ágape a base de bizcochos y refrescos, y la proyección del vídeo del rescate que grabó uno de los tripulantes.

El tercer oficial del MTM Princess, Thura Naing, apareció con un ordenador portátil, apagó las luces de la sala y le dio al 'play'. Los siguientes minutos fueron sobrecogedores. Las imágenes eran lo suficientemente claras como para ver, en plena noche, al 'Octagon' a la deriva. El velero, de 11,5 metros de eslora, zozobraba entre olas de casi tres metros. En el buque quimiquero preparaban el lanzacabos. Les tiraron tres. «Hice tres grupos de tres personas para que las cuerdas no se 'empacharan'», relata el capitán. En la primera aproximación se escuchó el estruendo del choque de las dos naves. Apenas se entiende lo que gritaban, pero allí estaba Bárbara Arnold con su cámara colgada del cuello. Fue la primera en subir al MTM Princess gracias a una escalerilla. Cuando alcanzó las manos de los tripulantes supo que seguiría con vida.

El oleaje no ayudaba mucho, e incluso en el vídeo se ve cómo la borda del 'Octagon' llega a ponerse a la misma altura del mercante. Poco a poco fueron subiendo los tres. Ángela en segundo lugar; David, en tercero y, finalmente, Mike, que a sus 76 años demostró tener la agilidad de un chaval. Una vez en el buque, Bárbara empezó a hacer fotos.

Se quedó a la deriva

Barajaron remolcar al 'Octagon', pero el mar estaba tan embravecido que las naves no hacían más que chocarse. «Con todo el dolor de mi corazón decidimos soltarle», explicaba el capitán, que llevó a efecto el rescate desde la cabina de mando manteniendo la posición de su quimiquero. Y soltaron los cabos. El velero se fue alejando, y al ver esa secuencia del vídeo, Bárbara Arnold se echó a llorar. «Era el barco de mi vida», decía. Su marido intentaba mantener el tipo. En aquella nave se quedó todo lo que tenían. Ropa, ordenadores, maquinas... Han pasado los últimos doce años de su vida viajando en el 'Octagon', así que ver cómo se lo comían las olas les encogió el estómago.

Las luces de la sala del MTM Princess volvieron a encenderse. «¿Podemos llevarnos una copia? -pidió Mike-. Es el último recuerdo que tenemos de nuestro barco». Después de pasar a bordo del MTM Princess cerca de dos horas, los ingleses y los birmanos volvieron a separarse. El quimiquero partió hacia Amberes. Los náufragos, hacia Inglaterra.

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