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MARIÑA ÁLVAREZ
Domingo, 20 de junio 2010, 02:04
El pueblo de Treceño despidió ayer a su vecina Aurora Remesal, víctima de la tromba de agua que asoló a este pequeño núcleo del municipio de Valdáliga y que dejó tras de sí más de un centenar de viviendas afectadas e importantes pérdidas en cultivos y empresas. Al funeral, celebrado en la iglesia de Santa María la Mayor, asistieron unas 150 personas para acompañar a la familia de la única víctima mortal del desastre causado por las inundaciones y los desbordamientos de los ríos durante los días 15, 16 y 17 de junio en la región. Familiares de la fallecida reprocharon, al término de las exequias fúnebres, la ausencia de representantes del Gobierno de Cantabria o de la Delegación del Gobierno. Estuvo, eso sí, el alcalde de Valdáliga, Lorenzo González, que acompañó a los vecinos de Treceño en el entierro.
«Nos sorprendió que no haya venido nadie del Gobierno, con la gravedad de lo que ha pasado y cuando durante los días de las inundaciones sí que venían a Treceño. Aun así, recibimos muchas muestras de cariño y apoyo de la gente de aquí», dijo una nieta de Aurora Remesal.
La mujer, de 89 años, que padecía alzheimer y estaba postrada en una silla de ruedas, murió el viernes después de permanecer ingresada en el Hospital Sierrallana de Torrelavega desde el pasado martes, día en el que un afluente del río Escudo se desbordó con una furia inusitada y destrozó su vivienda. Fue encontrada en la cocina de su casa. Había tragado mucha agua, fango y presentaba hipotermia. Tres días después, murió.
Se da la circunstancia de que uno de sus hijos, Eloy Borbolla, también resultó herido ese mismo día tras la inundación de su vivienda, muy cerca de la de su madre. Estuvo ingresado dos días y después recibió el alta al mejorar las heridas que sufrió en una pierna, al quedar atrapado entre el marco de la puerta y el techo.
En la vivienda de la fallecida son perceptibles las huellas de la riada que asoló este domicilio, así como los de sus vecinos, que ayer todavía tenían desperdigados por la calle muebles, electrodomésticos y otros enseres afectados por el agua mientras intentaban recuperar sus hogares. También en las calles se nota todavía que esta semana estuvieron cubiertas de toneladas de barro.
El agua alcanzó más de un metro y en algunos casos más de metro y medio de altura a gran velocidad. Los vecinos lo describen como una «gran ola», que llegó de repente provocando momentos de pánico y angustia.
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