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PPLL
Domingo, 4 de julio 2010, 02:04
Los veranos de los pescadores son muy diferentes a los del resto. Para ellos no hay playa, ni vacaciones, ni terrazas con vermouths, ni excursiones por la montaña, ni planes familiares aprovechando el descanso escolar de los niños... Los marineros pasan de julio a septiembre en la mar: pescando bonitos. El viernes, a última hora, para muchos de ellos comenzó su particular 'verano'.
Aún no han dado las seis de la tarde cuando los tripulantes del 'Madre Consuelo' comienzan a acercarse por el muelle. El 'Madre Consuelo' es uno de los once cerqueros que integran la flota de Santoña. Mide 30 metros de eslora. Fue botado en 1999. Es negro. Y es de hierro, como los hombres que componen su tripulación.
Para el 'Madre Consuelo', la costera del bonito comenzó esa misma tarde. También para el 'Noche de Paz', para el 'Siempre Lita', para el 'Ermita Pilar'... Todos ellos son barcos santoñeses. En Colindres, a sólo cinco kilómetros de distancia, se vive a esa hora la misma agitación, o muy parecida. Santoña y Colindres reúnen a la gran mayoría de barcos que en verano faenan a bonito mediante la modalidad de cebo vivo.
Zarpar para tomar parte en la costera del bonito, con tantos días de mar por delante, requiere no pocos preparativos. Los barcos deben ir provistos de gasoil suficiente, pero también de agua potable, pan, carne, patatas, aceite. Antiguamente, cuando no había ni neveras ni frigoríficos, los marineros comían todos los días marmite o marmita de bonito, cuyos únicos ingredientes son aceite, cebolla, bonito y patata.
Ahora pueden pasar ocho, diez o doce días antes de que las embarcaciones regresen a puerto. Y durante todo ese tiempo el comedor, la cubierta y las bodegas del barco serán el único espacio en el que los hombres puedan moverse.
Carnada, para pescar
Bruno y Juanchi lo saben. Llevan muchos años de oficio y conocen bien lo que esta costera significa. Mientras Bruno muestra las cajas con el pan -«son baguettes; van abajo a la nevera y cada día, con la misma, al horno»-, Juanchi explica en qué van a consistir sus primeros días de navegación: «Ahora vamos a salir a hacer carnada. Luego el patrón puede fondear el barco un día o dos, antes de salir hacia el Oeste en busca del bonito».
La carnada solía ser bocarte pequeño, pero en los últimos años esa especie ha sido sustituida por el 'pericato' (verdel en su primer año de vida). Bocarte o verdel, el cebo se pesca con red de cerco; se sube a bordo con el máximo cuidado para evitar la pérdida de las escamas y, en consecuencia, su fallecimiento; se vierte a los viveros de agua salada acondicionados a bordo y se deja reposar, ya que, en ése espacio, el pescado es muy sensible.
Días después, cuando el patrón localiza los bancos de bonito, el barco detiene la navegación, comienza a verter carnada para atraerlo y riega con agua la superficie para crear una cierta sensación de agitación que, por regla general, excita a los peces. Es entonces cuando los marineros comienzan a pescar los bonitos. Lo hacen con cañas de anzuelo y con el máximo cuidado, porque si uno de ellos vuelve a caer al mar o pierde algo de sangre cuando es subido a bordo con el gancho, el banco entero huirá rápidamente, espantando.
El oficio más bonito
Al igual que Bruno y Juanchi, Miguel lleva también muchas costeras de bonito a las espaldas. «Tengo 61 años y empecé en la mar con catorce. Echa cuentas». Dice que «este es el oficio más bonito que hay. Para mi, particularmente, y para la mayoría. El de pulso. El de cacea no. El más bonito con diferencia». La cacea es un método más antiguo, que aun mantienen los barcos más pequeños como las motoras, las merluceras y algunos cerqueros no muy grandes. En los puertos situados del Cabo de Ajo hacia el Oeste, es el único que se utiliza.
Al parecer, la cacea es más monótona, porque el barco navega y navega mientras remolca los aparejos y los marineros sólo se dedican a recoger las piezas que han ido mordiendo el anzuelo. Por eso a la cacea pueden ir motoras con tres hombres o merluceras con cinco o seis, mientras que en el 'pulso' son precisos catorce o quince tripulantes como mínimo. Los barcos de pulso pescan más, y bonitos de mayor tamaño. Los barcos de cacea reparten entre menos hombres y, además, procuran hacerse con los primeros ejemplares, que empiezan a vender a primeros de junio a un precio más elevado. Este año, de hecho, ya se han producido algunas ventas, como siempre en torno al día de San Pedro.
Catorce tripulantes
«Esta es la mejor costera. Además, cuando vuelves, el dinero es lo que manda», añade Jesús Ángel, uno de los más jóvenes que lleva sólo seis meses a bordo, después de haber pasado otros seis años en la pesca de altura. Hasta hace una década, la costera más rentable fue siempre la del bocarte. Últimamente, el bonito le ha tomado el relevo en este aspecto, hasta ver cómo evoluciona la situación tras la reapertura del caladero para la pesca de la anchoa.
Las agujas del reloj se aproximan a las seis y todos los tripulantes van llegando al barco. Están convocados catorce: todos los tripulantes. Babacar es uno de ellos. Se dispone a protagonizar su primera marea con el 'Madre Consuelo'. Babacar es senegalés y no es el único africano. De los catorce tripulantes, cuatro son senegaleses. Es la realidad de la pesca de bajura.
¿Se gana en esta costera?. «Depende. Depende de los barcos. Hay barcos que ganan bien y otros que ganan poco», dice Babacar.
Cuando llega Juan, uno de los socios, también él habla del oficio. Él ya no va a la mar, pero fue durante muchos años. «No nos da pena ir a la mar. Este es el oficio nuestro. Les da pena a los que van a la cacea, al principio, porque van muy lejos, igual a 600 millas, pero esto son menos días y es más llevadero. Puedes pescar en cuatro días 30 toneladas y volver a tierra. O no. La cacea es más monótona: llevar los aparejos arrastrando por la mar... A la cacea he metido yo hasta 27 días, en el barco de mi padre, el 'Juan Santana'».
Llega Santiago Subisaga, el patrón. «Vamos con el tiempo un poco justo», dice. Algún barco ha encontrado carnada en el 44.10/2.10 y la embarcación habrá de recorrer casi 70 millas para llegar a esa posición. Luego marchará hacia el Oeste. «Primero hay que hacer carnada, porque sin carnada no se puede pescar bonito». Santiago sube al puente, arranca el barco, da las órdenes oportunas... Todos están dispuestos. Salen a la mar. Les espera por delante un bonito verano.
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