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JORGE LUIS ROMEU
Sábado, 24 de julio 2010, 02:23
En estos días, como consecuencia del fallecimiento en la cárcel tras una huelga de hambre, del disidente Orlando Zapata, y de una segunda huelga de hambre por otro disidente preso, Guillermo Fariñas, y por las protestas pacificas de las Damas de Blanco, y por la intervención de la Iglesia Católica cubana, y por la pendiente votación, en la Unión Europea, sobre la prolongación o la derogación de la política común sobre Cuba, el gobierno de La Habana ha decidido poner en libertad a un nutrido grupo de los presos de conciencia, recluidos desde la primavera del 2003. Y se confirma también, cómo estos presos y sus familiares salen hacia España y otros países, una vez libres. O sea, que los presos son virtualmente deportados; sin duda una gran mejora -pero un rudo golpe a una apertura cubana. Porque al salir del país, pierden su voz, como alternativa. El gobierno se los quita de encima, y luego todo sigue igual.
El problema fundamental cubano, es favorecer una apertura que lleve, pacíficamente, de cincuenta años de gobierno unipartidista bajo los presidentes Fidel y Raúl Castro, a un régimen pluralista y abierto. Con esto, se evitaría una posible debacle producida por el enfrentamiento entre distintos sectores, tras la desaparición de la actual septuagenaria dirigencia, enfrentamiento que llevaría el país al caos, la guerra civil, a una intervención extranjera para atenuar éstas, y sus nefastas secuelas. La mejor forma de promover tal transformación es mediante una ordenada Apertura de la sociedad cubana, que amplíe la participación actual, que se limita a los partidarios del régimen.. Más, para ello es necesario expandir la sociedad civil cubana, creando espacios para la alternancia, término que encontramos más inclusivo que el de disidencia.
La existencia de una sociedad civil es absolutamente necesaria para que se realice una apertura (término que preferimos al de cambio de régimen). En Brasil, Chile y España, nuestros modelos preferidos, las sociedades civiles fomentaron grupos alternativos al gobierno con quien negociar, y también entrenamiento de personal capacitado en la infraestructura, para hacerse cargo de los asuntos del estado tras el transito. En Cuba faltan ambas condiciones, porque el gobierno cubano ha suprimido la sociedad civil. Esta es una inmensa responsabilidad histórica, de la que Cuba tendrá que dar cuenta cuando, ineludiblemente, los acontecimientos del país evolucionen y se escriba su historia.
Los grupos disidentes internos tienen, sin dudas, un mérito extraordinario. Mas, están débilmente coordinados, carecen de una ideología común, así como de una organización nacional para mantener el control del país. Si ocurriese una explosión social, tales grupos difícilmente podrían hacerse cargo por si mismos del gobierno, y podrían caer bajo una tutela, externa o interna, bien de un hombre fuerte, o de un país extranjero.
Es necesario crear, a través de la sociedad civil, las condiciones que permitan a la alternancia, compartir el gobierno. Esto sería posible fortaleciendo organizaciones como las religiosas, artísticas y fraternales, que permitan al ciudadano de a pie, poco deseoso de ser identificado y marginado por el gobierno cómo disidente, de incorporarse a ellas.
También, la comunidad internacional ha fallado en su tratamiento del caso cubano. Si la isla cayese en el caos, deviniendo otro estado fallido, tan cercana a Haití y Jamaica, (donde tampoco reina el orden y la estabilidad), podría convertirse en otro foco de terrorismo o de distribución de drogas. La comunidad internacional tendría entonces mas dificultad para controlar el problema, tan cerca de los EE UU y de las rutas de Europa.
La política Europea de mirar hacia el otro lado, no ayuda a la resolución del problema cubano. Los elementos alternativos y disidentes encuentran poco apoyo para actividades pacificas (conferencias, reuniones etc.) que pudieran generar una sana discusión y ayudar a la sociedad civil. Y se ven forzados a utilizar el apoyo de EE UU, el único ofrecido, con fuertes connotaciones políticas que son hábilmente manipuladas por el gobierno cubano.
El gobierno de EE UU, utiliza también la sociedad civil cubana como estrategia para un cambio de sistema, lo cual provee otra excusa para que el gobierno cubano no la permita. Que habría sido, por ejemplo, del movimiento de los Derechos Civiles de EE UU, si el Dr. King y la NAACP hubiesen sido apoyados por la Unión Soviética, como estrategia para lograr, a través de un cambio de sistema, el mejoramiento de los afroamericanos?
Pensamos que las razones por las cuales las SC de Chile, Brasil y España pudieron fortalecerse fueron primero la existencia, permitida implícitamente por el gobierno, de grupos de alternancia dentro del país con los cuales negociar, (2) independencia, con respecto al extranjero, de estos grupos alternativos internos, dispuestos a negociar la apertura con el gobierno, y (3) apoyo internacional moral y material al proceso de negociaciones.
La sociedad cubana, al igual que todas, está compuesta al menos de cinco partes: los que sostienen activamente el status quo; los que lo apoyan porque se benefician; los que están en desacuerdo, porque se perjudican; los que trabajan para cambiar el status quo; y los que son indiferentes. Estas cinco categorías están correlacionadas con la actuación de los individuos, y determinan los distintos grupos de la sociedad civil.
Pensamos que al limitar la sociedad civil a los disidentes, provocamos la oposición de los que detentan el status quo, al desarrollo de grupos que pretenden eliminarlos, y (2) el retraimiento del centro, temeroso o remiso a marginarse. Tanto al status quo como a la alternancia, les conviene capturar el centro. Mas, solo abriendo espacios se puede hacer. Sin un espacio para todos, no habrá Apertura. Tal vez una implosión, llevada por la actual situación económica y social. Pero dudamos que, a largo plazo, esta sea positiva para primero, el pueblo cubano; segundo, los dirigentes actuales más jóvenes; o tercero los países extranjeros.
La solución cubana no es la expatriación de los disidentes; es la creación de espacios donde estos, y los ciudadanos de a pie, puedan expresar su voy, y ser escuchados.
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