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GONZALO SELLERS
Domingo, 1 de agosto 2010, 11:55
En la curva en la que Víctor Jiménez dio su última pedalada no hay flores ni un responso escrito en una placa. En ese kilómetro 1,5 de la CA-182, más conocido como Collada de la Carmona, sólo una silueta dibujada en el asfalto y los restos de tres salpicaduras de sangre recuerdan la muerte de este ciclista abulense de 20 años. Han pasado ya siete días desde que un vehículo le golpeara y el conductor huyera sin prestarle auxilio. Varios corredores que disputaban, como él, el Trofeo Santiago pudieron ver al Nissan Terrano verde escapar de allí a toda velocidad, y todo indicaba que su arresto sería cuestión de pocos días. Pero una semana después el sospechoso sigue desaparecido y las preguntas se empiezan a acumular: ¿Porqué está siendo tan complicado encontrar al culpable?
Diez agentes de la Guardia Civil de Tráfico y de la GIA -expertos en rastrear este tipo de incidencias con vehículos a la fuga- trabajan 24 horas al día en este caso, pero a pesar de las primeras impresiones, las pistas no son muchas. Según pudo saber este periódico, ya se han registrado veinte vehículos que corresponden con la descripción de los testigos, pero la falta de pruebas impide llegar a conclusiones definitivas.
En el escenario del atropello los agentes encontraron tres salpicaduras de sangre distanciadas entre sí por varios centímetros. El análisis de la trayectoria deja entrever que fue el vehículo el que invadió el carril contrario, por el que el Víctor descendía el puerto.
El casco dio la segunda pista. Cuando un ciclista se golpea la cabeza contra el asfalto, la hendidura en el casco es circular, pero en este caso es transversal, producida por uno de los 'nervios' de metal que aguantan el parabrisas de los coches. Los investigadores también han encontrado restos de goma -como la que reviste ese lateral del vehículo- que ya han sido enviados a analizar. Pero lo que más está dificultando la labor de los agentes es la más que probable ausencia de daños en el todoterreno, ya que el material de esos 'nervios' no se deforma por un golpe de esa fuerza.
«El coche aceleró»
El cuerpo de Víctor no presentaba rasguños ni abrasaduras, por lo que se descarta que se cayera él solo de la bicicleta. La causa de la muerte, según el informe forense, fue un derrame cerebral producido por un fuerte golpe en la cabeza.
A pesar de estas dificultades, los agentes tienen abiertas varias líneas de investigación que parten de la declaración de los ciclistas que, como Víctor, intentaban llegar a la línea de meta de Cos aunque su desventaja con el pelotón les había obligado a abandonar la carrera. «Bajábamos Carmona de uno en uno, así que no pudimos ver el momento justo del atropello, lo que sí pudimos ver es que un Nissan Terrano verde, que iba muy despacio, empezó a acelerar y se largó cuando nos vio llegar a nosotros. Luego ya vimos a nuestro compañero en el suelo», dijo uno de ellos a la Guardia Civil.
Otras personas vieron el mismo coche circulando a gran velocidad por una de las pistas forestales de la zona, una ruta elegida por el conductor para evitar un control policial en Puentenansa. Este hecho llevó a pensar, en un primer momento, que el sospechoso fuese un vecino de la zona, aunque actualmente la Guardia Civil tampoco descarta que se trate de un cazador o, incluso, de un vecino de otro municipio o región que conozca la zona.
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