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MARTA SAN MIGUEL
Lunes, 2 de agosto 2010, 10:45
La admiración que sentía Verdi por su amigo el escritor Alessandro Manzoni es el germen de una de las piezas más emotivas del compositor italiano. A la muerte del novelista, se aparta de las grandes pompas de los funerales oficiales y visita su tumba de manera privada, en un acto de dolor íntimo, sin espectadores.
En ese instante de duelo y dolor cuando el afamado compositor de óperas como 'Rigoletto' o 'La Traviata' compone su emotivo 'Misa de Réquiem', una pieza que pretende estrenar en el primer aniversario de la muerte del escritor para que sirva de homenaje y agradecimiento. Y es así como, en 1874, sonó por primera vez el 'Réquiem' de Verdi en la iglesia de San Marcos de Milán. Esta noche, en la sala Argenta del Palacio de Festivales, se escuchará la imponente obra del italiano que en contadas ocasiones abandonó su formato habitual como compositor de óperas, terreno en el que volcó toda su capacidad creativa.
El trágico romanticismo que destila la mayoría de sus obras impregna también este 'Réquiem', que hoy interpretará la Orquesta y Coro de la Ópera Royal de Wallonie - Liége, y el Coro de la Ópera de Namur. Ante ellos, Marcel Seminara como director de coros y Paolo Arrivabeni como director. Los solistas que participan son la soprano Monique McDonald; Alina Shakirova, mezzosoprano; Alexey Tikhomirov, bajo, y el tenor Marc Laho.
Verdi construye con su 'Réquiem' un impresionante edifico sonoro, asentado sobre una escritura orquestal y vocal excepcional, en su concepto ambicioso que combina pasajes de lirismo arrollador con otros de un torrente melódico que casi podríamos describir como volcánico. Un torbellino muy cercano, al fin y al cabo, al pulso del teatro, entendido este como refugio para la emoción, según lo define Cosme Marina.
La obra se estructura en siete partes, correspondientes a la misa de difuntos, que son de diversa extensión. Conviven en el 'Réquiem' verdiano un concepto peculiar de la majestad divina o el temor a un juicio inapelable y severo con profundas expresiones de humildad y dolor, de esperanza y pérdida tanto a cargo del cuarteto solista como de un coro que muta de forma continua, arrastrado por el vaivén emocional. El coro en Verdi, y especialmente en una obra de estas características, es el gran protagonista del drama, no un eco como en la tragedia griega sino su eje esencial, el que explica la fuerza de la tragedia.
Conmemoración de Albéniz
Este concierto, de una hora y diez minutos de duración sin descanso, supone la apertura del ciclo del FIS El Universo Sinfónico, que en esta 59 edición propone siete actuaciones en la sala Argenta del Palacio de Festivales.
La siguiente parada en este ciclo sinfónico será para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento de Isaac Albéniz, a cargo de la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Para recordar al genial compositor español, autor de obras genuinas como 'Asturias' o 'Iberia', subirá al escenario la soprano vasca Ainhoa Arteta, en una cita dirigida por Günter Neuhold y con Horacio Lavandera al piano.
El concierto, patrocinado por la Fundación Marcelino Botín, repasará obras de Albéniz como su 'Concierto para piano y orquesta' o el 'Concierto fantástico', las 'Baladas italianas' y la imprescindible 'Iberia'. En el recital también interpretarán obras de Ravel y Samperio.
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