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J.E.P.
Domingo, 15 de agosto 2010, 02:07
21 de julio de 1909. El yate ya fondea en aguas de la bahía de Santander con su Serenísima Alteza Alberto I de Mónaco a bordo. Así se relata el inicio de aquél viaje en el libro Y se van desmenuzando visitas y anécdotas vividas por el tatarabuelo del actual Príncipe monegasco. Relatan las crónicas de la época que fue el 5 de julio de 1909 cuando Alberto I informó al abad Breuil de su deseo de dirigise a España y de «hacer una visita a las cavernas españolas». Dicho y hecho. Nada más llegar a Santander, Alberto I recibe a los científicos Breuil y Hermilio Alcalde. Programan el recorrido a seguir en los próximos días: visitarán Altamira, El Castillo, Los Valles y Covalanas, joyas del patrimonio subterráneo de Cantabria.
El 22 de julio, la comitiva se dirige a las cavidades de Covalanas y El Valle, su primer destino. Alberto I está acompañado por Breuli y Hermilio Alcalde a quienes se unen el también abate Hugo Obermaier; Henry Bourée, jefe del Gabinete Científico del Príncipe, y el doctor Jules Richard, director del Museo Oceanográfico de Mónaco. Antes de ascender hasta la boca de cueva, se detienen en Limpias y allí recogen a otro experto, el padre Lorenzo Sierra. «Tras haber escalado un flanco de la montaña bastante acantilado-informaba del - se visitó una caverna destacable por la presencia de dibujos de ciervas maravillosamente conservados».
Un día despúes, el 23 de julio, los expedicionarios ponen rumbo a las cuevas de El Castillo, primero, y más tarde a Altamira. En la cavidad enclavada en Puente Viesgo, Breuil hace de guía. Tal y como se narra en , el científico «penetró el primero en la cavidad y durante más de dos horas, con ceras y lámparas de acetileno en la mano, se sumergió en apasionadas explicaciones». En Altamira, se cambia el guía. Ahora es el también alemán Obermaier quien hace de anfitrión y va relatando el resultado de los nuevos descubrimientos. Alberto I sigue todas las explicaciones.... Llega una nueva anécdota: Breuil no puede estar presente. Se ve obligado a acompañar hasta Suances al padre Jesús Carballo, superior del colegio de Los Escolapios. Carballo, engañado, le había confiado al Príncipe la existencia de una hermosa cueva. Breuil fue a cerciorarse. Nada era verdad.
Alberto I de Mónaco retornaría a Cantabria años más tarde: entre el 18 y el 23 de julio de 1914. Fue uno de los últimos que visitó El Castillo antes de que la campaña excavaciones fuera cerrada por Obermaier ese mismo año.
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