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GUILLERMO BALBONA
Miércoles, 18 de agosto 2010, 10:58
En el «baño de realidad cubana» que propone Leonardo Padura, el hombre y el escritor, no cabe la especulación política, ni la escritura forzada, ni la narrativa no sentida. El autor de 'El hombre que amaba los perros' está convencido de que es «imposible predecir» lo que sucederá en el futuro inmediato en la isla caribeña, en ese barrio de La Habana en el que nació y en el que sigue viviendo por decisión «personal, familiar, literaria y cubana». Padura, que dice mirar a la escritura desde la «honestidad», y que se califica como «escritor responsable», ha crecido como narrador a través de los vasos comunicantes entre periodismo y literatura.
El narrador insiste en que no es ni un miembro del «establishment ni un disidente, sino un participante» en aquella sociedad. Padura acerca una realidad, como escritor y periodista, que «no está en la mirada de unos medios de comunicación con dos extremos antagónicos: la prensa oficial que responde a los intereses del Estado y ofrece una visión ortodoxa de ella y, al otro lado, la que la sataniza y la ha llevado a un extremo excesivo». En su opinión, «la literatura ha ido supliendo el vacío de una mirada interior de la realidad cubana». El autor pretende contribuir a que desde la literatura «se cree una memoria del presente para el futuro cubano».
Tras publicar hace apenas un año su última y citada novela (Tusquets), ese retrato del desencanto y el fanatismo a través de Trosky y Ramón Mercader, que ahora será traducida a varios idiomas, afronta y prepara nuevos proyectos entre el cine y la narración: En el primero, el también guionista trabaja en dos de las historias que compondrán la película 'Siete días en La Habana', dirigida por otros tantos directores. Benicio del Toro y Juan Carlos Tabio son los realizadores con los que está colaborando y un tercero, Laurent Cantet, ganador de la Palma de Oro en Cannes , «pero al director francés le ha gustado tanto la historia que va a rodar un largometraje más adelante».
El autor de 'Vientos de Cuaresma', quien considera que el cine es «un monstruo al que a veces ves la cabeza, a veces la cola», hizo referencia al proyecto de adaptación a la pantalla de las novelas de Mario Conde al cine, un proyecto del que se lleva hablando años. «Hay un director y productor estadounidense interesado pero no pienso decir su nombre. Saramago me contó que la adaptación de 'Ensayo sobre la ceguera' tardó doce años. Y era Saramago, así que no me importa si tengo que esperar 24».
Y en el terreno de la novela bucea ya en la investigación histórica de la Holanda del siglo XVII para retratar el vínculo entre el pintor Rembrandt y un judío sefardí sirviente que le pide al maestro que le enseña a pintar. Un cuadro perdido vertebrará la historia hasta la Cuba de hoy. En realidad, un argumento en el que regresa su personaje emblemático, Mario Conde -protagonista de novelas como 'Máscaras' y 'La neblina del ayer'-, para trazar «un concepto moral de la libertad , un espacio de libertad para el individuo, el artista y el creyente».
Padura ni quiere ni se atreve a responder a toda cuestión lógica que implique adentrarse en pensar qué puede pasar en su país natal, porque «falta información. Es como si en un juego de dominó te quitan la mitad de las fichas. Y, por tanto, sólo se puede especular, lo que en Cuba suele ser poco afortunado». El autor de 'Fiebre de caballos', que dirige esta semana en la UIMP el foro 'Las estrategias literarias y sociales de la novela policial', protagonizó la sesión de los 'Martes literarios'.
En un flash back personal, Leonardo Padura reconoció que ha «cambiado por completo» su perspectiva narrativa, sobre todo tras su paso a la editorial Tusquets, de forma que no puede escribir «si no tiene un sentido y quiero decir algo». También se preocupa por si está «suficientemente bien escrito» y resulta «comprensivo» lo que relata.
«No me sale Larsson»
Con todo ello, y aunque «siempre está el «riesgo y la tentación de los mercados», Padura cree que sólo se abre para «los que conocen las reglas». Aunque quisiera, dijo de manera gráfica, «no me sale escribir novelas como las de Stieg Larsson», autor de 'Millennium'.
En su descripción de la evolución y el estado social que late en su país, Padura dibuja una Cuba que parece experimentar cíclicamente, siempre coincidente en décadas, cambios o señales significativas diferentes. En los noventa, por ejemplo, durante el llamado periodo especial, «Cuba vivió unos años duros y difíciles pero también nació un espacio de libertad creativa que aún pervive y que permitió mostrar la realidad cubana desde una perspectiva distinta».
En paralelo también se refirió a la reaparición de la prostitución o la corrupción cotidiana como forma de vida.
Padura aludió, además, al surgimiento en la creación artística de «formas de representación muy novedosas» en su país, como el rap, que cuenta con algunos grupos «absolutamente contestatarios». Asimismo, destacó «una mayor fuerza creativa» en el cine, sobre todo, el que hacen «jóvenes realizadores con medios muy elementales e interés por el documental. «La crisis ha tenido ese efecto novedoso, pero en Cuba siempre ha habido un gran potencial creador que ha estado más o menos controlado y que ahora es mucho más abierto».
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