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:: CARLOS BENITO
Viernes, 3 de septiembre 2010, 14:44
La Casa Escondida' ya no lo es tanto. En realidad, ha podido verla todo el mundo. La segunda residencia de la alcaldesa de Pamplona, Yolanda Barcina, protagonizó la sección '¿Se puede?', un apartado del magacín de las tardes de Antena 3 dedicado a mostrar viviendas lujosas, de esas que no sólo tienen habitaciones sino también 'espacios' y en las que los propietarios emplean con naturalidad expresiones como 'vestidor' o 'zona de estar'. Fue el santanderino Pucho Vallejo, el marido de la regidora, quien se ocupó de guiar a la reportera por los rincones más espectaculares de la casa, mientras una sobreimpresión indicaba que se encuentra en venta por dos millones de euros. Muchos se quedaron con la boca abierta al contemplar el reportaje, y parece que el grado más alto de estupefacción correspondió a la propia Barcina: en privado, ha admitido que no tenía ni idea de que su esposo iba a recurrir a la tele para mostrar la vivienda. Esta chocante situación ha sacado a la luz que la alcaldesa, presidenta de Unión del Pueblo Navarro, ha iniciado los trámites de separación después de 21 años de matrimonio.
No se imaginen un chalé vulgar, ni piensen por un momento que la ideología conservadora de la alcaldesa se extiende a la estética de su patrimonio inmobiliario. El santanderino Pucho Vallejo es un arquitecto de renombre y La Casa Escondida -situada en Loredo, dentro del municipio cántabro de Ribamontán al Mar- es obra del estudio que comparte desde hace 25 años con Conrado Capilla. Con una planta de 220 metros cuadrados en una parcela de 5.000, mereció en 2006 el premio del Colegio de Arquitectos de Cantabria por sus «espacios austeros», su «tratamiento de la luz natural» y su «rigor y precisión constructiva admirables». Además, se encuentra en un lugar privilegiado, con vistas a la Bahía de Santander por un lado y a la Cordillera Cantábrica por el otro. El arquitecto, que se refiere al inmueble como «mi casa» pero hace varias referencias a «la familia», conduce a la periodista por el largo pasillo de entrada -que, iluminado desde el suelo, da la impresión de «estar en una cueva»-, el salón, la cocina, los dormitorios y la terraza. La casa, explica, «intenta interpretar la arquitectura montañesa» a base de piedra gallega, hormigón, madera y acero corten. Los techos alcanzan los ocho metros de altura en algunas áreas, hay muebles traídos de México y «cosas de Le Corbusier», el pasillo superior tiene veinte metros de armarios a cada lado, el sistema de sonido cuenta con altavoces por toda la vivienda y en el jardín, en verano, se puede contemplar el fascinante baile de las luciérnagas. De la decoración, aclara Vallejo, se ha encargado «la familia», sin revelar en ningún momento la identidad de su mujer.
Las obras del ático
El miércoles, al día siguiente de la emisión, fuentes cercanas a Yolanda Barcina confirmaron a la agencia Efe que se encuentra en trámites para romper su matrimonio, sin que conste en qué momento ha iniciado este proceso, ni tampoco si está vinculado con la emisión del reportaje. La pareja, en régimen de separación de bienes, tiene un hijo de 10 años. La presidenta de UPN ocupa la alcaldía de Pamplona desde 1999 y se encuentra en su último mandato: se supone que, en las elecciones de mayo, encabezará la candidatura de su partido a la presidencia navarra. Barcina, que se ha definido en alguna ocasión como «católica practicante sin exagerar» pero también como «mujer progresista», tuvo un papel destacado en la polémica que rodeó la nueva ley del aborto, aunque insistió en que su postura contraria se debía a cuestiones de fueros y no a un «tema confesional».
Curiosamente, no es la primera vez que a Yolanda Barcina le causa algún disgusto la exhibición pública de sus propiedades. En 2003, unos vecinos la denunciaron por hacer reformas sin permiso en su ático de Pamplona, después de que una revista de interiorismo publicara varias fotos de la vivienda: el piso se había convertido en un dúplex de 188 metros cuadrados mediante la incorporación de siete trasteros ubicados en la planta superior. Barcina hizo hincapié en que las obras en esta otra casa escondida databan de 1990, cuando todavía no había entrado en política.
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