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GONZALO SELLERS
Miércoles, 29 de septiembre 2010, 09:17
Alberto de Mónaco salió de la furgoneta, sonrió y saludó al poco menos de un centenar de personas que le esperaba frente al Mercado del Este. Sólo bastaron esos cinco segundos para que su indumentaria le robase un protagonismo que ya no le devolvería en las ocho horas que duró su estancia en la región. El príncipe se tomó al pie de la letra la condición 'privada' de su visita y se presentó en Santander con camisa a cuadros marrones, un pantalón safari y unos zapatos con suelo de goma para la lluvia. Una ropa de 'sport' para afrontar una jornada de visitas a cuevas prehistóricas, muy lejos de los excesivos trajes de 'boutique' monegasca a los que está acostumbrado en los actos oficiales.
A su lado estuvieron el presidente del Gobierno regional, Miguel Ángel Revilla; el consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Francisco Javier López Marcano, y el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, entre otros. Todos ellos con el traje impoluto, la raya del pantalón bien planchada y la corbata con el nudo en su sitio.
El contraste entre unos y otros fue tan grande que los ciudadanos más neófitos en asuntos de realeza no acertaban a apuntar sus cámaras de fotos. «¿Quién es?», preguntó un joven que intentó inmortalizar la entrada del soberano al Mercado del Este con su teléfono móvil.
Cuando el príncipe entró en el museo y el pueblo llano se quedó en la calle, llegó la hora de los comentarios. Y todos estuvieron monopolizados por la ropa de Alberto de Mónaco. Muchos no entendían cómo había venido así vestido un miembro de una Familia Real, pero ¿fue un defecto del soberano monegasco o un exceso de protocolo de las autoridades regionales?
El precedente de Don Felipe
Existe un precedente que hace pensar que fueron los políticos cántabros los que pecaron de oficialismo. El 27 de abril de 2002, Felipe de Borbón vino a Santander para participar en una reunión científica sobre la Antártida, organizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que se desarrolló en el Palacio de La Magdalena.
El Príncipe de Asturias aterrizó en Cantabria con un pantalón 'chino' blanco, camisa verde y chaqueta marrón 'sport'. Era una visita de trabajo y no de Estado. Algo en lo que no debieron de caer el entonces presidente regional, José Joaquín Martínez Sieso; el delegado del Gobierno, Alberto Cuartas, y el alcalde de Santander, Gonzalo Piñeiro. Todos se quitaron las corbatas al conocer la indumentaria de Felipe de Borbón.
Ese margen de tiempo que sí tuvieron en 2002 fue lo que ayer les faltó a las autoridades. Según fuentes oficiales, el Gobierno y el Ayuntamiento se enteraron «muy tarde» de la indumentaria del príncipe y de toda la delegación monegasca y no hubo margen para cambiarse. Ni siquiera lo hicieron para entrar a las cuevas, por lo que 150.000 años después los zapatos de piel relucientes sustituyeron a los pies descalzos de los Neandertales.
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