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Maite, segunda a la izquierda (foulard verde), y Luis (al fondo, con bigote) en la casa de El Aaiún rodeada por la Policía. :: LAURA GALLEGO
«Cuatro policías marroquíes me levantaron del suelo e intentaron meterme en un furgón»
CANTABRIA

«Cuatro policías marroquíes me levantaron del suelo e intentaron meterme en un furgón»

La cántabra Maite Lorenzo fue agredida, como el actor Guillermo Toledo, cuando actuaba como observadora internacional en el aeropuerto de El Aiún

PPLL

Viernes, 1 de octubre 2010, 10:28

«¡Están empujándoles y les insultan. Esto es una vergüenza!». Al otro lado del teléfono, gritos en árabe impiden escuchar con claridad a Maite Lorenzo, una vecina de Santander de 58 años, trabajadora del Servicio Cántabro de Empleo, que se encuentra en El Aaiún como observadora internacional. En el lenguaje coloquial, como 'escudo humano' para proteger a los activistas saharauis que regresan de Argel después de participar en una conferencia sobre los derechos humanos. En el momento en el que este periódico se puso en contacto con ella, cerca de doscientos policías marroquíes y decenas de colonos enviados en autobuses por el Gobierno rodeaban la casa donde un grupo de 18 españoles -entre ellos Maite, su marido Luis Valor y el actor Guillermo Toledo- recibieron al último grupo de estos activistas.

El de ayer fue el último de una serie de incidentes que comenzó el pasado miércoles en el aeropuerto de El Aaiún. Como relata Maite, los observadores españoles se encontraban allí para «impedir una represalia» de los más de doscientos policías que custodiaban el regreso de uno de los grupos de activistas. En un momento dado, dos mujeres saharauis fueron retenidas por la policía en el control de pasaportes y les incautaron objetos personales.

«Vi a Guillermo Toledo sacar el móvil para grabarlo y, en ese instante, varios policías se abalanzaron sobre él, le tiraron al suelo y le empezaron a pegar patadas y puñetazos. Yo me acerqué y entonces cuatro agentes me cogieron de brazos y piernas, me levantaron en el aire e intentaron meterme en un furgón. Forcejeé con ellos hasta que vino un superior y les dijo que me soltaran. Hay orden de no tocar a los españoles para dar imagen de que allí no pasa nada», cuenta Maite.

Estos policías, según la versión de los españoles allí presentes, también agredieron con «patadas y puñetazos» a varios saharauis que se encontraban en el aeropuerto, como el activista Mohamed Mayara, quien recibió puntos en la cabeza y en el labio, y Sultana Hayat.

«Otros cinco o seis policías se dirigieron a un chaval saharaui, al que también comenzaron a golpear. Decidí tirarme encima del chaval para protegerlo», explicó Toledo. Este joven fue atendido después por una ambulancia, aunque no quiso ingresar en un hospital por «miedo».

Insultos en árabe

Este relato de los hechos también fue confirmado por el consejero del Cabildo de Gran Canaria y presidente de la Federación Estatal de Instituciones Solidarias con el Sáhara (Fedissah), Carmelo Ramírez, otra de las personas que conforman el grupo de observadores internacionales en El Aaiún.

Tras lo ocurrido en el aeropuerto, todos fueron a una casa donde la Policía les retuvo hasta las dos de la madrugada. Centenares de agentes rodearon la manzana y cortaron las calles con furgonetas y coches. «Hacía mucho calor dentro y, si salíamos al portal para tomar el aire, los policías nos tiraban piedras, huevos y escupitajos. Esto es el mundo al revés», denuncia Valor. A esa hora, Maite y Luis, miembros del colectivo Cantabria por el Sahara, consiguieron salir de la casa para ir al domicilio de otro activista, donde pernoctan hasta que regresen a Santander, el próximo 9 de octubre.

«Por cada uno de nosotros nos seguían diez policías. Uno de ellos se acercó y me empezó a gritar en francés si sabía hablar árabe. Le dije que no y, entonces, empezó a insultarme», relata Maite. Para los saharauis es todavía peor. «A ellos les amenazan diciéndoles que los españoles nos iremos pronto pero ellos se quedarán allí», explica esta activista cántabra.

Maite ha realizado numerosos viajes a los campamentos saharauis, pero es la primera vez que está en 'territorio ocupado'. «Nunca había vivido nada parecido. Siempre había oído cosas sobre lo que pasa aquí, pero cuando lo vives en primera persona se te quedan los ojos a cuadros. Es espantoso, es un estado policial», señala.

Mientras, Marruecos instó ayer a los observadores internacionales a no «inventar historias» sobre supuestas agresiones de la Policía marroquí contra activistas en el Sahara Occidental, y pidió que se demuestren con pruebas las denuncias al respecto. «La credibilidad política tiene unas condiciones. Decir cualquier cosa es cubrirse de ridículo. Es muy fácil afirmar que la Policía ataca. Hay que demostrarlo con pruebas», dijo en rueda de prensa el portavoz del Ejecutivo y ministro de Comunicación, Jalid Naciri.

Todo esto sucede al mismo tiempo que Marruecos y el Frente Polisario deciden iniciar una nueva ronda de conversaciones directas el próximo lunes 4 de octubre en torno al contencioso del Sáhara Occidental, reveló ayer el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Miguel Ángel Moratinos.

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