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La esposa de Revilla mantiene un rifirrafe con la presidenta y un consejero de Madrid
NACIONAL

La esposa de Revilla mantiene un rifirrafe con la presidenta y un consejero de Madrid

El palco de autoridades durante la celebración del desfile del Día de la Hispanidad se convirtió en un campo de discordia con Aurora Díaz como protagonista

IRMA CUESTA

Miércoles, 13 de octubre 2010, 11:08

La tensión se paseó ayer, como un invitado más, por el palco de autoridades del desfile militar que celebraba en Madrid el Día de la Hispanidad y rendía homenaje a la Guardia Civil. Si no, que se lo pregunten a la esposa del presidente del Gobierno de Cantabria, Aurora Díaz, que poco después de llegar a la Plaza de Lima ya tuvo el primer, que no el último, rifirrafe del día. De lo que pasó en aquel palco se encargó poco después de dar cuenta el propio presidente del Gobierno. Revilla entró por teléfono, en calidad de 'reportero real', al programa de la Cadena Ser 'La Ventana', y a partir de ese momento convirtió los desencuentros de su esposa con el consejero de Transportes y la presidenta de Madrid en uno de los asuntos del día.

La mujer de Revilla llegó pronto al palco de autoridades acompañando a su esposo. De hecho, llegaron a las diez menos cuarto. Era el primero de los presidentes de comunidades autónomas para los que se había reservado una parte del palco. Una vez instalados estuvo con él hasta que Miguel Ángel Revilla fue requerido para tomar parte en el acto de saludo a las banderas. Fue entonces, cuenta Aurora Díaz, cuando escuchó cómo alguien situado detrás decía: «Hay que ver cómo está el mundo, cualquiera se hace famoso con unas anchoas y un taxi». La mujer del presidente explica que al escuchar «semejante cosa» no pudo menos que volverse y precisar que, quizá, la fama habría llegado a su marido como resultado del «trabajo, la gestión y honradez» demostradas. Cuenta que ante tal precisión el vecino de palco le invitó a no tomárselo a mal. «Oiga, señora, no se pique usted», dice Aurora Díaz que le espetó el invitado colindante. Luego, ella precisó que su marido había ido en taxi toda la vida, y que lo que pasaba es que al ser presidente «se nota más».

El interlocutor de la esposa del presidente no era otro que el consejero de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, José Ignacio Echeverría, que después del incidente con Aurora Díaz no quiso hacer declaraciones, aunque reconoció haber mantenido «una conversación» con la esposa del Miguel Ángel Revilla.

El segundo rifirrafe

Ese fue el primero, pero no el último encontronazo de la jornada. Aurora Díaz explica que poco después de esta muestra de hostilidad, empezaron a escucharse abucheos y silbidos dirigidos a José Luis Rodríguez Zapatero y que ella, que estaba sentada junto al presidente de la Generalitat de Cataluña, Montilla, le comentó «algo así como ya están los demócratas. Lo dije porque entiendo que en actos como el que estábamos celebrando deben dejarse a un lado este tipo de cosas y por respeto a nuestro país y a los que este año han muerto por él, debe mantenerse cierto decoro».

Ella lo dejó así, pero relata que a la presidenta del Gobierno de Madrid, que estaba sentada al otro lado de Montilla, no le pareció acertada su observación y que le espetó: «Tranquila, que a ti no te van a hacer nada, están a 500 metros y con valla. Que no le pitan a tu marido; libertad de expresión».

Aurora Díaz no se explica por qué ayer se convirtió en una especie de saco en el que los invitados al acto dejaban caer su crispación, pero tiene muy claro que «el ambiente este año ha sido manifiestamente hostil». Ante el éxito cosechado, Aurora le contó a su marido, en cuanto tuvo oportunidad, lo que acababa de pasar. «Como es normal que se haga en estos casos. Le expliqué que tenía en el palco de autoridades un forofo», apunta la esposa del presidente.

Luego, la reacción de Revilla no se hizo esperar, y a la primera oportunidad (su intervención en la cadena SER'), soltó el relato y anunció que enviará una carta al consejero madrileño para pedirle respeto. «A mí no se me ocurre tener un invitado en Cantabria, en el palco de autoridades, y hacer un comentario de ese tipo. Además, ese señor no me conoce de nada».

El matrimonio Revilla llegó anoche al aeropuerto de Santander cansado después de varios días de viaje por diferentes localidades que terminó con su estancia en Madrid. En Parayas, Aurora Díaz restaba importancia a lo ocurrido asegurando que «son cosas que pasan algunas veces» y afirmando que el incidente se estaba sacando de quicio.

Mientras colocaba la maleta en su coche, a Miguel Ángel Revilla parecía preocuparle más haber convertido a su esposa en protagonista que el rifirrafe en el palco. «Soy yo el que ha contado la historia. Ella sólo ha hecho lo que debía, que es decirme lo que había pasado. Luego yo he hecho lo que me corresponde, que es salir en su defensa como cualquiera que se precie». El presidente no estaba demasiado contento con que su esposa fuera interrogada. Tampoco con el ambiente que se respiraba ayer en Madrid. «Entiendo que en la situación actual, con una crisis cómo la que tenemos encima, las cosas estén más para reproches que para alegrías, pero cuando está sonando el himno de España y se rinde homenaje a los que ha muerto, qué menos que un poco de respeto».

Por suerte, la jornada fue a mejor, porque el presidente cuenta que en la recepción en el Palacio Real tuvo tiempo para reencontrares con algunos conocidos. Explica que allí habló con José Blanco, con su paisano Rubalcaba y, «por su puesto», con el Rey. Todo en sólo una media hora. Había que ir a la Casa Gallega a comer con Aurora, «como cada vez que vamos a Madrids». El caso es que anoche en Parayas el matrimonio estaba agotado. El coche oficial, que había acercado al aeropuerto a la hija de la pareja, esperaba desde hacía rato a la puerta. Aurora contó que tenía ganas de llegar a casa.

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