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Lunes, 25 de octubre 2010, 11:52
Se llama Martin, Aston Martin, y es el coche original de James Bond. Es una pieza única que saltó a la fama tras su aparición en 'Goldfinger' y 'Thunderball', dos de las entregas más taquilleras de la saga del superagente británico, y que ha vuelto a salir a la luz cuarenta años después con motivo de su subasta el próximo miércoles en Londres. La casa que lo ha situado en el escaparate, RM Auctions, no ha querido realizar una tasación del automóvil aunque en algunos medios se cree que podría llegar a alcanzar los cinco millones de dólares (3,6 millones de euros). Descabellada o no, la cifra parece en consonancia con la enorme expectación que la subasta ha suscitado entre mitómanos del séptimo arte y aficionados al motor.
El DB5, que es el nombre del modelo original, era en su época un superdeportivo británico de muy limitada proyección por su producción artesanal. Aston Martin se había forjado un enorme prestigio entre los aficionados al motor después de haberse impuesto a Ferrari en las 24 Horas de Le Mans de 1959. En aquella época la carrera francesa marcaba los ritmos del automovilismo de competición y el fabricante que triunfaba en el circuito de La Sarthe adquiría un renombre equivalente al que puede tener a día de hoy un título de F-1. Los Aston Martin, pese a todo, sólo eran conocidos en los círculos de 'iniciados' debido a la escasa repercusión mediática que tenía entonces el deporte del motor.
En 1963 el fabricante británico recibió una consulta sorprendente del director de cine Harry Saltzman. ¿Pueden hacer un coche especial para una película?, les preguntó el cineasta. En Aston Martin pensaron que exhibir su último modelo en una cinta de acción podría proporcionarles cierta publicidad y dar un empujón a las ventas. Lo que nunca llegaron a sospechar es la repercusión que iba a tener la decisión. Los Aston Martin se convirtieron en uno de los principales iconos de la incipiente sociedad de consumo de los años sesenta y los pedidos se multiplicaron por diez a pesar de que eran endiabladamente caros (un DB5 de serie costaba unas 5.000 libras, toda una fortuna en la época). En la fábrica de Newport Pagnell se revisaron los protocolos para intentar responder a la avalancha de pedidos pero el carácter artesanal de la producción impedía superar la barrera de los once coches semanales, cifra claramente insuficiente para atender la demanda.
El DB5 escogido como coche del agente 007 fue sometido a una serie de modificaciones para adaptarlo a su nuevo cometido. John Stears, que años más tarde sería el responsable de los efectos especiales de la saga 'Star Wars', propuso que se le incorporasen unas ametralladoras e ingenios como un radar, un teléfono o unas aspas en el eje de las ruedas traseras. Los soportes giratorios de las matrículas permitían exhibir hasta tres placas distintas: su original británica (BMT 216A), una francesa (4711-EA-62) y otra suiza (LU-6789). Los 'trucos' pueden resultar de una ingenuidad enternecedora a la luz de los efectos especiales actuales, pero en la época representaban un auténtico desafío tecnológico.
Para el rodaje de una de las escenas de la película, la que muestra cómo Bond se deshace de uno de los malos activando el asiento que proyecta al cielo a su acompañante, se fabricó un segundo coche con un panel del techo extraíble. El DB5 'gemelo' fue utilizado únicamente en ese plano de 'Goldfinger' y para ello hubo que acoplarle el asiento de un caza de combate de la marca Martin Baker que apenas cabía en el habitáculo.
Las modificaciones incrementaron en 136 kilos el peso del coche y los ingenieros de Aston Martin decidieron dotar a las dos unidades de un motor más potente. El de James Bond fue el primer DB5 que recibió un propulsor con especificaciones Vantage, la denominación que la marca reserva a sus modelos más veloces. Se trata de un 4 litros de seis cilindros en línea que rinde 282 caballos, un auténtico pura sangre si se tiene en cuenta que los deportivos de la época eran extremadamente ligeros (el DB5 de serie no llegaba a los 1.300 kilos).
'Goldfinger', que era la tercera película del agente del servicio secreto británico creado por el novelista Ian Fleming, se estrenó en el cine Odeón de Londres, en Leicester Square, el 17 de septiembre de 1964. La cinta tuvo un gran éxito y la productora EON encargó a la fábrica dos réplicas del coche para las labores de promoción que se pasearon por medio mundo y terminaron siendo conocidos como los coches de la prensa. Uno de ellos fue vendido hace cuatro años por 1,5 millones de euros.
Réplica para el príncipe Andrés
Hubo en realidad una tercera réplica del Aston Martin de James Bond que nunca llegó a circular por las vías públicas. Fue un DB5 realizado a escala y destinado al Príncipe Andrés, que entonces tenía 6 años. Los propietarios de la marca hicieron que la entrega del regalo a la Familia Real coincidiese con la visita que la Reina y el Príncipe de Edimburgo realizaron a la factoría de Newport Pagnell en abril de 1966. El coche estaba adaptado en tamaño a un niño pero equipaba casi todos los dispositivos y 'trucos' del modelo original. Se ignora la cara que debió poner el pequeño príncipe cuando tuvo ante sus ojos semejante presente pero es de suponer que daría algún que otro salto de alegría.
De los dos coches utilizados por James Bond sólo se conoce el paradero de la segunda unidad, ya que la primera fue robada de un hangar en 1997. El DB5 que saldrá pasado mañana a subasta en Londres fue adquirido en 1969 a la fábrica británica por el propietario de una cadena de radio estadounidense por 9.800 euros. El coche ha estado en las cuatro últimas décadas en el dique seco, lo que explica que su cuentakilómetros apenas sobrepase las 31.000 millas (unos 50.000 kilómetros). Tras ser sometido a una cuidadosa restauración en Canadá, el DB5 luce ahora una elegancia de felino plateado que lo convierte en objeto de deseo allá por donde circula. Todo un clásico con el aura de uno de los mitos contemporáneos más universales.
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