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Elizabeth Smart ha cumplido ya 23 años. Brian David Mitchell se enfrenta a cadena perpetua. :: AFP
Elizabeth cuenta su horror
SOCIEDAD

Elizabeth cuenta su horror

NARCISISTA Y ANTISOCIALSecuestrada con 14 años por un mendigo, la joven Smart sobrecoge a EE UU con su declaración en el juicio

:: JUAN PABLO NÓBREGA

Jueves, 11 de noviembre 2010, 10:43

La historia del secuestro de Elizabeth Smart una calurosa noche de junio de 2003 es una de esas pesadillas en la que las vivencias superan con creces la ficción y donde su protagonista, tras padecer mil calamidades, puede al menos dar las gracias de estar viva para contarlas. Su relato en el juicio que ha arrancado esta semana contra sus agresores, en Salt Lake City (Utah), ha dejado clara la fortaleza de esta joven de 23 años sacada a punta de cuchillo de la cama cuando contaba apenas 14 para luego ser víctima durante nueve largos meses de incontables violaciones y vejaciones.

Hija de una típica familia numerosa de Utah, Elizabeth hacía rato que se había quedado dormida en la cama que compartía con su hermana de 9 años cuando sintió la sensación de un objeto frío y afilado en su garganta. Al abrir los ojos, la voz susurrante de un hombre de mediana edad la amenazaba si no se iba con él de inmediato. «Lo recuerdo diciendo: tengo un cuchillo, no hagas ningún ruido, sal de la cama y ven conmigo o te mataré a ti y a tu familia», relató la joven este jueves ante el jurado. Brian David Mitchell la agarró del brazo, la llevó al armario y le pidió que se pusiera unas zapatillas de deporte. En cuestión de minutos logró sacarla de la vivienda, huyendo a pie por un sendero. Estuvieron caminando entre tres y cinco horas hasta llegar a lo alto de una montaña donde los aguardaba la esposa del acusado, Wanda Eileen Barzee, también encarcelada.

Siguiendo los pasos de una extraña ceremonia cuidadosamente preparada, la mujer metió a la niña en una tienda de campaña, la sentó en un banco y le lavó los pies. Luego le pidió que se quitara el pijama y la ropa interior y le ordenó ponerse una túnica. Mitchell entró enseguida ataviado con una prenda similar y procedió a realizar una ceremonia tradicional mormona para casarse con ella. «Él dijo: lo que yo sello en esta tierra, será sellado a mí y de ahora en adelante serás mi esposa», declaró la víctima ante el juez Dale Kimball.

Gritó, intentó defenderse, impedir cualquier contacto. Pero Mitchell la doblegó con facilidad, le subió la túnica en el suelo y la violó. «Traté de pararlo. Le imploré que no me tocara, pero nada funcionó. Luego se levantó y se marchó de la tienda. Se sentó en el exterior mientras yo me quedaba dentro llorando. Al final me dormí en medio del llanto».

La brutal violación dejó a Elizabeth sangrando y con un terrible sentimiento de abandono. Pese a ello no perdió las fuerzas y decidió escapar de allí. Ni un día más estaba dispuesta a ser la «segunda esposa» de un sin techo de 48 años que presumía de ser un devoto predicador. «Al principio me sentí sucia, marcada para siempre, por lo que me había hecho», dijo en otro momento de su declaración. «Pensé que jamás nadie volvería a quererme, así que valía la pena intentar escapar aunque eso me costara la vida».

«Sobreviviré»

Después pensó en su familia y se dio cuenta de que ellos siempre la querrían. Fue por eso que Elizabeth dejó de lado su idea de huir y se planteó una estrategia destinada a sobrevivir a cualquier precio. Aunque en algunos momentos llegó a temer por su vida, su determinación le valió la enorme recompensa de encontrarse con sus padres y sus cinco hermanos nueve meses más tarde. «No importa lo que me cueste, viviré», narró en el juicio. «Sobreviviré y haré todo lo que me pida este hombre para mantener intacta mi vida y la de mi familia». Siguiendo a pies juntillas su plan, trató de reducir los momentos «de peligro y amenaza» lo máximo posible. Eso incluyó hacerle creer a su captor que ella creía que había sido llamado por Dios para preparar la segunda llegada de Jesucristo.

La madre de Elizabeth testificó que poco antes del secuestro había dado trabajo a Mitchell cuando era un vagabundo que se hacía llamar 'Immanuel'. La casa necesitaba unas reformas de carpintería y la familia lo contrató.

Durante los últimos años, la defensa ha luchado porque se considere que el acusado actuó con sus facultades mentales alteradas. El argumento de otro juez, que posibilitó el pasado marzo la vista actual, es que finge una enfermedad mental. Se trata de un «psicópata efectivamente engañoso que ha embaucado a la gente de su alrededor para que crean que es incompetente».

Elizabeth fue rescatada nueve meses después de su secuestro en Salt Lake City. Iba con peluca y con la maldita túnica. Pero cuando todo el mundo le daba por muerta, una pareja la reconoció.

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