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CRISTIAN REINO
Domingo, 21 de noviembre 2010, 01:19
Eterna aspirante al Premio Cervantes, Ana María Matute (Barcelona, 1925) nos recibe en su domicilio del barrio barcelonés de Gracia. Libros y libros se amontonan por todas las dependencias de la casa. «No es que seamos tan desordenados, lo que pasa es que estamos de mudanza», se excusa. Apoyada en un bastón, la académica de la lengua (asiento K) transmite una energía juvenil. Acaba de editar 'La puerta de la luna' (Destino), una recopilación de cuentos, y prepara su próxima novela.
-¿Por qué ahora un libro de relatos cortos?
-Me propusieron hacerlo y me pareció muy bien. Son una gran parte de mi vida.
-¿Hay algún hilo en común entre estos cuentos y el conjunto de su obra?
-El autor siempre tiene las mismas preocupaciones y las mismas obsesiones. En lo que yo he escrito, casi siempre yace o subyace la preocupación por la infancia. O la injusticia, que es algo que me cabrea mucho.
-¿Por qué ha escrito tanto sobre la infancia?
-Es una etapa de la vida fundamental. Nos marca para siempre, lo sepamos o no. Hay gente que no se acuerda, aunque a mí me parece inconcebible. Pero eso nos pasa a todos los viejos, que nos acordamos más de la infancia que de lo que pasó hace cuatro días.
-Usted dijo una vez que «un hombre es lo que queda del niño que fue».
-A mí me molestaba que se pensara que un niño es un proyecto de hombre. No, el niño no se anula; es un mundo en sí mismo. Mi infancia la recuerdo con mucha viveza.
-¿Fue buena estudiante?
-Me gustaba estudiar, pero no el sistema de educación de la época y menos con aquellas monjas. Eran duras y eran tontas, ignorantes. A mi hermana le amargaron la infancia con el demonio. Pobrecita, lo pasaba muy mal. Y luego cuando llegaba la edad de la menstruación te decían que venía el lobo. ¡Qué cosas!
-¿Ve muy cambiada la sociedad?
-Afortunadamente hemos cambiado mucho para bien.
-¿Cómo interpreta que los escritores actuales estén continuamente recordando la guerra civil?
-No todos. Son los nietos o los hijos de los que la vivieron. Fue una cosa muy fuerte, una barbaridad, una tragedia inmensa para todos los españoles.
-¿Hay algo peor que una guerra?
-No. Yo recuerdo la guerra con verdadero espanto. Cuando empezó yo tenía 11 años. Y los bombardeos... Y aquél miedo que daban. Recuerdo estar en casa con papá y mamá y oír cómo caían las bombas.
-¿Diría que por eso el pesimismo es una fuente en su obra literaria?
-El pesimismo es consecuencia de unos hechos. La vida no es optimista.
-¿Su obra es triste?
-Hombre, no es optimista. Toda la gran literatura es triste, trágica. No estoy nada orgullosa de pertenecer a la especie humana. Nadie ha hecho tanto daño a su especie como el ser humano.
-¿Qué le ha dado más satisfacciones: la vida o la literatura?
-Para mí es lo mismo. No lo puedo separar. He escrito desde los cinco años.
-¿Cómo ha disfrutado más la literatura, como lectora o como escritora?
-Es fundamental leer. Yo entré a la gran literatura con los rusos. Son grandísimos escritores. Y el mundo anglosajón también me apasiona. Y el español, claro.
-Durante muchos años escribía para subsistir ...
-Con mi primer marido sufrí muchas cosas y me apartó de la familia. Pero no escribía para subsistir. Subsistía gracias a que escribía. Hay que decirlo: pasarlo mal en la vida te enseña mucho. Escribes mejor. No todo en la vida son pétalos de rosa.
-Va a sacar un libro próximamente, ¿puede adelantar algo?
-Estoy preparándolo en mi cabeza. Aún no he empezado a escribirlo.
-Usted no suele manifestarse en temas políticos, ¿por qué?
-Porque me ha desengañado mucho. A medida que te haces mayor pierdes la inocencia y vas viendo muchas cosas. Pero no sólo en la política, en todo en la vida.
-¿Cómo le afectan los premios?
-Me han hecho mucha ilusión, pero tampoco me han condicionado. Un premio no hace a un escritor, pero hace lectores.
-El próximo miércoles se falla el Cervantes y usted siempre está en las quinielas. ¿Cree que se lo merece?
-Eso lo dirán mis lectores. Yo creo que sí, pero bueno... no lo espero.
-¿No es una injusticia que sólo hayan recibido el Cervantes dos mujeres?
-¡Claro!
-¿Es machista el mundo editorial?
-La sociedad sigue siendo machista. Mucho menos que antes, pero todavía hay cosas que deben mejorar. No sólo en España.
-¿Es partidaria de las cuotas femeninas?
-Me parece una tontería. Yo soy partidaria de que el que valga que salga.
Oficios, gustos y familia
-Además de escribir y leer, ¿qué le gusta hacer?
-La carpintería me encanta. Y pintar y dibujar. Ilustrar mis libros. Y los lápices de colores me chiflan, me vuelven loca. Me recuerdan a mi infancia, mi juventud y mi vejez. Todo el mundo que sabe que me gustan me regala pinturas de colores.
-¿Escribir le quita mucha energía?
-Mentalmente me ocupa todo el día. Yo empiezo a escribir a las diez. Por la mañana es cuando más me gusta. Lo que no soporto es la primera hora de la tarde. Luego a las 19.30 o las 20.00 horas si me tomo un gin tonic, mejor. Antes el whisky me iba bien, pero ahora es muy fuerte. El gin tonic es perfecto. ¡Cómo comprendo a la difunta reina madre de Inglaterra...! Mi hijo dice que ya soy muy mayor, pero yo le respondo: ¡déjame, déjame!
-Perdón, pero se le ve muy bien.
-Hombre... los huesos los tengo de cristal. He entrado once veces en quirófano. Me pasa lo contrario que a la gente: normalmente se caen y se rompen algo. Me he pegado cada tortazo... Dos veces me he abierto la cabeza últimamente.
-¿Tiene nietos?
-Tengo un hijo. Nietos no. Ya me hubiera gustado para contarles cuentos...
-¿Suele navegar en Internet?
-No, no sé cómo hacerlo y ya es demasiado tarde a mi edad. Me gustaría, pero.
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