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El reencuentro más emocionante
MÚSICA

El reencuentro más emocionante

Rulo trazó un viaje cómplice por pasado y presente en el primer concierto en Cantabria con La Contrabanda, seguido con pasión por un abarrotado aforo

JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ

Lunes, 20 de diciembre 2010, 20:12

Había pasado un año y medio desde que Rulo se subió por última vez a un escenario en Cantabria. Han sido 18 meses en los que ha saboreado y sufrido todas las aristas de la vida, en los que ha dudado de todo, en los que se ha sentido solo hasta con la mejor compañía y en los que no encontraba ni fuerzas ni palabras. También han sido 18 meses en los que se ha dejado querer por los apoyos de siempre y por nuevos que aparecieron y en los que ha sido libre para elegir el camino y los acompañantes que le han llevado a formar una de las bandas mas prometedoras de la actual escena del rock nacional y a publicar un disco, Señales de humo, que llegó a ser número 1 de ventas en su primera semana en el mercado. Las heridas del rocknroll le han hecho más fuerte pese a que temiera que le ahogaran la voz y la creatividad.

Aquel concierto del 18 de julio en el Palacio de Deportes se convirtió en el último de La Fuga; lo iba a ser de la larga gira Asuntos pendientes, pero lo fue de siempre. Ni ellos mismos lo sabían. Este pasado sábado, también un día 18 pero de diciembre, fue el primero con su nuevo proyecto la Contrabanda en tierras cantabras. Y fue el concierto más emocionante de su vida, quizás no el mejor, pero si el más pegado al alma. Rulo lo esperaba, entre ganas y temor, se había prometido intentar contener la emotividad, pero no pudo. Ni él ni los que estaban al otro lado del escenario, muchos de los cuales habían hecho larga cola desde horas previas para estar más cerca de su ídolo. Muchas veces es complicado encontrar las palabras exactas para definir lo que se vivió en la sala Mao Mao Beach durante dos horas. Las imágenes del cantante y guitarrista cantabro llorando, su voz quebrada y las múltiples formas de agradecimiento que trasladó al público son la más justa expresión de que lo fue una noche para el recuerdo. Un directo cercano, intenso y extenso, que viajó por el presente recorriendo todos los temas de Señales de humo pero que hizo muchos guiños al pasado.

Completo viaje

El arranque, a las diez en punto de la noche, fue intenso, como lo sería el resto del concierto. No sé y Como a veces lo hice yo fueron las primeras en sonar ante un coro de 2.000 personas que se sabían con perfección cada una de las estrofas que salían de la voz emocionada de Rulo y que habían prometido dejarse la garganta porque llevaban mucho tiempo esperando este momento. En vela, dedicado a todas esas noches del último año que ha pasado sin dormir, abrió la serie de temas de la época de La Fuga. Dedicaba cada letra, cada estrofa, cada tema, cada gota de sudor a sus paisanos, porque ningún aplauso sabe tan bien como el de tu gente, con quien hasta compartió una improvisada Fuente de Cacho. La nueva y simbólica Venecia sin agua y la recordada Baja por diversión se fusionaron sin darse cuenta del tiempo y los momentos que las separan.

Uno de los momentos mas emotivos de la noche fue la interpretación sucesiva de Mi Cenicienta y Por verte sonreír, uno de los iconos de la trayectoria compositiva de Rulo, uno de esos temas que llevará siempre guardados en el jardín secreto de su corazón.

Llegado al ecuador, la recuperada Malos pensamientos dio paso a la pequeña parte acústica del concierto, durante la que sonaron Por morder tus labios y Descalzos nuestros pies.

La histórica Despacito y Tranqui por mi camino marcaron la vuelta a la acción, de nuevo. La interpretación de Heridas del rocknroll, uno de sus temas preferidos de Señales de humo, permitió ver al Rulo mas emocionado, muchos saben lo que significa para el esta canción y por ello todavía fue mas sensible el regalo que le hizo el publico acompañándole en su conjunta interpretación. Para todos ellos, para los que llevaron banderas, pancartas, camisetas, para los que se quedaron sin entradas, para los que hubiesen llenado un aforo mucho mas grande, para los que hacen cola en las firmas de discos, para los que le acompañan en cuantas citas pueden de la gira, Rulo volverá a tocar el próximo verano en Santander, en el Palacio de Deportes con casi total seguridad. Muchos ya cuentan los días.

La divertida Fauna rara y Majareta indicaban el camino hacia el final de un concierto que nadie quería. Los músicos abandonaron el escenario, pero todavía quedaba mucho guardado en la recamara.

Recta final

La vuelta marcó otro de los momentos irrepetibles de la noche, el único en el que don Raul Gutiérrez se despojó de la genialidad de sus compañeros y amigos Karlos Arancegui (batería), Quique Mavilla (bajo), Dani Barraldés (guitarra) y su hermano Adolfo Garmendia 'Fito', que forman esa potente Contrabanda. Completamente solo, con la única compañía de su guitarra, interpretó ese Primavera del 87 que solo suena en directo en Cantabria. Han pasado más de 20 años de los lamentables sucesos que canta y cuenta la letra, pero nunca se olvidarán, sobre todo los centenares de reinosanos que se encontraban el sábado en la sala y para los que tuvo los mas especiales guiños. Un gesto bonito, indispensable en este reencuentro.

Vuelta al estrado del resto del grupo, cambio de indumentaria incluido, para interpretar la festiva Paquí, pallá, que siempre significaba el punto final de los directos de La Fuga y que el sábado se extendió en intensidad y duración con papel protagonista para la primera fila del público. Después, otro mensaje con fondo en A la baja y otro recuerdo a la búsqueda de amores imposibles en Negociando gasolina.

Nadie quería irse y al grito alentado de estamos en Cantabria y aquí se toca más, llegó la despedida, esta vez sí, con La cabecita loca cuando las agujas del reloj alcanzaban la magia de las doce de la noche. Perfecto y festivo cierre, foto de familia incluida, con los presentes con los ojos rojos, la cabecita loca y el corazón despierto, después de haber vivido un concierto para el recuerdo, que rompió barreras entre músicos y público y que se prolongó por las calles de Santander hasta el amanecer reuniendo historias para, quién sabe, futuras canciones. Las heridas de Rulo están curadas y le han hecho más fuerte.

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