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P. ÁLVAREZ
Domingo, 2 de enero 2011, 01:01
La polémica siempre acecha cuando se trata de conservación de fauna y flora del medio natural. Y este caso no iba a ser la excepción. El Fondo para la Protección de Animales Salvajes (Fapas) mantiene que la presencia de cazadores en las batidas de jabalí y la dificultad para encontrar carroñas han podido ser algunas de las causas de este aumento importante de localizaciones en Liébana. El presidente de la FOP, Guiller m0o Palomero, subraya con rotundidad que «el Fapas se equivoca. El único motivo por el que los osos se han desplazado a Liébana es por la existencia en sus montes de alimento suficiente. Las bellotas y los hayucos han sido muy escasos este otoño en los montes del norte de Palencia».
La presencia de osas con crías ha supuesto la suspensión de algunas cacerías de jabalí, con el objeto de no molestar a las familias de estos plantígrados y dejarlas alimentarse con tranquilidad. Tanto la Federación Cántabra de Caza como la Sociedad de Caza de Picos de Europa, que engloba a la cazadores de jabalí en Liébana, han asumido perfectamente esta medida conservacionista y han colaborado sin problemas.
Los censos de osas con crías se vienen haciendo en la Cordillera Cantábrica sistemáticamente y de forma homogénea y coordinada desde 1989, y desde entonces, la población cantábrica ha mostrado un proceso de recuperación que ha alcanzado su punto máximo en los años 2007 y 2009, cuando se contabilizaron 21 osas con crías.
Esta recuperación esperanzadora es bien visible en la subpoblación occidental, y confirma el buen momento reproductivo y la tendencia demográfica positiva desde mediados de la década de los 90.
En la subpoblación oriental, que integra a Liébana, los osos también han experimentado un proceso de recuperación de recuperación después del dramático declive experimentado entre 1991 y 2000, aunque su situación es más grave, ya que el número de osas con crías se ha estancado y no pasa de dos o tres por año, «y este núcleo no muestra el esperado y necesario repunte demográfico que lograría alejarlo de la extinción», advierte Palomero.
Cerco al furtivismo
Desde hace una temporada no se han encontrado en la zona osera occidental ningún ejemplar envenenado, práctica empleada contra los lobos, pero que afecta a especies sensibles como los buitres o los quebrantahuesos. También se ha reducido el número de lazos ilegales de caza detectados por las patrullas en las zonas habitadas por el oso pardo. Los 47 interceptados en 2010 son muy inferiores a los 196 que se descubrieron en 2008.
Las sanciones a quien coloca uno contemplan penas de cárcel de catorce a veinticuatro meses y la inhabilitación para cazar durante un periodo de entre dos y cuatro años.
Los lazos se destinan, por lo general, a la captura de jabalíes, corzos o ciervos, o para que éstos no destrocen los cultivos de los agricultores y ganaderos. Para evitar los efectos de estos ataques se han repartido 1.500 pastores eléctricos, en colaboración con los cazadores de la zona.
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