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ANTONIO PAPELL
Lunes, 3 de enero 2011, 01:06
Álex de la Iglesia salió el jueves pasado en socorro de la ministra de Cultura después de que esta se lamentase amargamente de que los creadores «la habían dejado sola». Para ello, celebró una reunión con representantes de la Academia del Cine, abogados especialistas en derechos de autor y algunos gurús de Internet.
La táctica es vieja: cuando una determinada decisión en ciernes levanta fuerte oposición en el ámbito a que va destinada, se organiza una colosal algarabía para distraer la atención del personal. En este caso sin embargo, no parece fácil conseguir tal cosa porque la opinión de Internet, aunque plural, coincide en la fundamental; lo dijo uno de los asistentes a la reunión, el abogado David Bravo: la Ley Sinde solo «no puede maquillarse», sino que «simplemente no debe aprobarse». Julio Alonso, otro de los expertos presentes, describía el ámbito en que podría haber coincidencia: «Si conseguimos evitar los radicalismos y centrarnos en trabajar en buscar soluciones a los problemas que sí se pueden resolver y no en los que no se pueden resolver (cómo conseguir que nadie acceda a mis contenidos sin pagar), estaremos en vías de encontrar solución a esto». Lo que Álex de la Iglesia pretende, como buena parte de la añeja industria cultural española, es que el Gobierno ponga puertas a Internet para que el viejo negocio puede continuar proporcionando grandes beneficios con el mínimo esfuerzo. Y esto se ha terminado. Porque, como alguien dijo en aquella reunión, sí puede competirse con lo gratuito. El consumidor, que es racional, está dispuesto a pagar por lo que tiene un precio adecuado a su calidad; no a que le tomen el pelo.
De cualquier modo, Sinde no necesita aliados: su ley tiene que ser aprobada por la sencilla razón de que así lo exigen los grandes poderes económicos. No en vano el argumento que más han exhibido los miembros del Gobierno es que España se está convirtiendo en una 'oveja negra' al convertirse en patria de piratas. Hasta el las filtraciones de Wikileaks se leen las críticas del Imperio contra la lenidad española.
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