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TERESA COBO,
Lunes, 10 de enero 2011, 08:48
'Aragón' ha cumplido un año. Nació en enero de 2010. Todavía es cachorro, pero impone un poco. Lo suficiente para que el equipo técnico de Cabárceno haya instalado un mecanismo que permite darle de comer desde fuera, sin entrar en el recinto de cuarentena. El espacio que ocupará dentro de unas semanas ya está vallado, pero los trabajos avanzan con lentitud. Hay que operar en plena área de los osos y esos grandullones observan con curiosidad los movimientos en la pequeña porción de territorio que perderán en beneficio del nuevo inquilino. El 'intruso' estará separado de ellos, para evitar que lo maten.
Miguel Otí, director del Parque de la Naturaleza de Cabárceno, calcula que el osezno rescatado de un coche de contrabandistas será trasladado a finales de febrero o principios de marzo. Aunque el terreno que le preparan ya está cercado, quedan por montar las puertas y el perímetro de seguridad. Además, hay que dividirlo en dos mitades para que 'Aragón' pueda ser aislado en cada una de ellas mientras los cuidadores limpian, siegan o acondicionan la otra.
Las obras en el futuro hogar de 'Aragón' se han prolongado más de lo previsto. Como la parcela forma parte de la zona de los osos, la más extensa del parque, con casi 40 hectáreas, a los operarios los acompaña un vigilante armado con una escopeta de cinco cartuchos. Los tres primeros son de goma y servirían para disuadir a cualquier animal que acometiera una hipotética agresión. Sin embargo, «nunca han mostrado la más mínima intención de acercarse. A veces permanecen a quince o veinte metros, mirando tranquilos», afirma Otí.
Lo que sí hacen los osos es fisgar y enredar después de que se hayan ido los hombres. Al principio, los trabajadores se confiaron. Dejaron colocados en el cemento los soportes que sirven para sostener el vallado. Cuando regresaron al tajo, no encontraron ni uno en pie. Los plantígrados habían estado juguetones. Hubo que tender un pastor eléctrico alrededor de toda el área antes de volver a empezar. Es un alambre que emite descargas de muy baja intensidad, pero, según explica el director de Cabárceno, los osos son bastante disciplinados y, en cuanto ven que les han marcado un límite, se mantienen al margen. «Si no se les da una razón, no suelen atacar», asegura.
Un buen explorador
También 'Aragón' explora. No ha tardado en familiarizarse con los accesorios incorporados hace unos días a su recinto provisional. Tiene un nuevo comedero metálico de un color parecido a su propio pelo. Está atornillado a la verja, en la que se ha instalado una portezuela por la que es posible echar los alimentos directamente en el cajón sin necesidad de entrar. Junto a este recipiente, hay un bebedero sujeto al enrejado. El osezno ya mete en él la cabeza con soltura cada vez que quiere agua.
Algunos cuidadores entran todavía a dar de comer a 'Aragón', pero no todos están tan acostumbrados al animal, ya que se organizan por turnos. Los que tienen menos trato con el osezno, reparan más en sus desarrolladas garras y su creciente dentadura y optan por introducir las raciones a través del nuevo portillo, desde el exterior. Ajeno a esas preferencias, 'Aragón' se siente solo. Cuando está menos estresado, se entretiene con su actual juguete estrella: un cono de los que se utilizan en las carreteras para señalizar los desvíos por obras. Es listo y muy gracioso. Pero está triste.
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