«Como habléis, os mato a vosotros»

Llevan en la cárcel más de año y medio y es ahora cuando señalan directamente a Erika A. M. como autora del crimen de Mataporquera, cometido en mayo de 2009. Si no hablaron antes, y en sus primeras declaraciones no consta tal argumento, fue por «temor» a que ésta -que también está en prisión- cumpliese las amenazas de muerte que, según aseguran, profirió contra ambos después de apuñalar a su expareja, Valentín F.: «Callaros o os mato a vosotros. Sé donde vive tu hija, así que ya sabes», según relató ayer Jorge B.

Jorge B. y Ángel Manuel R. M., que, junto a Erika, están acusados de asesinato, dijeron en el juicio que ayer comenzó en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial que le tienen «miedo» y la consideran «peligrosa». Jorge la acusó directamente, al afirmar que vio cómo «le clavaba» a la víctima un cuchillo dentro del portal de su casa de Mataporquera.

Los tres se enfrentan a penas que suman 53 años de prisión por parte del Ministerio Fiscal, que la acusación particular eleva a 60. En la primera sesión de un juicio con jurado que se prolongará hasta el próximo martes, día 25, prestaron declaración los tres. Ella lo negó todo y pintó un panorama brutal de malos tratos por parte de Valentín, contra ella y el hijo de ambos, que tenía cinco años en aquel momento. Esa es la razón que esgrimió para justificar que abandonase el domicilio familiar un año antes del suceso, «me escapé», y que por eso le dieron la custodia al padre. Erika dijo en el juicio que no lo denunció «porque las dos veces que lo intenté acabé rodando escaleras abajo», pero que en los cinco años que duraron las «palizas» llegó a sufrir «dos violaciones con dos abortos» y hasta aseguró que Valentín «me tiró tres veces por la ventana de un cuarto piso».

El viaje de ida

Erika trabajaba en un karaoke de León, donde conoció a Jorge -un asiduo de este tipo de locales- pocas semanas antes. Ambos se confiaron sus penas, ya que él tiene una hija con custodia compartida, y Erika le pidió que la acompañase a Mataporquera para intentar ver a su niño, al que asegura que llevaba sin ver ni hablar «cuatro ó cinco meses» y que algún vecino de Mataporquera le contó que el pequeño «andaba solo por la calle de madrugada». El tercero, Ángel Manuel, es amigo de Erika desde hace unos diez años, así que también se sumó a la expedición. Los tres admitieron que el «primer viaje» fue el día antes, 14 de mayo, cuando llegaron al pueblo y, al no encontrar a Valentín y al niño, regresaron a León. Al día siguiente volvieron.

La narración del viaje tiene lo suyo. A mitad de camino, pararon en una gasolinera donde, por lo visto, Ángel Manuel dejó el coche una vez para lavarlo y, como se lo rayaron, llevaba una matrícula falsa para irse sin pagar como represalia. Después de llenar el depósito aprovechó y cambió la placa por la auténtica. Y para justificar el hallazgo de un cuchillo en el maletero, los tres contaron la escala técnica realizada en Matamorosa «para comprar pan y chorizo» y ponerse a comer mientras hacían «algo de tiempo».

Pues bien, llegaron sobre las nueve de la noche, aparcaron detrás de la vivienda y Ángel Manuel se quedó dentro del vehículo mientras Jorge y Erika se dirigieron a la casa de Valentín. El portal estaba abierto y subieron a llamar al piso y, de pronto, la víctima los vio bajando por la escalera. «Le pedí que me dejase ver al niño, pero él comenzó a insultarme y a decirme que 'no lo verás en tu puta vida'. Levantó la mano, alguien me empujó, me di contra los buzones y se me nubló la vista. Cuando al fin reaccioné, él ya estaba en el suelo. Salí corriendo y me metí en el coche». Es el relato de Erika, que sugirió que el propio Valentín podía llevar un cuchillo «porque es cazador» y dijo que no recuerda nada más. La versión de Jorge es radicalmente distinta: «Se pusieron a discutir, él levantó la mano, yo se la agarré pero, en cuanto vi el cuchillo y que ella se lo clavaba, salí corriendo. Yo no sabía que iba armada». Ella dice que salió del portal antes que Jorge, y éste sostiene lo contrario. Ángel Manuel asegura que el que primero entró en el coche fue Jorge, «me dijo, ¡arranca y vámonos!» y que ella se subió casi en marcha.