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NACHO CAVIA
Domingo, 23 de enero 2011, 14:17
El parque que cobija dos estelas gigantes de Los Corrales de Buelna acaba de cumplir diez años de vida guardando, también, un enigma. ¿Cuantas estelas hay en realidad? ¿Son sólo dos, como se muestran, o la que está fragmentada no es una sino la unión de al menos dos más? El paso de la década, también, mantiene abiertas otras interrogantes: ¿Cuántas estelas se cuentan en el Valle de Buelna? ¿Hay otra sin descubrir al público en San Mateo? ¿A qué rueda gigante pertenece el fragmento que tiene en su propiedad la prácticamente desaparecida Asociación Cultural Olna?
El 9 de enero de 2001, la empresa encargada de la construcción del parque retiraba la protección hecha en metacrilato que había cubierto durante los últimos tiempos la más famosa estela, la de Barros, una rueda completa situada hasta ese año a la derecha de la ermita que lleva su nombre. Tres días más tarde, el 12, la Estela Gigante de Barros era trasladada desde un lateral de la ermita de La Rueda al otro, donde se había construido un parque temático. Y medio año después, el 3 de julio, la Consejería de Cultura y Deportes recepcionaba las obras en este punto.
Mucho menos tiempo que eso tuvo que pasar para que comenzaran a surgir las dudas.
El nuevo edificio mostraba la primera estela hallada en ese lugar -la de Barros- uno de los símbolos del escudo de la región. Junto a ella, los cinco fragmentos que componen otra rueda, recuperados de los muros de la ermita. La Asociación Cultural Olna se apresuró entonces a solicitar a la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes un estudio riguroso de la estela fragmentada para zanjar el enigma y confirmar que los fragmentos pertenecían a una sola estela.
El último presidente de la asociación, Luis Fernández, mantiene lo contrario: en el Valle de Buelna hay al menos otra estela gigante. Un razonamiento que el experto basa en dos indicios, el más relevante la posibilidad de que la estela fragmentada fuera, en realidad, la unión de diversas ruedas celtas. Dudas avaladas por distintos especialistas en arqueología y que parten de la observación meticulosa de la citada estela así como del hallazgo de diferencias «sustanciales» que podrían hablar de una distinta composición formando parte los pedazos de dos ruedas.
Una estela que son dos
A partir de esas muestras, el presidente de Olna se pregunta por la posible existencia de al menos otra estela basándose en otra cuestión: los indicios de la existencia de una rueda en San Mateo.
Y sorprende la existencia de otro fragmento todavía por determinar, en manos precisamente de Olna. Se trata de la zona central de una estela posiblemente del mismo tamaño que las grandes ruedas halladas y a la que se conoce como la tercera estela de Lombera. El dibujo, perfectamente marcado, se semeja a las estelas conocidas. Hubo un intento de incorporarla al museo de prehistoria de Cantabria, pero se quedó en eso, un intento, pues Olna siempre mantuvo como cuestión innegociable que ese fragmento se quedara en el valle.
Precisamente una de las opciones que se barajó era su exposición en el parque de Barros, pero se desechó porque no se podía garantizar su seguridad. Es casi imposible llevarse una estela de 4.000 kilos, pero no un fragmento de apenas 30 centímetros de alto.
Sobre ese fragmento, una de las mayores preocupaciones en la actualidad, aún más que averiguar su procedencia, es su futuro inmediato. No es desconocido en el valle el hecho de que la Asociación Cultural Olna no pasa ahora por sus mejores momentos y que se encuentre en su poder en tales circunstancias deja ese fragmento histórico en una situación difícil.
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