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Un comprador en el momento de la decisión sobre la marca a elegir en una gran superficie de la región. :: DANIEL PEDRIZA
Las conserveras ponen a la venta las primeras anchoas del Cantábrico
Después de cinco años

Las conserveras ponen a la venta las primeras anchoas del Cantábrico

Con el caladero cerrado desde 2005, toda la pesca que se había transformado en Cantabria desde entonces se traía de Croacia o Marruecos

IRMA CUESTA

Lunes, 7 de febrero 2011, 17:15

Primero fue la alegría de saber que volvía a haber bocartes del Cantábrico. Que los barcos que se echaron a la mar en los primeros meses de 2010 conseguían en abril y mayo una buena captura después de casi cinco años en dique seco. De una parte de aquella pesca ya se ha dado buena cuenta, pero aún queda lo que se compró para conserva. Los bocartes de primavera se metieron en el barril y se dejaron madurar. Hace sólo unas semanas que esas barricas se abrieron y esas anchoas se enlataron o embotaron. Ahora toca lo mejor: comérselas.

Hace aproximadamente un mes que las conserveras de Cantabria han colocado en el mercado sus primeras 'anchoas del Cantábrico' tras cinco años sin actividad (en 2006 se abrió el caladero pero el resultado fue tan parco que tuvo que volver a cerrarse). Fidel Ortiz, director adjunto de Conservas Codesa, cuenta que su empresa compró la partida más grande para conserva. En concreto, 250.000 kilos del Cantábrico para la serie limitada que es la estrella de la casa. Una cantidad reseñable para una firma en la que trabajan actualmente entre 55 y 60 personas, radicada en Laredo y con años de experiencia.

Su distribuidor para la región ya ha colocado la joya de la firma en varias tiendas porque aproximadamente la mitad de esa edición limitada se vende sin necesidad de un viaje largo. «Hay mucho consumo en la zona, se valora y se distingue el buen producto, hay tradición, y eso se nota», afirma Ortiz para añadir que, la mayor parte de la otra mitad, se distribuye en el territorio nacional. Un porcentaje muy pequeño se exporta a Suiza, Inglaterra, EE UU e Italia, país este último en donde los padres de esta técnica de envasado mantienen la demanda. Al fin y al cabo, fueron ellos los que en el siglo XIX dejaron su tierra buscando buen bocarte, crearon las primeras empresas y enseñaron a los cántabros el oficio.

Pero los conserveros empiezan a ver una luz que les hace señales desde la otra punta del mapa. «La novedad es Japón, comienzan a comprar un poco; les gusta y eso hace pensar que en el futuro pueden ser unos buenos clientes», afirma esperanzado el empresario.

El regreso de Croacia

Miguel Solano lleva haciendo anchoas desde que tenía once años. Su madre regentaba una pequeña sociedad y él tomó las riendas siendo muy joven. Este año, en la conservera familiar que dirige, Solano Arriola, están como locos. Han trabajado en casa un equipo de entre 12 y 14 personas que están colocando en el mercado los 70.000 kilos que compraron tras la campaña del año pasado.

Para ellos ha sido especialmente importante la apertura del caladero. Durante los cuatro años anteriores, ante la imposibilidad de adquirir peces de aquí, hicieron las maletas y se instalaron en Croacia. Allí hay fábricas que hacen salazón «pero más de batalla», así que hubo que instalarse en el país y dirigir a un grupo de operarios para trabajar al estilo que ellos querían. Ahora están de vuelta, y especialmente satisfechos. «El producto aquí es de mucha más calidad. Es incomparable», asegura el responsable de la firma, que hace aproximadamente un mes comenzó a colocar en el mercado una parte de su producción, que se distribuye fundamentalmente en territorio nacional.

En Conservas Rueda, empresa instalada en Santoña en donde trabajan 22 personas, también están sacando ahora los 40.000 kilos de bocarte del cantábrico de la costera de 2010 que compraron hace meses. Ellos, explica su gerente, Antonio, prefieren esperar hasta marzo para vender, porque entienden que cuanto más tiempo esté el producto en el barril, mejor resulta para la conserva. En Rueda se muestran más que contentos de poder ofrecer un producto local con garantía de calidad después de haber comprado pescado en Croacia y Marruecos durante los últimos años.

En realidad, todo el sector, uno de los señeros de Cantabria, está este año de enhorabuena. Sus anchoas, dicen ellos, son para celebrar y agasajar y no pierden ocasión de promocionar la calidad de estos bocartes: hace semanas, en la Feria de Turismo Fitur, unas de esas 'joyas' fue a parar a La Zarzuela. Los cántabros recibieron a la reina con anchoas de la última costera.

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