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IGOR BARCIA
Lunes, 7 de febrero 2011, 10:27
Los futbolistas españoles han colonizado en los últimos años el mercado extranjero. Lo que antes parecía casi una utopía, ahora es una práctica habitual. La crisis del fútbol nacional ha provocado que se produzca una emigración hacia otras ligas. A día de hoy, en torno a 120 profesionales juegan lejos de España. Se les puede encontrar en las competiciones más conocidas, como la Premier, pero también en otras más exóticas, como la de Hong Kong o, incluso, la de Nueva Zelanda. Hay grandes estrellas como Fernando Torres, que ha roto el mercado de fichajes británico al pagar el Chelsea 58 millones de euros al Liverpool, pero también jugadores que se han curtido en las diferentes categorías del fútbol español y que han visto fuera de España la oportunidad para desarrollar su carrera deportiva.
EL DIARIO MONTAÑÉS se ha puesto en contacto con futbolistas que se encuentran en Europa, Asia y Oceanía. Son Jonatan Neftali, alicantino que juega en el Vejle danés; Guillermo Vallori, el único español de la Liga suiza (Grashoppers); Iñaki Bea, que ha recalado en el Wacker Innsbruck austriaco; Pablo Coira, gallego que milita en el histórico Honved de Budapest; Ubay Luzardo y Roberto 'Chino' Losada, que se han ido al Kitchee de Hong Kong, y Ángel Viña Berlanga, que un buen día pasó de jugar en el Rayo Majadahonda a hacerlo en el Auckland City neozelandés. Estas son sus historias:
Jonatan Neftali (Vejle, Dinamarca)
Su padre es asturiano y su madre de Santurtzi, pero Neftali nació en Alicante. Allí creció como jugador, hasta llegar a Segunda B. Después, empezó un periplo por la categoría de bronce que le llevó a Baza, Alcalá de Guadaira y Peña Santa Eulalia (Ibiza). Un ojeador suizo le llevó a probar en el verano de 2009 al Grasshoppers, pero la crisis institucional del club de Zúrich le devolvió a Ibiza. «Pero dentro de lo malo tuve suerte, porque a uno de los entrenadores suizos, Mats Gren, le gusté y me dijo que iba a contar conmigo. Él se fue al Vejle danés y cumplió su palabra». A finales de mayo de 2010, Neftali firmó con su nuevo club por dos temporadas.
Empezaba una nueva etapa. Cambio de país, de costumbres, de competición, de estilo de juego... Pero a este central de 26 años no le importó. Es más, cuando el Vejle, que busca su retorno a la máxima categoría, le invitó a conocer las instalaciones, Neftali lo tuvo claro. «Ya tenía claro que quería jugar en el extranjero, pero aquello me convenció de que allí tenía que estar». No en vano, el Vejle tiene un campo nuevo para 10.000 espectadores, centro de entrenamiento, todo tipo de facilidades para los jugadores... «Es una estructura muy profesional. Lo cuidan todo al detalle», explica el alicantino, que viajó a Dinamarca con su novia, y a quien el club le ha puesto casa y coche. «No me puedo quejar. Cualquier cosa que les pido me lo dan. Y la gente de aquí me ha sorprendido. Es muy abierta y muy amable».
Vejle tiene 50.000 habitantes y se encuentra cerca de Aarhus, la segunda ciudad más poblada de Dinamarca. «Estamos a media hora y solemos ir hacia allá», explica Neftali, quien recuerda que al principio se vio sorprendido por las costumbres, «y sobre todo por el tema de la luz. Enseguida se hace de noche en invierno».
Pero ahora está integrado y feliz en su nuevo club, con el que espera jugar la temporada que viene en Primera. «Aquí con la afición pasa como en todas partes. Cuando vas bien, la gente acude. Eso sí, los ultras no fallan nunca». Ahora están de pretemporada, porque la Liga se paró a finales de noviembre y se reanuda en marzo. «En verano apenas tenemos un par de semanas de descanso», apunta.
Guillermo Vallori (Grashoppers, Suiza)
Su caso tiene similitudes con Neftali, ya que ambos jugaron en la Peña Santa Eulalia, y fueron recomendados al Grasshoppers. La diferencia es que Vallori llegó hace cuatro años a la liga helvética y se quedó en Zúrich, donde ha vivido buenos momentos, como jugar en competiciones europeas, pero este año sufre la parte negativa. «Hemos terminado la primera parte de la temporada últimos. Entre los problemas económicos del club y que hemos tenido un montón de lesionados, las cosas no fueron bien. A ver si ahora salimos de ahí abajo».
Vallori es titular indiscutible en su club. Tal es su peso que frente al Thun tuvo el privilegio de llevar el brazalete de capitán de un club con la historia del Grasshoppers (27 ligas y 18 copas suizas). «Ya lo había hecho en amistosos, pero aquella vez fue la primera en partido oficial», explica. El balear no se arrepiente en absoluto de la decisión que tomó en su día de salir de España, ya que pasó de jugar en Tercera a la primera liga helvética. Ahora, a sus 28 años y tras cuatro en Suiza, piensa en el futuro, que pasa por cambiar de país, aunque ve complicado regresar a España.
Ubay Luzardo y Roberto Losada (Kitchee, Hong Kong)
Hay quien ha decidido seguir con su carrera deportiva fuera de Europa, y en una liga exótica, como es la de Hong Kong. Diez son los equipos que forman la máxima categoría, y entre ellos está el Kitchee, un club que tiene un acuerdo de colaboración con el Barcelona y cuenta con seis futbolistas españoles, además del entrenador. Todo ayuda a hacer el cambio de vida un poco más llevadero, aunque tanto Ubay Luzardo, canario procedente de la Tercera Catalana, como Roberto 'Chino' Losada, un futbolista conocido en España tras haber jugado en el Oviedo, Mallorca, Valladolid y Las Palmas, reconocen que Hong Kong es una ciudad «apasionante, pero con un ritmo endiablado».
Luzardo, defensa central, recibió una llamada de Josep Gombau, técnico del Kitchee, que le conocía del fútbol catalán. «Al principio me sorprendió, pero lo vi como una nueva oportunidad. Y no me costó decidirme, ya que tenía la idea de ir al extranjero». Losada, por su parte, se quedó en verano sin equipo. Tras jugar con la AFE en Holanda, llegó el ofrecimiento de Hong Kong y no se lo pensó. «Tenía ganas de conocer otra manera de vivir el fútbol, así que cuando me lo plantearon, no me costó porque estoy acostumbrado a ir de un lado a otro», explica el delantero de 34 años.
Lo que se han encontrado en Asia es una cultura totalmente diferente y una competición «menor, en un país donde la pasión se la llevan las carreras de caballos y sus apuestas», dice Losada. Pese a todo, «aunque no va mucha gente, si nosotros jugamos contra el Southchina, que es el equipo más fuerte, pueden vernos 15.000 o 20.000 personas». Luzardo coincide en reconocer que «son los más fuertes. Tiene jugadores como Kezman (exAtlético) o Butt (ExManchester), y puede tener un nivel como un Segunda».
Al ser tantos españoles en el equipo, la adaptación ha sido más sencilla. El club les pone la casa -«coche no, porque esto es una locura y nos movemos en metro»-, entrenan por la mañana, y por la tarde «aprovechamos para disfrutar de todo lo que hay aquí». De cara al futuro, Luzardo se ve de vuelta a Europa, mientras Losada reconoce que «no descarto nada. El club está contento conmigo y no me importaría quedarme a vivir aquí».
Pablo Coira (Honved, Hungría)
Pablo Coira ha vivido a sus 31 años todo tipo de experiencias. Formó parte de la selección sub'20 que ganó el título mundial en Nigeria, de la mano de Iñaki Sáez. Pero el entonces lateral derecho no terminó de confirmar lo que se esperaba de él e inició un periplo que le llevó por Celta, Compostela, Alavés, Recreativo, Aris -su primer contacto con el fútbol extranjero- y Espanyol B. Tras no lograr dar el salto al primer equipo, el gallego decidió que era el momento de irse de nuevo fuera de España. «Estaba sin club y Massimo Morales, que me conocía del Celta y era entrenador del Honved, me llamó. Lo vi como una buena opción para seguir jugando».
Así que, a comienzos de 2010, Coira se enroló en un histórico del fútbol -«el club de Puskas»-. «No hace muchos años, se hacía raro ir al extranjero, pero ahora está a la orden del día. Una experiencia así te enriquece como jugador y también como persona. Además, el jugador español está muy bien valorado en el extranjero», explica Coira, que admite que «irme a Hungría me generaba cierta incertidumbre, pero me adapté muy bien, porque Budapest es una gran ciudad y del club me llevé una grata impresión».
En cuanto al aspecto económico, el gallego considera que «tal y como está la cosa en España, sí que compensa salir. Antes no había necesidad de marcharse porque había buenos contratos, pero ahora, en muchos casos, compensa claramente». A nivel deportivo no tiene quejas. «Desde que llegué he jugado y encima en un nuevo puesto. El técnico me puso de medio centro y me he adaptado muy bien».
Iñaki Bea (Wacker Innsbruck)
Viejo conocido del fútbol español, Iñaki Bea se ha embarcado a sus 32 años en una experiencia de la que no tiene más que palabras positivas. «Estoy encantado, he recuperado la ilusión por el fútbol y, ahora mismo, no volvería a España a jugar en Segunda», reconoce.
El defensa alavés, que jugó en Primera con el Valladolid de José Luis Mendilíbar, tuvo una mala experiencia la pasada campaña en el Murcia, que descendió a Segunda B. Ya desde que salió de Zorrilla valoraba la opción de irse al extranjero, así que el verano pasado retomó esa posibilidad. «Aunque tenía claro que no me iba a cualquier país. El dinero no lo era todo en este caso», matiza el jugador.
Y llegó el interés del Wacker, un histórico de Austria que había vuelto a la máxima categoría. «El entrenador me vio y me dijo que necesitaban un defensa con experiencia, como yo. Y todo se hizo muy rápido». Tanto que el 8 de julio de 2010 se fue para Austria «y dos días después el míster me hizo jugar contra el Bayer Leverkusen de Heynckes. Aprendí las tres palabras básicas para entenderme y adelante», recuerda. Ahora ya es otra cosa, «porque he metido muchas horas de estudio». Bea vive en un pueblo a seis kilómetros de Innsbruck, -«el club me pone casa y coche»- y explica que, a nivel económico, en Austria se está bien. «Un sueldo medio en el Wacker puede estar en 70.000 euros netos, mientras que en el Rapid de Viena, un jugador puede llegar a ganar un millón de euros brutos», resume. El defensa vasco, que ahora tiene la compañía del también español Carlos Merino, insiste en que está encantado. «Si juego ocho partidos más renuevo y lo estoy deseando, porque vuelvo a ser feliz».
Ángel Viña Berlanga (Auckland City)
¿Qué hace un madrileño jugando al fútbol a casi 20.000 kilómetros de su casa? «Acabé aquí como pude acabar en otro lado. Acabé INEF en Madrid y decidí cambiar de aires. Siempre me llamó la atención Oceanía y decidí irme a aprender inglés. Me puse en contacto con un entrenador catalán que trabajaba en el Auckland City y me dijo que si iba para allá podía probar, y si funcionaba me podía quedar. Y así fue como llegué a Nueva Zelanda», explica este defensa de 23 años que salió del Rayo Majadahonda.
Ángel Viña se fue a lo desconocido y al llegar a Auckland se encontró con un club «familiar, pero que está muy bien organizado. No son profesionales porque la federación de Oceanía no les deja», admite. A nivel competitivo sería «como un equipo de Segunda B bajo, aunque las instalaciones son de lo mejor. A los partidos van unas 1.000 personas, porque aquí el fútbol ocupa un lugar pequeño. Pero se sigue mucho el fútbol europeo».
La vida «es muy relajada. El cambio más complicado es el idioma, pero me apaño bien. Además, acaban de llegar dos españoles». Viña, que es titular, sueña con ganar la 'O-League'. «Si seguimos así lo podemos lograr y el año que viene jugaríamos el Mundialito de clubes de Japón», afirma, a la vez que, en el aspecto personal, confía en poder dar el salto a la liga de Australia, más competitiva.
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