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Sergio Herrero
Martes, 22 de febrero 2011, 16:08
Sus pilares, roídos por el tiempo, sustentan 52 años de piragüismo en Santander. Los cristales de sus ventanas, con alguna que otra grieta, ofrecen una nostálgica vista de la bella Bahía donde los pioneros de este deporte en la región bregaban con el mar. Apenas le quedan unos días de vida. Ha llegado su cuenta atrás. En breve, el vetusto edificio que alberga al Club Cantabria Multisport -antiguamente Piragüismo Santander-, en la ladera de San Martín, será derribado dentro de las actuaciones del Proyecto de Reordenación del Frente Marítimo. El fundador de la entidad, Pedro Calderón -o Pedrín, como le conocen cariñosamente-, no quiere suerte, sólo quiere un local «para poder seguir haciendo piragüismo» a sus 73 años de edad. El único cobijo para el futuro más próximo es la incertidumbre de no saber qué pasará con el material, los catorce jóvenes deportistas y todos los recuerdos.
La historia del piragüismo en la capital cántabra se remonta a los años 30, cuando el padre de Pedrín, Agustín Calderón, junto con otros jóvenes de Santander, crearon el Club Promontorio, muy cerca de donde, por poco tiempo, descansan en la actualidad las piraguas -varias de ellas cincuentenarias- y algún que otro hergómetro totalmente artesanal. Construyeron una caseta donde guardar el material y desde allí se echaban al agua o se colgaban de la cucaña. Todas sus actividades tenían que ver con el mar.
Ese amor por este deporte lo heredó un joven Pedrín, que fundó el Club Piragüismo Santander en el balneario de La Magdalena. Posteriormente se produjo el traslado a lo que, por aquel entonces, era una tejavana y terminó convirtiéndose en el taller de la familia y que dio cobijo a la entidad. El edificio que, en estos días, recibe la extrema unción. Pedro Calderón ama este deporte y este deporte le trajo el amor. Entre palada y palada conoció a su mujer, Esther Díez, árbitro internacional de piragüismo. «Éste es el recuerdo de muchos años. Toda una vida», comenta Calderón.
De esa relación nació una persona, que con su proyección, impulsó el club: Agustín 'Keko' Calderón, olímpico y actual presidente de la Federación Cántabra. Cuando el pequeño 'Keko' contaba con doce años, su condición de promesa hizo adecuar las instalaciones para el entrenamiento de alguien que podía llegar a ser importante surcando las aguas. Así se creó la planta superior del edificio, donde aún permanecen las últimas embarcaciones que faltan por sacar del lugar. El joven Agustín llegó a participar en los Juegos Olímpicos de Atlanta y finalizó quinto en la prueba de K1 1.000 metros. La filosofía de su padre es que si un club «tiene un atleta que entrena de verdad, debe volcarse con él». Así lo hizo con su hijo. Ahora, la figura más destacada que ha dado este equipo ve la situación con bastante menos optimismo que su padre: «Es la sentencia del club. Hoy en día no hay ninguna alternativa. Además, este sitio era ideal. No es fácil encontrar un lugar tan cerca del mar».
Nuevos deportes
En la década de los noventa, se les ofreció la posibilidad de trasladarse hasta el Barrio Pesquero, pero la intensidad del tráfico marítimo desaconsejaba su marcha al nuevo emplazamiento. Sin embargo, se produjo una escisión. El Piragüismo Santander se marchó al Pesquero y en el taller de la familia Calderón se continuó la labor deportiva a través del equipo Cantabria Multisport, que amplió su ámbito del piragüismo al cuadriatlón -bicicleta, natación, piragua y carrera a pie-, con la llegada de varios deportistas provenientes del triatlón. Es el caso de Fermín Rodríguez, actual vicepresidente. Él, aunque lleva menos tiempo entrenando en San Martín, se muestra dolido. «Aunque se oía el 'run-run' hace tiempo, nos ha pillado con el pie cambiado».
En esta nueva disciplina, el equipo llegó a lo más alto, proclamándose campeón del Mundo y trayendo a Cantabria, concretamente a Maliaño, en 1998, la celebración de la Copa de Europa. El equipo que participó en la prueba de Punta Parayas estaba compuesto por el ciclista David Gómez -sustituyó a Óscar Freire, que partía dentro del equipo-, el nadador Fernando Cabellos, Félix Javier Martínez en la prueba a pie y 'Keko' Calderón a la piragua.
Pedrín y Fermín se ven en el local. Planifican el traslado, ordenan recuerdos y buscan soluciones. «A ver si algún ayuntamiento tiene interés por formar una escuela de piragüismo y nos ayuda», dice Fermín. No les queda otra. Por el momento, el material está siendo trasladado, como opción de emergencia, a diversos locales aportados por gente del club y a una de las naves de la zona de Gamazo, que también será derribada en breve. «Dejad a mano mi piragua de madera -con más de cuarenta años de antiguedad-, que si no salgo al agua con ella, me muero», bromea Pedro.
Fermín se marcha. Tiene una cita. Pedrín, aparentemente, se queda solo en el edificio, pero está en buena compañía: «Me quedo un rato entreteniéndome con las piraguas». Es su forma de despedirse de una estructura entre la que ha transcurrido una gran parte de su vida. Un 'adiós' siempre es difícil, por eso no quiere que sean dos las amarguras. «Yo sólo quiero un local para que esto siga durante los años que me queden».
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