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Candelas Gala retrató a Blanchard en su regreso a Santander. :: D. PEDRIZA
«Persiste un gran vacío crítico sobre el significado de la obra de Blanchard»
ARTE

«Persiste un gran vacío crítico sobre el significado de la obra de Blanchard»

La investigadora cántabra, profesora en EE UU, diseccionó en el Centro Matilde de laTorre los mundos infantil y femenino de la gran pintora santanderina Candelas Gala Ensayista y profesora

GUILLERMO BALBONA

Jueves, 10 de marzo 2011, 01:10

Las distintas facetas de la obra de la pintora santanderina María Blanchard y su «original contribución al arte del siglo XX» recorren buena parte de la labor investigadora de la ensayista cántabra Candelas Gala. Afincada en Estados Unidos, donde ejerce la docencia en la Universidad Wake Forest de Carolina del Norte (EEUU), regresó ayer a Santander invitada por el Centro Cultural Matilde de la Torre que dirige Marisa Samaniego. La autora, que está convencida que ha existido hasta el momento una visión limitada de Blanchard, ya participó en un acto organizado por la Fundación Gerardo Diego con motivo de las jornadas sobre el poeta santanderino y el 27.

La especialista une a su labor de docente la dirección de los programas de estudios que su centro académico mantiene en conjunción con la Universidad de Salamanca. En perspectiva contempla la publicación de un ensayo en el que asoma la poesía de voces como la de Gerardo Diego, la física y el cubismo, y trabaja en un perfil de la única poeta del ultraísmo.

-Centró ayer su intervención en la huella infantil en la obra pictórica de María Blanchard. Esas figuras recurrentes, ¿vertebran un estudio de su pintura? ¿Permiten definir la personalidad artística de la pintora santanderina?

-Creo que sus cuadros de niños presentan un aspecto de la pintura de Blanchard enfocado en la figura humana; distinto, por tanto, de sus cuadros cubistas donde el enfoque es en el objeto. No por ello se les puede considerar «cuadros realistas» ya que muestran una dimensión psicológica y una ambivalencia que los carga de riqueza semántica.

-Usted siempre subraya que Blanchard no es tan conocida como se esperaría de una creadora de la calidad de la santanderina; y al igual que otras mujeres artistas, no ha recibido siempre la atención que se merece. ¿A qué se debe, en su opinión, este doble déficit en el tratamiento y conocimiento y valoración de su pintura?

-Efectivamente; creo que Blanchard, como otras pintoras, y artistas y escritoras, en general, no han sido estudiadas del mismo modo que sus equivalentes masculinos. Esta ha sido la situación en la crítica por mucho tiempo. Las cosas están cambiando debido a que el canon literario y artístico ha empezado a incorporar a mujeres y otras minorías que antes se excluían sistemáticamente. Los programas de estudios sobre el género, por ejemplo, existentes en universidades, han servido para alterar el canon y, de ese modo, prestar atención crítica a obras y autoras/autores ignorados tradicionalmente, ya por ser mujeres, ya por venir de países y culturas fuera del ámbito occidental. Cuando yo hice mis estudios, la obra de Rosalía de Castro, no se estudiaba; ahora se incluye junto con la de Bécquer y otros románticos. Ese es un ejemplo. En el caso de Blanchard, aún hay un vacío grande en la crítica, y cuando se habla de ella, los críticos la comparan con artistas como Juan Gris, Diego Rivera o Jacques Lipchitz, a quienes Blanchard conoció en París, concluyendo, en la mayoría de los casos, en que la obra de la pintora es una imitación. O bien, por otro lado se consideran sus cuadros como reflejo de su biografía, con lo que la obra en sí parece dejarse de lado en favor de otros aspectos.

- Según su experiencia, entonces, ¿la situación se va corrigiendo?

-Tanto la crítica como los libros de texto y otras obras oficiales han sido escritos tradicionalmente según un canon patriarcal que determinaba quiénes eran los autores de importancia y cuáles eran sus obras maestras. En este recuento, las mujeres no han salido bien paradas. Pero, como ya indiqué, esta situación se va remediando y hoy día, al menos en los programas de literatura de EEUU, las mujeres y otros grupos minoritarios forman parte del currículo.

- ¿Cree que Blanchard de haber vivido más años podría haber sido una especie de Frida Kahlo española?

-Interesante pregunta que supongo se debe a que ambas fueron víctimas de un accidente que les produjo gran dolor en sus vidas. Kahlo hizo de su dolor materia de su arte. Blanchard lo llevó por otros derroteros debido, quizá, a que vivieron en lugares distintos con influencias contextuales diferentes.

- ¿Existe una mirada propia o renovada de la mujer y lo femenino en la obra de Blanchard?

-La crítica ha determinado que sus cuadros sobre niños -o algunos de ellos-, suponen la venganza de Blanchard por el sufrimiento que los niños le hicieron pasar cuando, andando por las calles, se reían de ella y de su joroba. Yo más bien creo que la mirada de Blanchard en sus sujetos infantiles no es de venganza, sino de comprensión y denuncia. Sus niños parecen encerrados dentro de trajes emperifollados que les impiden el libre movimiento y que, en vez de favorecerlos, los hacen parecer adefesios. En este caso, Blanchard los entiende. Con respecto a los cuadros de mujeres haciéndose la toilette, lo que Blanchard destaca no es tanto a la mujer en la tradicional pose de la Venus ante el espejo; es más bien la mujer ante el espejo trenzándose el pelo, el signo de sexualidad, que ella, en un juego de manos que la pintora presenta con mucha maestría, se está representando a la vez que auto-creándose como sujeto. El pensador francés Roland Barthes, escribiendo sobe la fotografía, habla del 'punctum', aquel aspecto que «punza» al espectador, algo que resalta en la fotografía y que es distinto para cada espectador. Creo que en estos cuadros de tocador el punctum, al menos para mí, son las manos de la mujer peinándose, trenzándose el pelo en un giro casi de arabesco en el que se nos va forjando su propia imagen. En algunos desnudos, muy pocos, que pintó Blanchard, la mujer no es el objeto pasivo bajo la mirada del pintor hombre. Es más bien una mujer que, mostrando su cuerpo, lo encubre al mismo tiempo. Lo que punza en estos cuadros es la incomodidad que se percibe en la modelo, entre exponerse y cubrirse.

-¿Y la maternidad, uno de sus iconos?

-Blanchard no ofrece la representación idealizada de madre e hijo. Se trata más bien de una madre que mira directamente al espectador, que sostiene a su hijo en los brazos; madres por lo general jóvenes, de clase trabajadora que nada tienen de la idealización tan común en cuadros sobre este tema. Con estos ejemplos indico que su tratamiento difiere del que tradicionalmente se ha hecho, generalizando, por artistas masculinos.

-Las subastas y el coleccionismo parecen desmentir el olvido de su obra. ¿más bien debe hablarse, tras esos signos de mercado, de incomprensión y dimensión popular limitada?

-Debo confesar que no estoy al tanto de los precios que se vienen pagando por los cuadros de Blanchard. Es posible que la obra de Blanchard haya sufrido de la incomprensión popular. Insisto, sus niños, sus figuras de mujeres y sus madres no responden a las expectativas, de ahí que algunos hayan podido rechazar una obra que no se corresponde con sus ideas de lo que una mujer debiera de pintar y de cómo debiera pintarlo.

-En este contexto, ¿qué cabe esperar de una muestra antológica como la que prepara el Reina Sofía para 2012?

-Me parece un proyecto estupendo. Hace unos años en Washington tuve la suerte de ver una exposición de Remedios Varo. Lo que se proyectó como exposición pequeña y limitada en cuanto al tiempo tuvo tal éxito que se prolongó con un número de visitantes considerable cada día. No me extrañaría nada que algo parecido ocurra cuando se pueda ver una buena muestra de la obra de Blanchard.

-¿Qué le condujo hasta Blanchard, y qué le sigue atrayendo de su obra?

-El interés viene de atrás y se puso a la delantera en mi trabajo cuando estaba escribiendo un libro que saldrá el año que viene sobre las vanguardias de comienzos del siglo XX. Estaba estudiando las conexiones entre la poesía de aquel periodo con la física y el cubismo, cuando María y sus cuadros surgieron junto con los de Gris, los Delauneys, Gleizes y otros. Se ha hablado mucho de los posibles enlaces entre el cubismo y la teoría de la relatividad, temas que forman parte del libro en el que trabajaba. A raíz de eso, me metí de lleno en los cuadros cubistas de Blanchard y de ahí al resto de su obra.

- En qué trabaja ahora?¿Prepara algún estudio?

-He completado ese libro citado en el que abordo la obra que poetas como Gerardo Diego, Lorca, Larrea, Concha Méndez, Guillén, Alberti y Salinas escribieron en la década de los 20 a través del prisma de los grandes avances en la física. Es sorprendente ver el impacto que dichos avances tuvieron en su obra; leer sus poemas desde este ángulo ofrece nuevas perspectivas. Ahora trabajo sobre la obra de Lucía Sánchez de Saornil, la única mujer poeta del ultraísmo, además de ser anarco-sindicalista; también he completado estudios sobre Juana Castro y Concha García.

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