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PPLL
Viernes, 18 de marzo 2011, 01:20
En los últimos años ha habido una fiebre narrativa en España con el asunto de la Guerra Civil. Ha habido hasta quien ha intentado la parodia del 'género' intentando seguir, fallidamente, el ejemplo cervantino y su quijotesco finiquito a la novela de caballerías. Pero lo que no había habido es una novela como la del asturiano Rafael Reig, que consiste en una copiosa mezcolanza de géneros. En 'Todo está perdonado' el lector va a poder toparse con el relato policíaco y el histórico, el realismo costumbrista y la fabulación de la obra de ficción, el texto de mensaje político, la crónica deportiva y el ensayo sociológico. Digamos que en ella los géneros van confluyendo como las épocas que abarca: la España del presente, la de la Transición, la del tardofranquismo, la del desarrollismo, la de la posguerra y la de la contienda del 36. Todo ello a partir del asesinato de Laura Gamazo por envenenamiento el mismo día en que se casa. Laura es un ejemplar burgués que representa la tercera generación de los vencedores de la Guerra Civil y la hija de Perico Gamazo, un empresario que, gracias a sus contactos familiares, pudo prosperar económicamente durante la Dictadura y que ahora, tras la tragedia, no duda en recurrir para que resuelva el caso, a Antonio Menéndez Vigil, agente de inteligencia jubilado y antiguo guardia civil cuyo padre a su vez había hecho una profunda amistad con el del primero cuando ambos fueron encerrados por el bando republicano en el mismo calabozo durante la época de la citada guerra.
En la novela hay un momento en el que Gamazo le propone a Menéndez que sea 'su Castresana' refiriéndose al hombre que había sido el brazo derecho de su propio padre y que había compartido tanto celda como penurias con los otros dos. El peso de los nexos familiares como gran instrumento de cohesión complementario con el bélico y con el ideológico en el bando vencedor durante el franquismo es una de la tesis del libro, que se recrea en describir y relatar con un simplismo un tanto histriónico aunque no exento de una evidente base real el 'mamoneo' de los poderosos del régimen para que sus hijos «ganaran la paz» como ellos habían «ganado la guerra». Para cualquier historiador -ya que la novela aspira a 'histórica'- el esquema de Reig le resultaría un poco ingenuo y maniqueo ya que la sociedad franquista fue algo más permeable de lo que aquí se nos pinta y, en sociedades como la vasca o la catalana, les permitió acceder al enriquecimiento económico a sectores empresariales nacionalistas y perdedores de la Guerra Civil.
Otro elemento sociológico que toma gran protagonismo en la novela es el fútbol. De hecho, ya en las primeras páginas se alude a la fase eliminatoria de la Eurocopa superada por España al ganar a Irlanda del Norte en 2007 y al camino que tendría que abrirse hasta llegar en 2008 al gran triunfo final. El propio Menéndez se enfrenta al encargo de Gamazo atento a los partidos de aquel campeonato y al mismo tiempo a su 'memoria histórica'. El texto pasa, de este modo, a menudo, sin transición ni democrática ni totalitaria, del coloquialismo más ramplón y caricaturesco al clásico tono del análisis psico-socio-político a los que nos tenían acostumbrados las revistas freudianas-marxistoides de la década de los setenta, oscilando vertiginosamente entre el fresco casticista -en momentos casi expresionista- y la inevitable pedantería de aquella clase de piruetas analíticas, siendo incluso capaz -y esto es lo mejor del libro- de producir una cierta nostalgia por una manera de escribir que ya no se estila y que nos remite a las novelas de Luis Martín Santos, Miguel Espinosa o José Luis Sampedro.
Particularmente significativas son, en este sentido, las páginas 'pseudo-orwelianas' que nos describen dos capitales en el Madrid de 1963. Por un lado, la Ciudad Deportiva del Bernabéu, «formada por los españoles de bien que habían superado la lucha de clases y sólo querían vivir y trabajar en paz, como en Inglaterra o en Suecia, pero con sol, gazpacho y goles». Por otro lado, la Ciudad Subversiva a la que sólo se accedía por un «enlace del Partido» y donde vivían «desde los obreros descontentos a los señoritos con mala conciencia» o «la iglesia peregrina del resentimiento social». Da a veces la impresión de que ésta no fuera una sino varias novelas, una amalgama de retazos de distinta procedencia que Rafael Reig hubiera tomado de distintas etapas de su trayectoria narrativa. Y, sin ninguna duda, las páginas más capaces de enganchar al lector de 'Todo está perdonado' no son las de la investigación criminal sino ésas que le llevan a un pasado genuinamente vacuo, deprimente e imperdonable de la historia de este país.
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