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Domingo, 27 de marzo 2011, 10:51
Charangas, gaitas, trajes regionales, olor a sardinas, todo el mundo en la calle, pañuelos conmemorativos... y esos otros de papel para las lágrimas. Ayer fue el día de la inauguración del nuevo puerto pesquero-recreativo de Laredo y más de cuatro mil pejinos desfilaron orgullosos por los nuevos diques, con la emoción de saberse protagonistas de un acontecimiento histórico reivindicado por generaciones. En la mente de todos, los que no llegaron a verlo: «hay un agujero en el cielo por donde nuestros bisabuelos, abuelos y padres estarán contemplando nuestro querido puerto». Así se expresó el alcalde de Laredo, Santos Fernández Revolvo, para quien un solo día así da sentido «a toda una vida política». Lo dijo en un acto multitudinario que se celebró en las instalaciones de la marina seca, que abrió la Salve Marinera y en el que muchos lloraron. El primero, el patrón mayor, Braulio López, ovacionado por sus paisanos en un día especialmente dedicado a los pescadores de Laredo. «El sueño se ha hecho realidad», acertó a decir.
Ese «sueño» se escribe en cifras millonarias: Costó 77,2 millones de euros, 45,8 los aportó el Gobierno de Cantabria y, el resto, la empresa concesionaria, Marina de Laredo, que tiene los derechos de explotación por 40 años.
Una década después...
Pero también se escribe en años, trámites, esperanzas, dudas y disgustos. Fue un proceso largo, explicó el director de Puertos de Cantabria, José María Díaz, que se gestó en 2001 con el primer proyecto y que necesitó de «mucha colaboración institucional, esfuerzo empresarial y paciencia del pueblo» para verlo concluido. En total, las obras duraron cinco años, en los que no pasaba un mes sin que el regidor preguntase cuándo terminarían. Por el medio, se quedan para el recuerdo el temporal de diciembre de 2007 que destrozó el dique de abrigo, los esfuerzos por reconstruirlo y el nuevo embate de las olas de marzo de 2008. Las dificultades se fueron superando y el dique dio paso al contradique, a la dársena pesquera, la deportiva, la gasolinera, la depuradora, el edificio de Capitanía Marítima, la marina seca... Todo con el trabajo de 1.420 personas de todo tipo de profesiones y oficios, de ellas 1.068 cántabras, que vieron nacer y culminar el proyecto, según destacó el director de Marina de Laredo, Antonio Bocanegra.
Precisamente, todos anhelan que ese empleo que creó se multiplique ahora. Nadie duda de sus posibilidades. «Será un referente en el Cantábrico, en materia pesquera y deportiva, y va a traer empleo y riqueza», destacó el consejero de Obras Públicas, José María Mazón, quien recordó que todavía le quedan dos obras fundamentales: la lonja y la fábrica de hielo, que cuentan con un presupuesto de tres millones de euros más.
El cierre de la ronda de discursos se reservó para el jefe del Ejecutivo, Miguel Ángel Revilla. Estaba exultante. Como Revolvo, también para él momentos como el de ayer «hacen que la vida merezca la pena». Presidir la inauguración del puerto fue el colofón de una semana en la que dijo que no paró de llorar. Primero, con el tanque de ingeniería marítima, después con el buque 'Cantabria' y ahora con el puerto de Laredo. «Las cosas tardan, pero ni un solo proyecto, ni uno de los que yo he prometido o firmado en servilletas de bares está sin hacer o sin haber empezado». Así se entiende, añadió, que no se coja vacaciones. «Estoy más feliz que si Berlusconi me invitara a dar una vuelta con esas amigas por el mar», espetó, antes de clamar que «hoy Laredo es más Laredo y Cantabria más infinita», y hacer campaña: «como tenga el privilegio de seguir cuatro años más voy a dejar Cantabria a la cabeza de España y referencia de Europa». Ganas para continuar no le faltan, ni tampoco salud, aclaró: «tengo casi 69 años, la cabeza me funciona como nunca y en Valdecilla me hicieron una revisión para otros 100.000 kilómetros. Estoy como una moto y esto es una inyección en vena para seguir».
Tan importante fue para él estar en Laredo, que canceló su presencia en La Noria, y prometió a los presentes que el sábado que viene cantará las alabanzas de Laredo, de su playa, de sus gentes y de su puerto.
La marina seca, con su extraña acústica, retumbó al final con los ¡Vivas!, con toda la gente en pie, «por Laredo, por Cantabria y por España».
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