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NACHO CAVIA
Domingo, 24 de abril 2011, 12:19
Cintia González Hoyos, directora de la Escuela Municipal de Arte, ha sido la artífice de la restauración de los cabezudos tradicionales de Los Corrales de Buelna, después de haber permanecido durante más de tres décadas olvidados en los almacenes municipales. Rubén García, presidente de la Sociedad Cultural Rebujas de San Mateo, es el responsable de su búsqueda y, posteriormente, de encontrar a la persona o personas que pudiesen restaurarlos . Y el Ayuntamiento, ha sido el promotor, finalmente, de su restauración. El concejal de Cultura de Los Corrales, Valentín Aguado Quintial, acogió la idea de la Peña Rebujas y la directora de la escuela municipal zanjó el asunto con un proyecto avalado por todos y que ya ha dado sus frutos.
Cintia González explicó que, en principio, los viejos cabezudos tenían apolillado el aro que sujeta la figura y la aguanta sobre los hombros del portador. Fue la primera acción sobre ellos. Hubo que sustituir esas sujeciones, a la vez que se trabajaba a fondo sobre la estructura, tras muchos años de esperar de nuevo la luz en lugares nada apropiados. Están hechos en papel maché y «bastante han aguantado», apunta la directora de la Escuela Municipal. Están hechos sobre papel de periódico, material tan deteriorado que ya incluso dejaba ver las noticias que recogía la prensa en el momento de su confección original.
Agujeros, rayones y deformaciones han ido desapareciendo con el tratamiento de la directora de la escuela, aplicando pastas especiales, pinturas, barniz. Con todo, se ha recuperado la forma original. Eso sí, tras pulir, lijar la superficie, y volver a hacerlo una y otra vez, cada una con más cuidado. La decoración ha llegado al final, también manteniendo el formato original.
Y lo que más llama la atención es verlos aflorar de nuevo, desatando los recuerdos de los que hace tres, cuatro décadas eran unos niños, pero que han seguido manteniendo en sus cabezas los miedos de cuando, en aquellas fiestas de San Juan, no faltaban los cuatro cabezudos de Los Corrales de Buelna. Aún faltan pequeños detalles, como barnices especiales para preservar las figuras, pero ya se ve el resultado final. Quienes se acercan hasta la Escuela de Arte coinciden: los niños se apartan rápidamente, mientras que los mayores recuerdan las carreras que dieron tras las escobas de los cabezudos. Cargar con ellos no será demasiado engorroso. Metro y medio de alto y unos cinco kilos de peso.
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