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NACHO CAVIA
Sábado, 11 de junio 2011, 02:13
Responde a la entrevista de camino a Los Corrales de Buelna, donde hablará dentro de la Semana de la Montaña. Con un talante envidiable hace un hueco y contesta. Llega a un valle montañero, donde la expectación por tenerle cerca, por ver a un icono del alpinismo mundial es algo comparable con la pasión que levantan las grandes estrellas mediáticas de los deportes de masas. Es César Pérez de Tudela. Una leyenda viva. Inconfundible para toda una generación y un referente para las nuevas hornadas.
-¿Para quienes crecimos con sus proezas, que es ahora del gran César Pérez de Tudela?
- Sigo en el camino de las cimas, totalmente dedicado a esta creencia, escalando, escribiendo y pensando en estos preciosos simbolismos.
- ¿Qué diferencia marca 'su' alpinismo con el de los actuales Oiarzabal y compañía?
- Oirzabal es una espléndida excepción, ya que antes practicó el alpinismo tradicional. Es verdaderamente un alpinista y un escalador que se ha visto inserto en esta desgraciada época de récord y de carreras, en la que las recompensas materiales son más generosas. Mi alpinismo es el de siempre, el tradicional, el que se estimó que era una de las escuelas formativas mejores para la vida, más eficaces en el desarrollo de valores humanos y sociales, el de la solidaridad y el compañerismo, el de saber orientarse en la vida y en la montaña, abriendo camino entre la niebla, no el solo hecho deportivo, basado en seguir huellas de otros, agarrándose a las cuerdas que unos trabajadores de la montaña habían puesto para que unos señoritos pudieran alcanzar la cima. Esto que tanta fama tiene y que ahora se practica en el Himalaya, y se divulga y se admira, no es el alpinismo de siempre, es otro deporte con mucha menos perspectiva y profundidad, aunque también requiera esfuerzo y también tenga riesgo.
- ¿Pura competición, espectáculo?
- Ésta, como cualquier otra actividad del hombre, es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Esta sociedad es demasiado competitiva, lo dicen los economistas que saben mucho pero aciertan poco, y todo se ve exclusivamente desde el concepto excesivamente materialista. Y el exceso de positivismo no es bueno para la vida. Yo como estudioso de la metafísica, creo en los valores espirituales, en la ética de las conductas, en el esfuerzo limpio, en el compañero antes que en la cima. Ahora hay que subir sin oxígeno, aprisa, una montaña detrás de otra, ganar el reto que inventaron otros, ser famosos, ganar mucho, subir con las mejores ayudas, casi nadie -son los menos- los que viven y suben por sí mismos.
- ¿El material de ahora ha cambiado las reglas de la montaña?
- Es mucho más técnico y de mayor calidad. Menos congelaciones, mayor ligereza y confortabilidad, además de ser mucho más seguro (cuerdas, piolets, tiendas, sacos de dormir, ingenios técnicos para la escalada etc.) pero por sí mismo no creo que hayan podido cambiar las reglas del juego del alpinismo.
-¿Y la montaña, es lo único que no cambia? ¿O también?
- Claro, también ha cambiado siguiendo la moda, aunque hay que decir que solo se divulgan las montañas de los récords, los 'ochomiles'. Desgraciadamente los medios de comunicación están pensados exclusivamente para las masas. No se divulga lo mejor, sino lo que es más fácil de entender, lo que parece más aunque no lo sea. El gran alpinismo solitario, el de la cordada, el de abrir la ruta, sin sherpas, ni servidores, este permanece inmutable y sigue haciéndose, pero no trasciende a la fama.
-¿La irrupción de las cámaras en la intimidad de las montañas ha cambiado el espíritu de lo que era un mano a mano entre hombre y naturaleza?
- Efectivamente, así es y a mí que fui uno de los primeros que comenzó a contar estas aventuras en el Himalaya no deja de sorprenderme el ir viendo como el periodismo está presente en los 'ochomiles', enviados especiales, contando lo que dicen los protagonistas, momento a momento. Y claro se entrevista en caliente, en situaciones límite y se dicen frases que tras la tranquilidad de un descanso no se dirían.
- Dejando de lado tanto cambio, ¿Qué es lo que queda después de una gran cumbre?
- El recuerdo, la vivencia que puede ser trascendente. Esa alegría permanente y que influirá en cada uno de los actos de nuestra vida.
- ¿Qué es más complicado, sobrevivir a una gran escalada o a una candidatura política?
- Conozco la experiencia de ambas locuras. Es más noble la lucha en la montaña, aunque la ambición política debiera también serlo. La política no es desgraciadamente ese arte y ese esfuerzo por lograr la mejor convivencia entre humanos.
- ¿Qué hace en su tiempo libre que no tenga que ver con la montaña?
- Estudio a los grandes filósofos idealistas para investigar el por qué de esta actividad tan espléndida y atroz que es el alpinismo. También subo montañas sencillas para respirar bien y entrenarme para seguir subiendo las cimas que pueda. Para mi estas actividades de montaña constituyen la actividad humana tipo, la más adecuada y mejor, para representar las exigencias y los ideales del hombre en sociedad. Más valientes, más solidarios, más fuertes, sin olvidar esos valores que entrañan el mayor encantamiento de este lamentable ser, que, si la religión, el estudio, y la montaña no lo remedia es el hombre.
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