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PABLO SÁNCHEZ
Lunes, 11 de julio 2011, 20:21
En Santander existen alrededor de un centenar de rotondas. El Ayuntamiento de la capital cántabra tiene contabilizadas 97, sin mencionar las glorietas internas del Pctcan. El punto de inflexión se produjo en 1990, cuando comenzó a darse prioridad a las rotondas frente a la regulación del tráfico a través de semáforos.
Sin embargo, debemos remontarnos a los años 50 para encontrar datos de las primeras rotondas de la región. Entre ellas, las del Alto Miranda y dos glorietas en el eje formado por las calles San Fernando y Vargas, una de ellas ubicada en la intersección con la calle Perines y la otra en la Plaza de Numancia.
En los 70 comenzó un aumento, moderado en sus inicios, que trajo consigo la construcción de otras glorietas clásicas, como las de Cuatro Caminos y las de las plazas de Matías Montero y Doctor Fleming. La configuración respecto del tráfico de éstas dos últimas no ha cambiado prácticamente nada desde su concepción inicial. Sin embargo, la de Cuatro Caminos ha experimentado numerosas modificaciones a lo largo de su existencia para adecuarse a la circulación.
A la hora de construir una nueva rotonda, el Ayuntamiento de Santander sigue un protocolo basado en el análisis previo de las zonas conflictivas del tráfico en la ciudad, que se realiza a través del convenio que mantiene el consistorio con el Grupo de Investigación de Sistemas de Transporte de la Universidad de Cantabria. «La glorieta no siempre es la primera ni la única opción que se contempla», afirma el concejal de infraestructura y vivienda, César Díaz, quien añade que «cada una de estas alternativas son simuladas para poder predecir su comportamiento, eligiendo la mejor solución».
Una vez que se ha considerado que la glorieta es la mejor opción, se procede a diseñar su forma, calculando las distancias, diámetros y la capacidad de giro de los vehículos largos, así como la visibilidad y el impacto de su presencia en los terrenos adyacentes decidiéndose el número de carriles que tendrá. Una vez concluidos estos trabajos, el proceso final es el de la redacción del proyecto urbanístico y, por último, la ejecución.
La última
En marzo de 2011 tuvo lugar la inauguración de la última rotonda en incorporarse al paisaje santanderino. Se trata de la que se sitúa en la confluencia de la Avenida de los Castros y la calle Camilo Alonso Vega, con el objetivo de mejorar la fluidez del tráfico y la seguridad entre estas dos calles. Esta nueva rotonda, junto con la construida unas semanas antes en la S-20 a la altura de la calle Antonio de la Dehesa, constituirán los extremos de una nueva conexión transversal sobre la Vaguada de las Llamas.
Poco antes se pusieron en servicio dos nuevas glorietas en el Paseo del General Dávila, una en la confluencia con la calle del Monte y otra en la intersección con la calle Francisco Palazuelos, así como una tercera ubicada en la Avenida de los Castros, en la Plaza de la Ciencia. No debemos olvidar tampoco las tres rotondas que existen en la conexión transversal entre la S-20 y la Avenida de los Castros, a través del Puente de Arenas.
Según Díaz, son fundamentalmente cinco los objetivos que se persiguen a la hora de construir una rotonda: aumentar la capacidad de tráfico de las intersecciones, reducir las demoras, incrementar la seguridad vial, calmar el tráfico en ejes longitudinales de velocidad elevada y canalizar los giros a la izquierda.
Como escaparate
Una vez construidas las rotondas, hay que decorarlas. Su condición de escaparate público exige que su diseño responda a criterios estéticos de los que se encargan los técnicos de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Santander.
Por supuesto, al no ser todas iguales en tamaño, visibilidad ni orientación, las exigencias tampoco son las mismas. Interviene el espesor de la tierra y las posibilidades de que se mantengan las flores plantadas. Además, hay que tener en cuenta si va a ser dotada o no de riego automático.
En general, se busca que las plantas estén en flor en el momento de la puesta en servicio de la rotonda. Se utiliza una combinación de plantas, para que la floración sea progresiva y dure el mayor tiempo posible. Si la glorieta es grande, se permite la colocación del arbolado generalmente autóctono muy variado para destacar el colorido de la hoja. Cuando se decide decorarlas con una escultura, suele abrirse un concurso público de ideas. De esta manera fueron erigidos los populares osos y delfines, o la pescadera que preside la entrada al túnel de Tetuán.
Las previsiones de nuevas rotondas señalan que será General Dávila la zona de Santander donde se construirán mayor número. Seguro que en breve, el centenar será superado de forma más que clara.
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