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JOSÉ LUIS PÉREZ
Lunes, 11 de julio 2011, 17:58
La cueva del Mirón ha proporcionado a sus investigadores una agradable sorpresa en la recta final de los trabajos de campo prevista para la campaña del año pasado: el descubrimiento de restos humanos correspondientes que un enterramiento humano del periodo Magdaleniense (Paleolítico Superior), el primero documentado en la Península Ibérica y fechado por carbono 14 hace unos 19.000 años, determinó que sería necesario prolongar un año más la excavación. Esta ahora llega a su fin tras a un periodo de trabajos de 16 años en los que un equipo de la Universidad de Cantabria y de la Universidad de Nuevo México, capitaneado por los profesores Manuel González Morales y Lawrence G. Straus ha podido estudiar un magnífico registro arqueológico que ha proporcionado una valiosa información sobre los diferentes periodos de ocupación de la cueva desde el Paleolítico Medio hasta la actualidad.
La cueva del Mirón dispone de una amplio vestíbulo con una boca de 18 metros de ancho, unos 30 m de fondo y 12 m de altura en la zona más alta. Sus condiciones y orientación han favorecido la ocupación antrópica desde los tiempos más remotos, algo que han ido documentando los arqueólogos durante estos años: primero las ocupaciones de época contemporánea -refugio de cabras- y medievales, y más tarde las prehistóricas, desde la Edad del Bronce (en estratos de hace unos 3.700-3.500 años) hasta el Paleolítico Medio (Musteriense), con restos de hace unos 41.000 años.
La secuencia del período Magdaleniense en el Mirón es una de las más interesantes y completas de la cornisa Cantábrica, ya que se ha podido excavar con técnicas modernas. En sus estratos se han recuperado cientos de útiles líticos, de restos de talla, la mayoría en sílex, y de restos óseos (agujas de hueso y puntas de azagaya de asta). Las excavaciones han puesto también al descubierto suelos de habitación magdaleniense con estructuras como pavimentos, hogares..., algunas coetáneas al momento de ocupación de Altamira.
Pero, sin duda, el descubrimiento más sobresaliente ha sido el enterramiento magdaleniense cuyos primeros restos se exhumaron en la campaña de 2010 y se han completado de extraer en las últimas semanas. Se trata de un hallazgo excepcional que ha traído a Cantabria a Svante Pääbo, un genetista sueco de prestigio internacional por haber identificado el ADN del Neandertal y haber constatado que el Homo sapiens comparte genes con su antecesor. Pääbo, del Instituto Max Planck alemán, ha recogido muestras para analizarlas en sus laboratorios y constatar las relaciones que este individuo puede tener con las poblaciones que durante la última glaciación migraron del norte al sur de Europa para luego hacer el camino de vuelta.
Respecto a los detalles del enterramiento, Straus y González Morales señalan que «se trata de un depósito realizado tras caer un gran bloque del techo de la cueva, en una especie de cubeta». Los minuciosos trabajos de recogida de los restos han permitido a los arqueólogos manejar la hipótesis de que «se trata de un enterramiento secundario, por el desorden de los huesos hallados, de un esqueleto al que le falta la cabeza, pero del que se han conservado una mandíbula, partes de una tibia luego teñida de ocre y otros huesos menores del pie, de una escápula y de la pelvis. Podría tratarse de un adulto joven, quizá una hembra».
Ahora que la excavación llega a su fin, los directores de las investigaciones advierten que «quedan muchos años de laboratorio, para procesar los datos y completar las publicaciones previstas. No se trata de excavar toda la vida, queda mucho para generaciones venideras. El yacimiento no está agostado». La primera monografía verá la luz en 2012, pero antes han sido muchos artículos en congresos y revistas especializadas, varias tesis doctorales publicadas y decenas de proyectos específicos que han arrojado datos sobre temas como el salmón, los ciervos o los micromamíferos.
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