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Alanna Tonetti-Tieppo, Marie Girbal, William Cole y Aglaya González se muestran optimistas ante el futuro y no les importa cargar con el peso de su profesión. :: ROBERTO RUIZ
«La música tiene muchas puertas y, pese a la crisis, alguna estará abierta para nosotros»
MÚSICA

«La música tiene muchas puertas y, pese a la crisis, alguna estará abierta para nosotros»

Jóvenes instrumentistas de cuerda de cuatro países, participantes del Encuentro de Música y Academia, profundizan sobre sus experiencias educativas y artísticas

G. MARTÍNEZ

Jueves, 14 de julio 2011, 13:13

Pese a ser la primera vez que se enfrentan a una entrevista, Alanna Tonetti-Tieppo, Aglaya González, Marie Girbal y William Cole contestan a las preguntas con gran naturalidad y espontaneidad. Son veinteañeros y la frescura que imponen en la conversación se traslada también a su percepción sobre su particular oficio. Y es que todos ellos decidieron seguir el camino de la música y estos días participan en el peculiar laboratorio artístico que es el Encuentro de Música y Academia. Una cita que les abrirá puertas en su futuro, aunque la crisis se empeñe en mantener muchas cerradas. «No sabemos qué ocurrirá mañana, pueden pasar mil cosas así que lo que tenemos que hacer es aprovechar el momento», apunta Cole. Su compañera española, González, pone el punto optimista en este asunto: «Somos conscientes de la crisis y de que todo está difícil pero la música tiene muchas puertas y seguro que alguna estará abierta para nosotros».

En el ecuador de su desarrollo, esta iniciativa de la Fundación Albéniz brinda a estos jóvenes intérpretes de cuerda una oportunidad única para aprender. «En cierto sentido, nos sentimos profesionales. Tenemos que aprender muy rápido y es duro, pero también es todo un desafío», afirma Marie Girbal (Amiens, Francia, 1988). A sus 23 años, esta violonchelista cursa un posgrado en la Royal Academy of Music de Londres; centro del que también provienen Alanna Tonetti-Tieppo (EE. UU, 1990) y William Cole (Gran Bretaña, 1990).

Ella, violinista de Rhode Island, asiste por primera vez a este Encuentro y lo define como algo «alucinante»; Cole, londinense, toca el contrabajo y ésta es su segunda experiencia en el proyecto que puso en marcha Paloma O'Shea hace once años. El único chico de esta reunión explica que lo más importante es trabajar junto a los maestros: «Lo mejor es poder interpretar con grandes nombres del mundo de la música, personas que han llegado a lo más alto». Siendo niños decidieron seguir una senda que, en el caso de Girbal o Cole, es familiar mientras que Tonetti y Aglaya González (Ponferrada, 1987) se enamoraron de la música al presenciar sendos conciertos.

Los cuatro se decantaron por instrumentos de cuerda y William Cole se muestra práctico a la hora de explicar por qué: «Cuando eres niño, escoges lo que tienes más a mano. En nuestro caso fueron esta clase de instrumentos, como podían haber sido otros. Pero esa pequeña decisión que tomamos, definió nuestra vida. Yo, siendo un niño, elegí tocar el contrabajo y es lo que quiero hacer en esta vida».

Fuera estereotipos

Esas «pequeñas decisiones» les han llevado por un camino con fama de exigente, al que han ido cogiendo el tranquillo mediante notas, compases y golpes de ritmo. Todos ellos huyen del estereotipo de 'músico = raro'. «Creo que hay que quitar esa idea de que los músicos estamos como por fuera de la sociedad, o que estamos locos» -explica William provocando las carcajadas de sus compañeras- «Todo el mundo tiene algún talento musical, pero no todos lo ponen en práctica».

Alanna Tonetti-Tieppo matiza la respuesta del londinense: «Nunca me ha gustado esa fama que tenemos los músicos de estar aparte, de ser más dotados que el resto». Por su parte, Marie Girbal comenta que «quizás, esa apariencia de serios y responsables tenga que ver con que, desde pequeños, ensayamos solos, por nuestra cuenta. Nadie nos ha dicho hasta dónde tenemos que llegar o que teníamos que venir a este festival. Lo hemos hecho porque hemos querido».

Al trabajo duro de las clases magistrales y los ensayos, se les suma una convivencia que transforma el conservatorio Jesús de Monasterio en una suerte de Torre de Babel donde todos entienden el mismo lenguaje: la música. Ésta es su forma de expresión: «La música es comunicación, gente de todas partes del mundo que hablan idiomas distintos, pueden juntarse y tocar algo, así que, en cierto sentido es una especie de nexo», explica Cole. Tonetti-Tieppo y Girbal se muestran de acuerdo con el contrabajo inglés, y la violinista de Rhode Island argumenta que «ojalá no tuviera que hablar nunca y sólo me comunicase tocando», provocando las risas de sus compañeros.

En esta experiencia, además del buen humor y las horas de ensayo, les acompaña la posibilidad de superarse y ser, cada día, un poco mejor sobre el escenario. Todos ellos se han estrenado en diversas actuaciones en la región y han podido mostrar al público por qué forman parte del Encuentro. Afirman que el apoyo de sus profesores es clave -«ellos han estado en nuestro lugar antes así que son muy comprensivos con nosotros» explica Cole-, y que los nervios les pueden jugar malas pasadas, «aunque es una sensación de nerviosismo positiva», apunta la violinista del grupo.

De aquí hasta que acabe el Encuentro, el próximo día 27, Cole, Girbal, González y Tonetti-Tieppo tendrán tiempo para dominar sus inquietudes y para seguir enseñando a Cantabria que su pasión, la música, no es sólo un conjunto de sonidos, sino que parte del esfuerzo y la perseverancia.

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