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ANA COBO
Domingo, 31 de julio 2011, 14:26
Escalante invitó ayer a todo el que quisiera a brindar con vino de manzana. Y fueron muchos, miles, los que no dejaron pasar de largo tal sugerencia. Ni siquiera el sol se perdió tan bullicioso evento. Radiante dio la bienvenida a los vecinos y visitantes que tomaron la plaza de la villa cuando las agujas del reloj rozaban el mediodía. Como arma, entre sus manos, portaban, un frágil pero no por ello menos importante, vaso de plástico. Con él en su poder, tenían la excusa perfecta para recorrer, uno tras otro, los 27 lagares que reunió la XII edición de la Feria de la Sidra en Escalante.
La cita, un año más, fue un rotundo éxito. Para avalar tal afirmación no hizo falta hacer números. La viva imagen de los oriundos y de los foráneos, de las familias al completo y de los grupos de jóvenes, de los niños y de los jubilados pululando hasta caer la tarde por el centro neurálgico del municipio fue la mejor prueba de que esta iniciativa goza de gran aceptación popular. Culpa de ello, la tiene en buena parte, la Asociación Pomólogica de Escalante, organizadora de la feria, que ayer vio cumplido su objetivo: promocionar y difundir la cultura de la sidra.
El sonido de las gaitas y los bailes del coro 'Virgen de la Cama' ambientaron la plaza tras el pistoletazo de salida con el culín de honor a cuenta de las autoridades políticas, entre las que se encontraban, la consejera de ganadería, Blanca Martínez; el presidente del Parlamento de Cantabria, José Antonio Cagigas; y el alcalde, Juan José Alonso. Tras los discursos oficiales, se perdieron entre el tumulto de personas que se agolpaba frente a los expositores con la firme intención de refrescar la garganta. Por momentos parecía ésta una misión imposible. Pero los escanciadores, la mayoría integrantes de la asociación pomológica, están curtidos en estas lides y, en apenas unos segundos, casi sin darte cuenta, ya te habían llenado el vaso.
Sabores varios
Para gustos están los sabores y, ayer, se pudo paladear sidras procedentes de Galicía, Asturias, País Vasco, Castilla León, Cantabria e incluso Francia. Los grados de alcohol y sus efectos eran otra cuestión. Si acaso, para forrar el estómago y prepararlo para la que se aventuraba, eran muchos los que se alimentaban, como manda la tradición, de chorizo a la sidra.
Y aunque estaba dirigido para los más pequeños de la casa, fueron muchos los adultos que se acercaron a probar el mosto que hicieron en vivo y en directo los componentes de menor edad de la asociación. Era la novedad de esta edición. Y viendo los resultados, todo apunta a que se repetirá en las ferias venideras. La mayoría de los niños no superaba la decena de años pero trabajaron como auténticos mayores para hacer de las manzanas verdes, que aguardaban en cajas, un dulce mosto. Les guiaba en esta tarea, Javier Tazón, presidente de la asociación, que no les quitaba el ojo para que todo saliera perfecto. Aunque, en realidad, tampoco hizo mucha falta. «Son niños que, como quien dice, han nacido en el lagar. Son hijos de familias sidreras de Escalante y conocen al dedillo la elaboración», comentaba.
El rito de escanciar lo repetían de manera automática los más expertos. Sin pensarlo. En la mano izquierda el vaso y en la derecha la botella. Desde cierta altura dejaban caer el vino de manzana y listo para saciar la sed sidrera de Escalante, que se calcula consumió cerca de 6.000 botellas.
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