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TERESA FLAÑO
Jueves, 11 de agosto 2011, 02:05
El equipo de arqueólogos de Aranzadi que trabaja en el yacimiento de Irikaitz, en Zestoa, vivió el pasado lunes un día de fiesta. Celebraba el descubrimiento de una pieza única, un collar de hace 25.000 años, es decir, perteneciente al periodo Gravetiense del Paleolítico Superior -el más antiguo encontrado en una excavación al aire libre en la Península Ibérica-.
Alvaro Arrizabalaga, profesor de Prehistoria en la Universidad del País Vasco, que dirige la excavación, comentaba ayer que «Irikaitz siempre nos ha dado muchas satisfacciones, pero ésta se encuentra por encima de todas. Es muy agradecido». «Ha sido como encontrar una aguja en un pajar, sobre todo porque está entera y teniendo en cuenta que el yacimiento tiene una extensión de 80.000 metros cuadrados...», subraya Arrizabalaga. «Se trata de un ornamento personal que no es muy abundante en la Península Ibérica. En total se habrán localizado unas veinte 'joyas' de este tipo, en su mayoría realizadas con conchas marinas y colmillos de ciervos, pero todas ellas se han hallado en cuevas».
De un primer estudio se desprende que el abalorio tenía una doble función: además de servir de ornamento -tiene un agujero muy pulido que en su tiempo estaba atravesado por un cordel- se usaba como herramienta. «Tiene una serie de puntitos por las dos caras que se produjeron al retocar y afilar piezas en sílex. Se podría decir que nuestro prehistórico era una especie de MacGyver que llevaba a mano los utensilios». Porque, como explica, «hace 25.000 años eran cromañones como nosotros, con las mismas capacidades para pensar y simbólicas, tendrían alguna creencia y hablaban perfectamente un lenguaje articulado». Además del collar, se han encontrado otros utensilios: una punta de flecha, un buril y un raspador con un borde redondeado que se utilizaba sobre todo para limpiar las pieles sin cortarlas.
Pero eso no es todo. En el yacimiento han aparecido también herramientas mucho más antiguas y que han permitido conocer que el lugar ha estado ocupado en dos ocasiones, con una diferencia de miles de años entre ellas. La que da mayor valor al yacimiento, porque es la menos habitual, se remonta al Paleolítico Inferior. «Empezamos calculando que tendría unos 150.000 años, pero ahora nos estamos acercando más a los 250.000 aproximadamente».
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