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NIEVES BOLADO
Jueves, 25 de agosto 2011, 14:17
«Los vecinos y los hosteleros somos quienes padecemos los efectos del botellón. Somos víctimas, no provocadores, de un problema que nos es ajeno y que sufrimos cada fin de semana». En estos término se expresaban ayer el presidente de los hosteleros de Cantabria, Emérito Astuy, como la portavoz de uno de los bares con más solera de Cañadío, Marián Sousa, del pub 'Blues', y Alfonso Díez, secretario de la asociación vecinal de este barrio.
Declaraciones que se producían horas después de que una representación de los dueños de los locales de esta popular plaza de Santander se reuniera ayer con el concejal de Protección Ciudadana, Samuel Ruiz, para tratar de frenar un problema «que está rompiendo la convivencia, la buena imagen de la plaza y perjudicándonos igualmente a los hosteleros y a los vecinos».
La reunión no contó, como estaba previsto, con la presencia del presidente de los hosteleros, Emérito Astuy, quien ayer, a las seis de la tarde, preparaba una reunión que se había celebrado horas antes. Poco dio de sí, en cuanto al botellón, este encuentro, en el que la mitad del tiempo se empleó en hablar del impacto de la prohibición del tabaco en los establecimientos de hostelería.
Seguirán las mismas medidas
El mensaje que los hosteleros llevaban a las autoridades municipales fue el de que «no sólo son los vecinos los perjudicados por el botellón, sino también los hosteleros. El problema para nosotros no es que quienes beben en las calles no consuman en los locales, sino que son públicos muy distintos, y los que ocupan las terrazas, por las que pagamos nuestros impuestos, se sienten incómodos ante esta situación».
En una escueta nota de prensa emitida ayer por el Ayuntamiento, se informa que, tras la reunión entre ambas partes, «se ha acordado continuar con las acciones desarrolladas para intentar paliar, en la medida de lo posible, los efectos del denominado botellón en algunos puntos de la ciudad». En otras palabras, que se seguirá con las medidas actuales de control policial y limpieza, y no se reforzará más la vigilancia para evitar que el botellón se forme y así no tener que actuar posteriormente.
Se recordó que «el Consistorio santanderino, que ha realizado cerca de 2.000 denuncias a otras tantas personas por consumo de alcohol en las calles de la ciudad y casi una veintena por venta de alcohol a menores en lo que va de año, mantendrá sus habituales dispositivos específicos preventivos de seguridad en las zonas de ocio, para tratar de colaborar en el control de este fenómeno».
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