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La Cavada: un museo por descubrir
TRIBUNA LIBRE

La Cavada: un museo por descubrir

MANUEL ÁNGEL CASTAÑEDA

Domingo, 4 de septiembre 2011, 02:06

La participación de Cantabria en la historia de España ha sido decisiva. Desde la resistencia a la romanización, hasta el papel desempeñado durante la Transición de la dictadura a la democracia, nuestra comunidad y sus hombres más señeros han estado siempre en el trabajo de construir una España mejor. No es posible entender nuestra nación sin tener presente la participación en la Reconquista, iniciada en nuestras montañas y blasonada con la hazaña de la flota cántabra comandada por el Almirante Bonifaz en la toma de Sevilla. En el descubrimiento y conquista de América el protagonismo de los cántabros fue definitivo, desde el rol de Juan de la Cosa hasta los miles de cántabros que tuvieron puestos de responsabilidad en el Nuevo Mundo. Por no hablar de la decisiva intervención de Antonio López, Marqués de Comillas, en la restauración monárquica de finales del siglo XIX o ya, en la historia reciente, del trabajo de Alfonso Osorio en el telar de los dos primeros gobiernos del Rey don Juan Carlos.

En la extensa serie de episodios en los que nuestra tierra tuvo protagonismo histórico hay uno de especial relevancia: el trabajo que durante doscientos años llevó a cabo la Real Fábrica de Artillería de La Cavada. En ella se manufacturaron casi todos los cañones que defendieron el imperio español en Europa, Africa, América y Filipinas. El trabajo de los fundidores cántabros fue elemento esencial en el mantenimiento del poder de España en el mundo. Ahora, casi doscientos después del cierre de la factoría, un museo recuerda aquella empresa que en su momento fue pionera en lo que ahora se denomina el I+D+i .

El Museo de La Cavada se creó en el año 2006 y aunque es una instalación modesta, tiene un rico contenido y, sobre todo, ofrece un gran potencial pedagógico para explicar la importancia de la artillería de hierro fundido en las armadas españolas y también en la defensa de los puertos que soportaban constantes ataques de piratas, corsarios o eran directamente asaltados por los ejércitos de naciones hostiles. La gesta del marino cántabro Luis Vicente Velasco en la defensa del castillo de El Morro de La Habana (1762) es una página brillante de la historia de España. Los cañones que defendían aquella fortaleza habían sido fundidos en La Cavada.

El Museo de La Cavada es una pieza importante de la historia regional, tanto en su vertiente militar como por lo que supuso de avance en las técnicas de fundición, ya que fue allí donde se instaló el primer alto horno de España. Precisamente por eso sorprende el abandono al que se encuentra sometido. Baste decir que en la carretera no existe una sola señal que indique como llegar hasta el museo y que ni desde el Ayuntamiento de Ríotuerto ni desde la Consejería de Cultura se ha prestado a esta instalación la atención que merece ya que gracias al esfuerzo de una asociación de amigos se mantiene abierta.

El museo apenas está publicitado y es una lástima que no se encuentre en el circuito de las visitas escolares, ya que la instalación tiene excelente condiciones para que los alumnos aprendan de forma directa una parte esencial de la historia de España. Tal parece que este centro sea algo clandestino, como si solamente el empeño de un grupo de personas amigas del patrimonio y amantes de su pueblo fueran el sostén de la instalación. Es más, sospecho que la instalación subsiste pese a la hostilidad de algunas autoridades.

En la misma historia de la fábrica de cañones hay interesantes lecciones. Una: que esa importante industria se fundó primero en Liérganes y más tarde en La Cavada por el rechazo de los vizcaínos, que se opusieron a que los hornos se ubicaran en su territorio, en defensa de sus derechos sobre los bosques y el terreno, con lo que perdieron una oportunidad histórica de generar riqueza y de avanzar en tecnología. Otra: que el declive de la fábrica comienza cuando es nacionalizada y adscrita a la Corona. Los altos beneficios logrados por el fundador de la fábrica, el luxemburgués Jorge de Bande, provocaron la envidia de los vecinos y avivaron la codicia de la Corona, por lo que nacionalizaron la fundición, que muy pronto fue presa de la burocracia, el clientelismo y otras males endémicos de la empresa pública. Aun hay otro asunto interesante en la fábrica de La Cavada: una mujer, Mariana del Brito, viuda de Jorge de Bande, se hizo cargo de la empresa siendo, posiblemente, la primera mujer empresaria de Cantabria, al menos de una factoría de importancia.

El mismo pueblo de La Cavada es un ejemplo de un asentamiento nacido en torno a una factoría. El arco de Carlos III, uno de los símbolos de la localidad, era el pórtico de entrada a las instalaciones de la Real Fábrica. Existen sobradas razones para que el Museo de La Cavada tenga el lugar que merece y reciba el apoyo que precisa. Ahora mismo, este centro de recuperación histórica subsiste por el empeño de José Manuel Maza Uslé y de un grupo de personas que, como él, aman la historia y a La Cavada. Han luchado contra corriente y pese al olvido y la carencia de medios materiales mantienen viva esta parte de la historia de Cantabria y de España.

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