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Foto: Daniel Pedriza | Vídeo: Héctor Díaz
«Llegan, nos dicen ¡fuera!... y ahora, ¿adónde vas?»
Riesgo de derrumbe en la calle sevilla de santander

«Llegan, nos dicen ¡fuera!... y ahora, ¿adónde vas?»

Vuelven a precintar el edificio después de que los 27 vecinos hayan recogido sus cosas | Mañana podrán volver para seguir sacando sus pertenencias, ya que consideran insuficiente el plazo que les han dado

G. MARTÍNEZ

Viernes, 23 de septiembre 2011, 20:26

El alcalde de Santander, Iñigo de la Serna, ha querido "dejar bien claro" que es "la propia comunidad de propietarios" del edificio situado en el número 4 de la calle Sevilla, a través del director de obras que han contratado, la que trasladó al Ayuntamiento la petición de desalojo y que además se actuase "con celeridad". El alcalde también ha destacado que el Ayuntamiento está en "disposición de ofrecer" sus recursos sociales, como el centro 'Princesa Letizia', para "atender" y "echar una mano a quien sea necesario". Según ha explicado De la Serna, los propietarios del edificio solicitaron una licencia de rehabilitación de la fachada y durante esos trabajos encontraron un "problema estructural importante" que uno de los vecinos trasladó al Ayuntamiento.

Ese propietario, según ha indicado el alcalde, les aseguró "que se estaba apuntalando una parte del edificio, la parte baja" y "que le gustaría" que el Consistorio echara "un vistazo a lo que allí estaba pasando". El arquitecto municipal se puso en contacto con el director de los trabajos, contratado por la comunidad de propietarios, "dado que ese apuntalamiento en principio no tenía nada que ver con el proceso para el cual se le había dado licencia". Así, el Consistorio, "por lógica responsabilidad y porque lo importante es la seguridad de las personas", atendió al director de los trabajos y estableció la orden de desalojo.

Garantizar la estabilidad

El alcalde ha destacado que la decisión "sobre qué obras tienen que hacer ahora para garantizar la estabilidad" del edificio y "dar de nuevo condiciones de seguridad" la tienen que tomar "los propios vecinos". "Ahora le corresponde a la propia comunidad de propietarios, a través de la empresa que esté ahí, determinar el alcance de los daños y plantear las soluciones para corregirlos" y así, una vez reparados, los vecinos "puedan retornar a sus viviendas", ha apostillado De la Serna.

El agobio de los vecinos

Deprisa y corriendo. Así tuvieron que salir ayer los 27 vecinos del número 4 de la calle Sevilla de la capital cántabra. Los más de cuarenta años de existencia del inmueble pesan sobre sus cimientos y el Ayuntamiento ordenó su desalojo inmediato debido a problemas estructurales. El agobio y los nervios se apoderaron de los inquilinos mientras subían y bajaban las escaleras para poder llevarse sus pertenencias. «Sólo nos han dado unas horas», se quejó Víctor Rubén Prieto mientras cargaba numerosas bolsas. En su interior, todo lo que pudo recoger desde que a las tres de la tarde se ordenó el desalojo. Tanto Víctor como otro de los vecinos comentaron a EL DIARIO que «el edificio tenía problemas en sus cimientos; esta mañana han llegado y nos han dicho que a las ocho teníamos que estar fuera».

Durante siete meses, este céntrico edificio santanderino -próximo al Centro de Acción Social y Cultural de Caja Cantabria y al Paraninfo de la Universidad- ha sufrido un proceso de rehabilitación. Según informó el Ayuntamiento, «la comunidad de propietarios procedió a la contratación de un ingeniero para redactar un 'Proyecto de reparación estructural del edificio', debido a las patologías detectadas en el mismo».

Por ello, y según el Consistorio, dicho ingeniero -del que no han trascendido más datos- presentó un escrito a las autoridades y «ante el descubrimiento de nuevos deterioros generalizados en pilares y vigas del edificio que pudieran comprometer su seguridad estructural, consideró preceptivo proceder al desalojo de los ocupantes en el plazo más breve posible». Así, los técnicos municipales visitaron el inmueble donde comprobaron que las plantas del sótano y la sexta se encontraban apuntaladas.

Susto y angustia

«Esto ha sido de sopetón». Miguel, vecino del quinto, salía junto a su madre y a su hermano del edificio todavía con el susto en el cuerpo y la angustia reflejada en el rostro. «Empezaron con la reparación de la fachada hace varios meses, en abril. Luego apreciaron deterioro en una viga... y lo siguiente esto, el desalojo. Sin más. De repente», explicó aún cargado de bolsas donde portaba, según dijo, lo básico e imprescindible: «¿Qué nos llevamos? Ropa y poco más».

A las tres, la Policía, los servicios sociales y los propietarios procedían a desalojar tanto las viviendas como los locales ocupados. El edificio se compone de una planta sótano, planta baja, entresuelo y nueve plantas de piso e incluía cuatro locales y una veintena de viviendas. En sus bajos existen diversos establecimientos que, al igual que el portal número cuatro, fueron precintados. 'Dulces', 'Dr. Cogollos' y 'Tribe Tatoo' se quedaran sin actividad, y la Asociación Cubana de Santander -que se situaba en el segundo piso- deberá encontrar, como los vecinos, un emplazamiento provisional hasta que se resuelva el problema del edificio.

Con prisas, Conchi y sus hijos subieron por la cuesta que conduce a su portal. Su hijo Miguel lamentó, sobre todo, que el Ayuntamiento no les hubiese ofrecido un alojamiento de urgencia. Testimonio similar al ofrecido por Víctor Rubén Prieto y su compañero, que afirmaron que ni siquiera les habían brindado «un lugar donde pasar la noche, absolutamente nada». Mientras intentaban parar un taxi, los dos amigos se quejaron de las condiciones del desalojo: «Yo entiendo que se produzcan estas cosas, pero no que vengan hoy a la mañana y que te digan que por la tarde tienes ¡fuera! Y ahora, ¿adónde vas? A esta paso, nos vamos con los del 15-M ese».

Contradicciones

El Ayuntamiento contradice la versión ofrecida por los vecinos y tanto el alcalde, Íñigo de la Serna, como varios ediles afirmaron que habían hablado «uno por uno con los moradores» y les habían comunicado la situación así como se habían puesto «a su disposición para el alojamiento», comentó César Díaz, concejal de Infraestructura, Urbanismo y Vivienda.

Desde el Consistorio explicaron que se interesaron por la situación individual de cada vecino y que a los que no sabían dónde quedarse les ofrecieron las dependencias del Centro Princesa Letizia en Candina. Asimismo, señalaron que tanto hoy como mañana, los vecinos podrán recoger más pertenencias de 10.00 a 12.00 de la mañana.

Por su parte, a los pies del edificio Miguel explicó que se dirigían «al pueblo, a la casa familiar que tenemos en Valle de Villaverde».

Por otro lado, también criticó que no se hubiese cortado el tráfico en ese trecho de la calle Sevilla o aledañas, que en el momento del desalojo «siquiera para permitir que los vecinos acercasen sus vehículos y pudiésemos cargar nuestras cosas».

Gema Labra, otra de las inquilinas, se lamentaba de la situación. Asimismo, desconocía cuánto tiempo durará la situación porque «nadie nos ha dicho absolutamente nada», afirmó resignada.

Mientras la noche se apoderaba de Santander, los últimos inquilinos procedían a trasladar sus enseres a coches o taxis bajo la atenta mirara de los agentes de la Policía Local que custodiaron el edificio. Un inmueble que presenta, según los técnicos municipales, muy mal estado «con corrosión de armaduras, pérdida total de recubrimientos en pilares vigas, viguetas, atomización del hormigón estructural y bloques de arcilla y fractura y pérdidas de sección de pilares y vigas». Desde el Consistorio se descartó que los daños estructurales pudiesen afectar a los edificios contiguos.

Labra se apresuró y metió sus cosas en una furgoneta mal aparcada en la esquina de la calle San José. Ahora, le corresponde al Ayuntamiento velar porque la comunidad de vecinos tome las medidas necesarias que aseguren el edificio y su posterior reforma.

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