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ANA COBO
Domingo, 25 de septiembre 2011, 20:09
Laredo amaneció ayer cargando con la resaca de la fiesta que el viernes se adueñó de la villa para recibir al emperador Carlos V pero dispuesta a celebrar otra más. No todos los días se tiene el honor de recibir a un visitante como este. Por eso, los vecinos guardaron algo de fuerzas. El fin de semana se anunciaba intenso y la jornada de ayer fue la mejor prueba de ello. Desfiles, mercados, representaciones de época, talleres y torneos de justas devolvieron a la localidad a pleno siglo XVI.
Nada más pisar la villa pejina ya se percibía que el Renacimiento se había colado en sus calles y plazas. Pendones y banderas colgaban de las casonas y los laredanos lucieron para la ocasión sus mejores galas. Las hombres convertidos en caballeros y sus mujeres en princesas medievales y damas de alcurnia. Una vestimenta que hizo más real ese viaje al pasado, pero que les provocó a todos un intenso calor pues el sol acudió, como un invitado más, a todos los festejos.
Desde media mañana los dos mercados instalados en la villa tomaron vida para disfrute de los miles de visitantes. La actividad era totalmente diferente en cada uno. En la Alameda de Miramar los pequeños encontraron su sitio sobre dromedarios, caballos y un carrusel de madera inventado por el mismísimo Leonardo Da Vinci. El Mercados de las Artes también supo atraer a los adultos con una exhibición de cetrería y el tiro con arco. Uno tras otro, aguardaron la cola para poner a prueba su puntería. No todos tuvieron la misma suerte. Y, mientras tanto, se vio pasear por este particular campamento a decenas de ocas y pavos guiadas por un domador.
Un mercado variopinto
A unos pocos metros otro mercado, el denominado renacentista, concitaba igual o mayor interés. En éste, lo importante eran las transacciones. Productos de lo más variopinto a cambio de unos euros. Pulseras de cuero, ropa, calzado, cuadros y muchísimos alimentos. El pan, tostado en un horno medieval, fue de lo más demandado durante la mañana. Unas compras amenizadas por el sonido de las gaitas, tambores y piteros que se entremezclaban entre el tumulto. Y es que era casi misión imposible no pararse a disfrutar de las animaciones callejeras que recorrían de arriba a abajo el mercado. Juglares, saltimbanquis, bailarinas del vientre y un particular confesionario errante acapararon los flashes de las cámaras y móviles que, ayer, trabajaron más que nunca. Pero también hubo tiempo para aprender. Que se lo digan a Ángel, a quien, a sus ocho años, le enseñaron cómo funciona una imprenta e, incluso, hizo su propio dibujo.
Entre tanto jolgorio, muchos se preguntaban dónde estaba su majestad Carlos I de España y V de Alemania, interpretado, un año más, por Miguel Ángel Marsella.
Tras pasar la noche en sus aposentos para reponerse de su azarosa singladura, el emperador salió, sobre la una y media, dispuesto a recorrer todas las calles de la villa. Abriéndole paso iban los abanderados italianos y tras el monarca, escoltado siempre por sus hermanas Leonor y María, todo su séquito: el obispo, su confesor, los guardias, los cortesanos...
La comitiva imperial dirigió sus pasos hasta la Puebla Vieja y se detuvo en el restaurante 'El Curro' para degustar la muestra ganadora de la segunda edición de la Ruta de la Tapa Imperial.
Luego, el rey aprovechó para conocer de cerca todos los rincones del casco histórico de Laredo, rememorando así su estancia en la villa, aquel septiembre de 1556, cuando llegó procedente de Flandes camino de su voluntario retiro en el Monasterio de Yuste.
Por la tarde, el emperador volvió a salir a las calles para asistir al desfile de época, donde el sire saludó a sus súbditos: nobles, poetas, juglares y demás personajes, y recorrió el mercado instalado para él. Tras ello, retornó al palenque, donde fue testigo de un torneo de época protagonizado por la compañía 'Legend Especialistas' y, después, desfiló de nuevo camino de sus aposentos para descansar.
Laredo vivirá hoy la cuarta y última jornada de la recreación con motivo del Último Desembarco. Durante todo el día se podrán recorrer los mercados y está previsto un nuevo desfile del rey (13.30 horas). Ya, por la noche, a eso de las nueve, un espectáculo de luz y pirotecnia despedirá al emperador, que se retira para preparar su marcha y posterior retiro a Yuste.
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