Diego cree que el «pobre Revilla» hace «el ridículo» y le anima a emular a Fraga

No han pasado aún los cien días de cortesía desde que Ignacio Diego y Miguel Ángel Revilla cerraran simbólicamente el traspaso de poderes al frente del Gobierno con un café en el bar situado ante el edificio de Peña Herbosa y ya han llegado las hostilidades. Es la primera gran bronca política de la legislatura. El presidente ha sacado todas sus armas dialécticas contra el expresidente 24 horas después de que el líder del PRC enarbolara una pequeña maqueta de un AVE en Monzón de Campos y jurara solemnemente defender la llegada de la alta velocidad a Cantabria, entre reproches al ministro de Fomento y temores sobre la posible llegada del PP a La Moncloa. «¡Pobre Revilla!», exclamó ayer Ignacio Diego cuando los periodistas le pidieron una reflexión sobre el acto celebrado en tierras castellanas. Y es que el actual responsable del Ejecutivo teme que el secretario general del PRC «esté perdiendo el rumbo». Diego sacó su tono más ácido para afirmar que Revilla «hace el ridículo fuera de Cantabria», especialmente tras el acto de Monzón.

El AVE y el reivindicativo acto de los regionalistas en la localidad palentina han vuelto a abrir la vieja herida que existe entre los líderes del PP y del PRC. Unas relaciones marcadas por el desencuentro, la ácida crítica y hasta la descalificación personal (que tuvieron su máxima expresión con el incidente del puro en la puerta del Parlamento), que habían quedado aparcadas en el periodo de cortesía tras los primeros días de gobierno popular, pero que ha vuelto a surgir con fuerza.

Diego aprovechó el acto de Monzón para atacar con dureza a su rival político, del que reconoció sentir «cierta conmiseración». Pese a ello, el presidente hurgó más en esta herida nunca cerrada y afirmó que los hechos vividos últimamente por Revilla (la salida del Gobierno) «dan para que cierta desorientación le saque de los caminos racionales». Y aunque expresó su respeto hacia los políticos en general y hacia el líder del PRC en particular -«quien tiene una larguísima trayectoria política»-, el jefe del Ejecutivo reiteró que éste «no se respeta a sí mismo» y hace «el ridículo fuera de Cantabria».

Para el presidente cántabro, Revilla «ya es un político de otro momento», por lo que «tiene que empezar a asumir ese hecho». Y apostó porque haga «como el PP», que ya «tiene un presidente honorífico, el señor Fraga». «Revilla ya está en el momento de convertirse en el presidente honorífico» de su partido, sugirió, y «dejar que el PRC ejerza la renovación». «Un señor que ya lleva la caída que lleva, debe asumir los hechos», resaltó Diego. «La vida pasa y los tiempos también pasan para personas y políticos», apostilló.

Comida gratis

El presidente regional restó importancia a la movilización que consiguió el PRC en Monzón (más de dos mil militantes según los datos de la propia formación regionalista) y

recordó que Revilla invitó a comer «a cantidad» de ciudadanos de la comarca de Campos, los cuales, «viendo un día agradable y comida gratis», fueron a acompañarle al acto.

Diego reiteró que el AVE a la región «no ha tenido ningún avance» en los ochos años que ha estado Revilla al frente del Gobierno cántabro. Una situación que ha servido «para que le tomen el pelo, y él lo reconozca», el ministro de Fomento y el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, «con los que él estaba abrazado permanentemente». Además, destacó que Revilla «ha dejado que engañaran a los cántabros durante ocho años y él ha participado del engaño encubriendo el engaño». «Él es el principal colaborador necesario que tenía el Gobierno de Zapatero para engañar a los cántabros con el juguete ese que el señor Revilla se lo tomó como tal, el AVE», añadió.

Pero, según el presidente regional, «ya se acabó el cuento, se acabaron la broma y los juguetitos del AVE». Y es que es el momento de «hacer respetar a Cantabria y dejarse de tomaduras de pelo», apuntó Diego.

«Ha perdido el norte»

En su ataque a Revilla, Diego no estuvo sólo. El diputado popular Carlos Bedia, denominó el acto de Monzón de un «espectáculo a lo Escarlata O'Hara» que «firmaría el propio Berlanga».