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Marta San Miguel
Domingo, 9 de octubre 2011, 11:06
Hay un argumento orquestado en el ámbito musical de Cantabria. Promotores y grupos coinciden en una idea: Escenario Santander «es una de las mejores salas de España». Su acústica, puesta a prueba en sus primeros seis meses de actividad, ha satisfecho a todas las partes, pero no así su actividad. La ausencia de una programación estable que dote de contenido la potente infraestructura erigida por el Ayuntamiento de Santander, en la que se han invertido cuatro millones de euros, hace que las preguntas surjan a la hora de justificar un gasto que ha dejado actuaciones puntuales desde que se inauguró el 2 de abril.
Salas de similar aforo en todo el país han generado una programación estable que supone una cierta garantía para los promotores de conciertos, en tiempos en los que el gasto en la cultura es escaso. Es el caso de las conocidas salas Joy Eslava o Heineken Arena de Madrid, de gestión privada, cuyo alquiler para el promotor supone un gasto menor que el de Escenario Santander.
El espacio de Las Llamas «se alquila por 1.500 euros». Además, el promotor tiene que hacerse cargo del caché del propio grupo o artista, la publicidad, la producción y el equipamiento técnico, es decir, luz y sonido, ya que el equipo con el que cuenta Escenario Santander es «insuficiente» para la celebración de conciertos y «hay que hacer refuerzos y alquilar más equipos». Sólo los «refuerzos» para acometer el concierto se acercan a la cifra que pide el ayuntamiento: en sonido unos 800 euros, más los cerca de 600 que supone el alquiler de las vallas antiavalancha, «cuando debería ir incluido en el precio de alquiler de sala». El consistorio asegura que hasta ahora ha cedido siempre el local gratis y se ha hecho cargo de los costes, menos de lo que compete al productor.
La sala Joy Eslava de Madrid «alquila la sala y el sonido» por 2.000 euros, «e incluye lógicamente la iluminación, el control de accesos, la limpieza y las taquilleras, y servicio como guardarropa». El directo comercial de la sala madrileña, José García, explica que «cada concierto es diferente, pero la sala siempre ofrece ese servicio a ese precio: «Cada uno ofrece como quiere su sala, pero si se decide hacer varios conciertos al mes el equipo de sonido lo tienes que tener».
La competencia en Madrid es afilada con decenas de salas de similar formato repartidas por la ciudad. Una competidora directa, la Sala Arena, cobra por el alquiler «de todo los servicios» 800 euros, más de la mitad de lo que se pide en Escenario Santander. La capital cántabra, aunque se mueve en otra división, parece querer arrancarse con la construcción de esta infraestructura, cuya inauguración atiende una demanda histórica en la ciudad: dotarse de un espacio de ensayo y conciertos que no dependa de subvenciones o ayudas públicas para su celebración, sino de la competitividad y la respuesta del público que pague una entrada y sostenga la celebración de cada evento. Escenario Santander está llamado a convertirse en ese catalizador, pero por ahora no ha dado visos de serlo.
Música para atraer público
Ernesto Castañeda explica que «como público, músico y gestor cultural se hace duro ver cómo algo que ha costado tanto conseguir y por lo que muchos músicos han luchado da la impresión de estar parado seis meses después de su apertura». Responsable de la empresa Musikaze, se pregunta cómo «puede ser que un lugar creado para la música guarde tanto silencio».
Desde Delfuego Producciones subrayan que «si la sala tiene buenas condiciones para los promotores se generan sinergias que atraen al público y genera una programación. Al final es la propia actividad la que acaba provocando más conciertos». Otro histórico de la música cántabra, el productor Manuel Gutiérrez, coincide: «El problema que vemos todos es que hay que llevar todo lo necesario para hacer un concierto, y esto supone un coste añadido que en cualquier otra sala evitas porque ya lo tienen. Es el mayor handicap que tiene, pero tal y como está ahora el panorama lo que se busca es el mínimo coste en los recintos, y que salga lo mínimo a pagar». Y admite: «la potencia del actual equipo sería suficiente para un cantautor, no para una banda». De hecho, esa la razón por la que no actúan las propias bandas residentes de Las Llamas. Habría que alquilar equipo, y no hay fondos para ello.
«El secreto es que doten de forma seria la sala porque es imposible ir como productor. Las condiciones del equipo base, la limpieza, el taquillero... El productor de fuera cuelga el teléfono cuando le dicen que tiene que hacerse cargo de esos costes , no viene porque el precio no es competitivo y no existe una rutina de programación», dice Javi Palacios.
El consistorio santanderino asegura que «no puede dedicar recursos públicos para el beneficio de un particular. Cobramos 1.500 euros por ceder el espacio, pero si además tuviéramos que alquilar nosotros el equipo de sonido por 1.400 y la iluminación perdemos dinero». No obstante, insisten en que la dotación técnica del espacio es suficiente: «Tenemos un equipo de sonido que reúne todas las características técnicas para el formato de la sala y se han hecho muchos conciertos con este equipo básico. Luego hay grupos que exigen refuerzos de sonido e iluminación y es cosa del promotor hacerse cargo de las especificaciones técnicas y asumir los costes que generan». «Nuestro equipo es estándar», dicen y ponen como ejemplo el concierto que la banda de rock Bloque ofreció en la jornada inaugural del recinto: «Tocó con el equipo de la sala y ellos, que hacen rock, no necesitaron más refuerzo para el sonido».
Reverberación en el estudio
Escenario Santander emplea a «dos conserjes, una o dos limpiadoras, y el servicio de vigilancia nocturno,» así como dos personas encargadas de la coordinación del espacio. Su responsable, Charly Charlón, afirma que es un «problema de sonido» la causa por la que el estudio de grabación aún no se ha utilizado, otro de los silencios que emite el espacio de Las Llamas. «Tiene un fallo de eco, una reverberación menor que con unos paneles se acabará resolviendo», asegura. De hecho, en el Ayuntamiento afirman que están trabajando actualmente para corregirlo.
La vocación por crecer está ahí, y desde el consistorio aseguran que «se están estableciendo contactos a nivel nacional para que nos incluyan en sus propios circuitos». Mientras esto sucede, la memoria musical de Cantabria ha recopilado hasta ahora sólo algunas actuaciones espaciadas en el tiempo. En abril, recién inaugurado el espacio, hubo un maratón de grupos cántabros que subieron al escenario. En total, 18 bandas demostraron otras tantas formas de concebir la música en la región con Phil Grijuela, Marcellus Wallace o Sweet Daddy Ray, entre otros. Aquello fue en abril, justo después de la inauguración oficial con Deltonos y Bloque. En mayo pasaron por el Escenario The Cavern Beatles, clones de la mítica banda británica. Ese mismo mes actuó M-Clan, que según confesaron a Charly Charlón dieron «el mejor concierto de su gira». En junio, Escenario Santander se convirtió en la alternativa para la que había nacido, un espacio musical más reducido que el Palacio de Deportes. Se quedó grande aquél para Pablo Alborán, que el 24 de junio se dirigió a un aforo más reducido en Las Llamas. También La Fuga pasó por allí en junio, con igual éxito de acogida. El Columpio Asesino, en julio, abría la Semana Grande, y el 'In Festival', cerraba el mes con The Jayhawks, Micah P. Hinson & The Pioneer Saboteurs, entre otros. Entre ambas citas, el primer Festival Internacional de Música Universitaria, Santander University Fest.
Un mes en silencio
«Es una sala recién nacida», dicen desde el Ayuntamiento. «Ya está siendo un referente, es una sala que gusta y está bien, y se han hecho muchas cosas hasta ahora, a pesar de que en verano no tiene sentido programar en Escenario Santander ya que hay mucha oferta en las salas privadas y otros municipios».
El verano tocaba su fin con Turborock. Llegó los días 2 y 3 de septiembre con grupos como The Sadies, Nada Surf, The Del Lords o The Tormentos. Desde entonces, no se ha vuelto a programar nada más. Escenario Santander lleva un mes parado, a la espera de acoger sus próximas propuestas: el 22 de octubre Paul Lamb, Pybus Groove, Dede Priest Band y Phil Grijuela en el Santander Bluezz, y en noviembre el heavy británico de los míticos Saxons y las tres finales del Certamen de Música Joven.
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