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Domingo, 6 de noviembre 2011, 01:09
Alarmante y caótica. Dos palabras que definen cómo está la construcción en Cantabria. En los últimos cuatro años desaparecieron empresas, se perdió empleo y apenas se realizaron contratos temporales. Ni que decir tiene que los fijos son apenas inexistentes. Unas estadísticas muy duras y lo que es peor, está muy lejos la posibilidad de invertir la tendencia. Los trabajadores tienen claro lo que hay que hacer: relanzar la obra pública mientras la privada hace cuentas y comienza otra vez a resurgir. Y esto no pasará mientras las entidades financieras no abran el grifo del crédito.
Los datos hablan por sí solos. La cruda realidad es que en 2007 había algo más 33.000 trabajadores afiliados en la construcción. Hoy no llegan a 21.000. Otra cifra preocupante: en 2008 había 9.039 empresas de construcción e inmobiliarias. En 2011 son 7.695 las que quedan trabajando. De ellas, muchas afectadas por expedientes de regulación de empleo. Y otro dato importante, las cifras del paro. En 2007 eran 2.805 los trabajadores de la construcción en situación de desempleo. Las estadísticas de octubre de este año sitúan a los parados en 8.717.
El triste balance es que la crisis se llevó por delante a 1.344 empresas, hay 12.000 afiliados menos a la Seguridad Social en este sector y 5.912 parados más. La previsión de los sindicatos es que las cifras sigan incrementándose y que la recuperación no llegará antes de 2013, siempre y cuando se tomen las medidas necesarias.
Entre los autónomos, también los relacionados con la construcción son los que han salido peor parados. Son pequeños constructores y los gremios auxiliares. La presidenta de ATA de Cantabria, Ana Cabrero, no lo duda: «Es, con mucho, el sector más castigado». Y aporta datos para corroborarlo: de los 3.972 autónomos que han desaparecido en Cantabria entre mayo de 2008 y octubre de este año, 1.933 estaban relacionados con el sector de la construcción. La caída en este ámbito ha sido del 23,6%.
«Estamos cansados de decir que los trabajadores estamos siendo los paganos de la crisis cuando los responsables son las entidades financieras». Es una frase que no se cansa de repetir Damián García Carmona, responsable de la federación de Construcción de Comisiones Obreras. «Los datos son explosivos y la recuperación no se ve a corto plazo», insiste el sindicalista para quien hoy es momento de apostar fuerte por la rehabilitación de edificios, la obra pública -«es una auténtica irresponsabilidad abandonarla», declara- y obligar a la banca a que abra el grifo del crédito.
El futuro tampoco es bueno y es que si se hace una regla de tres, como explica García Carmona, el stock de viviendas alcanza casi las 3.000 en Cantabria y el consumo racional para una comunidad pequeña se sitúa en unas 1.000 viviendas anuales -aunque hubo periodos en los que se llegaron a vender 5.000 viviendas en un año-. A la vista de estos datos «y siendo optimista», declara el sindicalista, el inicio de la recuperación no llegará antes de 2013. Pero todavía deberá terminar 2011, año que calcula batirá todos los récords de paro en este sector y 2012.
Y a esta situación se llega después del saneamiento efectuado en muchas empresas de la construcción. Primero se han ido despidiendo a los trabajadores temporales, que representan el 80% de los contratos que se efectúan en el sector. Y ahora llega el turno de los fijos. En 2009, los ERE afectaron a 604 trabajadores de la construcción, el 5% del total. En 2010 fueron 74 ERE que agrupan a 391 trabajadores (18,92% del total) y este año se han presentado 62 ERE que afectan a 1.107 empleados, el 19,11% del total.
Pero los trabajadores advierten del efecto dominó de la construcción en otros subsectores. Reconocen que carpinteros, escayolistas, pintores, hormigoneras y un largo etcétera de gremios están también afectados por el recorte de las obras. Y eso que muchos trabajadores que en su día llegaron a la construcción desde la hostelería o el comercio, atraídos por los buenos salarios, hoy han regresado a su sector de origen e intentan abrirse camino de nuevo.
Otro grupo, no muy numeroso, son los inmigrantes que volaron de nuevo a sus países de origen. Pese a todo, la situación es dramática para muchas familias que están en paro, no ven que puedan recuperar su empleo ni a corto ni a medio plazo y su formación profesional es de perfil bajo. Algunos, los más jóvenes, están acudiendo a cursos de formación. Pero los sindicatos están preocupados por quienes superan la barrera de los 45 o 50 años, sin estudios y con muy pocas posibilidades de engancharse al mundo laboral. ¿Qué pasará con ellos? Nadie sabe la respuesta.
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