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El delantero blanquiazul Rubén Negredo celebra el gol del empate con sus compañeros Cusidor, Nando y Aarón. :: LUIS PALOMEQUE
Rubén Negredo salva el empate
GIMNASTICA

Rubén Negredo salva el empate

Tanto Gimnástica como Ponferradina acabaron con un jugador menos por la expulsión de Aarón y de Alan respectivamenteEl madrileño se reafirma en Santa Ana y reclama su titularidad tras reconciliarse con el gol

PPLL

Lunes, 14 de noviembre 2011, 09:07

Fue sólo un susto, como podía haber sido algo más. La Gimnástica salvó un punto tras una primera parte en la que comenzó presa de la modorra, como si aún no se hubiera desperezado después de la siesta, encajando un gol y siendo superada en casi todas las acciones por el rival. Después, tras un breve paso por el vestuario, la charla del entrenador y los retoques en la alineación, el equipo mejoró, puso todo su empeño en empatar y terminó consiguiéndolo.

Mereció, por ocasiones claras de gol, llevarse incluso la victoria. Fue Rubén Negredo quien obtuvo el tanto del empate, la recompensa a su esfuerzo y a sus oportunidades. Merecía el tanto el madrileño, que llevaba buscándolo muchas jornadas y lo necesitaba. El hambre de los delanteros, su razón de ser, sólo se sacia con los goles. Quizás ha llegado el momento de que este futbolista comience a sonreír.

Mal comienzo

No empezó bien el partido el equipo de casa. Lento en sus acciones, sus jugadores parecían moverse a cámara lenta, superados por los de la Ponferradina, mucho más veloces, atentos a cualquier rechace o pelota suelta. Los futbolistas blanquiazules, confusos, perdieron algún que otro balón en zonas del campo comprometidas, como el que supuso la primera de las ocasiones de marcar para los leoneses. Un pase en profundidad que se le escapó al central Alberto y terminó en los pies de Mayor pero que, por fortuna para los torrelaveguenses, no acertó a definir con precisión.

Primera taquicardia para los gimnásticos quienes, sin tiempo para recuperar el pulso normal, asisten al segundo error defensivo. Esta vez le tocó el turno a Abraham, quien al intentar cortar un pase en profundidad resbaló y el balón llegó a los pies de Acorán, que se internó por la izquierda dentro del área, se deshizo de Mario y envió el balón hacia el interior. Allí, Jony lo recibió y lo puso cerca de la escuadra izquierda, donde no pudo alcanzarlo el meta Iván Crespo.

Se cernían oscuras nubes de tormenta sobre Santa Ana. El fantasma de las navidades pasadas, en forma de partidos que comienzan perdiéndose y, al final, terminan en derrota volvió a materializarse sobre el Municipal de Tanos.

No era sólo por el gol, sino por la sensación de impotencia que estaba transmitiendo el equipo de Gómez, al que le faltaba intensidad y claridad de ideas. No obstante, dispuso de alguna oportunidad, como en una jugada que comenzó Siro, quien tras una pared con José Luis, entregó el balón al santanderino Dani Cobo que chutó sin demasiada fe.

Orlando consiguió despejarlo y la jugada terminó, tras un malogrado intento de remate, en saque de esquina. Poco más de sí dio la primera mitad, con una Gimnástica llegando a trompicones y un equipo visitante que tras el gol decidió dar carpetazo al partido, renunciando al juego rápido y vivo de los primeros minutos. Una falta de ambición que a la postre terminó por costarle el triunfo.

De hecho, como si de una premonición se tratase, fue el equipo local el que dispuso de la última oportunidad antes del descanso, en una jugada que inició Siro por la banda derecha y que ni Javi ni Dani Cobo consiguieron culminar con éxito ante la meta leonesa.

Llegan los cambios

José Gómez movió el banquillo en el regreso al terreno de juego. Sentó a José Luis dando su oportunidad a Víctor Sánchez, buscando, tal vez, la profundidad por la banda izquierda. La primera ocasión la tuvo, sin embargo, la Ponferradina. Un lanzamiento de falta que remató Jony en una bella pero estéril acrobacia. Fue la última ocasión para los jugadores de El Bierzo.

A partir de ahí, la Gimnástica, a la vez que su rival se hacía más y más pequeño, fue llegando con más determinación. Sin alardes técnicos, tal vez un poco precipitadamente, pero martilleando cada vez con más ahínco en la línea defensiva de su oponente. Lo intentó Dani Cobo con un lanzamiento de falta que tocó en la barrera y se fue por encima de la portería.

Las ocasiones continuaban llegando para los futbolistas blanquiazules. Carlos Álvarez también disfrutó de la suya. El asturiano remató dentro del área un balón que despejó el guardameta con una estirada tan hermosa como efectiva. Daba inicio el asedio sobre la portería visitante. En el minuto 63, cuando la Gimnástica buscaba incansable ese gol que al menos le permitiera salvar un punto en Santa Ana, la Ponferradina perdió a uno de sus jugadores. Alan tuvo que abandonar el terreno de juego antes de tiempo al ver la segunda tarjeta amarilla. Todo se ponía de cara para los jugadores de la capital del Besaya. Solo faltaba marcar.

Negredo resuelve

José Gómez, que buscaba más poder ofensivo, dio entrada a Negredo y a Aarón, lo que a la postre fue una decisión que terminó por ser decisiva para la suerte del partido.

Ambos futbolistas le dieron aire fresco al equipo, sobre todo el delantero, quien supo aprovechar muy bien sus minutos y tuvo en sus botas un par de ocasiones.

La primera de ellas la desperdició en un mano a mano con el portero, pero la segunda no se le escapó. Recibió en el área un pase desde la derecha, miró, templó y envió al balón a la red. Esta vez el trabajo del madrileño había tenido recompensa. Un gol que valía un punto.

El delantero, relegado al banquillo en alguno de los últimos partidos, reivindicó con su entrega, su sacrificio por el equipo y -esta vez sí-, el gol, un sitio en el once que, posiblemente, nunca debió perder.

Continuó el encuentro, pero el juego perdió, tras la igualada local, toda la intensidad y el interés que la Gimnástica, mientras buscaba con ahínco el gol, le pudo y le supo dar. Demasiadas interrupciones y muy poco fútbol que ofrecer hasta el pitido final. El empate dejó contentos a ambos equipos, que renunciaron a la alegría del ataque en los últimos minutos. Tal vez, haciendo bueno aquello de que «si en 85 minutos no has ganado, no pierdas en los últimos cinco». La Gimnástica, que perdió a Aarón por una doble cartulina, a falta de tres minutos, prefirió mantener lo que tanto le había costado conseguir.

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