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MARÍA ZÁRATE
Viernes, 2 de diciembre 2011, 02:18
Se acercan las navidades, los días más esperados para todos los niños en España. Una de las citas señaladas para ellos en esta época festiva es la Cabalgata de los Reyes Magos. Cada 5 de enero, las reales carrozas recorren las calles de ciudades y pueblos para repartir alegría, ilusión, dulces y también 'caramelazos'. Recibir en la cara el impacto de un caramelo -duro como una piedra- arrojado con ímpetu por Sus Majestades de Oriente o alguno de sus serviciales pajes es un riesgo que los asistentes al desfile conocen y tienen que correr. Sin embargo, no todos lo aceptan con igual resignación. El cabreo de una vecina de Huelva llegó al extremo de demandar al Rey Baltasar por la lesión ocular que le causó el impacto de un dulce durante la cabalgata del año pasado en la ciudad andaluza. «Me quedé blanco al saberlo», dice el joven senegalés que encarnaba al Rey negro.
Con profesionalidad y mucha guasa. Así se tomó este caso el titular del Juzgado número 4 de Huelva, Javier Pérez Minaya, que no se ha complicado la vida y con humor y retranca ha archivado la denuncia. Por el auto del archivo, no cabe duda de que el juez se lo pasó en grande. Admirador confeso de Baltasar, Pérez Minaya manifestó una posible causa de inhibición para juzgar al denunciado porque, «sin poder afirmar que existe una amistad», reconoció que éste y los otros dos Reyes Magos le han regalado «anhelados presentes cada 6 de enero desde que tenía uso de razón».
No obstante, el magistrado decidió seguir adelante aunque «alguna duda puede suscitar la denuncia cuando, tras resaltar en letra de gran tamaño y negrita que la acción penal se dirige contra el Rey Baltasar, indica que se refiere a la persona que representaba al mismo en la cabalgata». Sus argumentos cargados de ironía no acaban aquí. Pérez Minaya reflexionó que se habría de «determinar la nacionalidad de Su Majestad, pues siendo notorio que procede de Oriente, hace más de dos mil años que no se resuelve la polémica en torno a su verdadero país de origen». Este dato fundamental, apuntó, condicionaría la jurisdicción y el órgano judicial correspondiente.
Ya en tono más serio, el juez señaló que la participación en ciertos eventos colectivos como el desfile de los Reyes Magos supone el consentimiento o la aceptación de riesgos, mayores o menores, que excluyen cualquier responsabilidad penal. «No es concebible una cabalgata en la que no se lancen caramelos a los espectadores desde las carrozas, al igual que no es coherente una fiesta de carnaval sin disfraces». La gracia y agudeza del juez son aplaudidos en Huelva, con una notable excepción: la propia afectada, que encontrará en el incidente argumentos sobrados para odiar las cabalgatas... y volverse republicana.
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