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Miguel Marías, ayer, antes de participar en el coloquio de la Filmoteca de la calle Bonifaz, donde cada tarde de esta semana analizará una de las proyecciones. :: CELEDONIO
«Hacer una película es más fácil que nunca, estrenarla es el gran problema»
CINE

«Hacer una película es más fácil que nunca, estrenarla es el gran problema»

Miguel Marías Ex director del Instituto de Cinematografía y crítico de cine Considerado un «cinéfilo que escribe», participa en el ciclo 'La crítica cinematográfica' de la Filmoteca Regional hasta el viernes

MARTA SAN MIGUEL

Miércoles, 7 de diciembre 2011, 01:05

Cuando el escritor Jorge Semprún era ministro de Cultura, el «cinéfilo» y economista Miguel Marías dirigió el Instituto de Cinematografía. Economista de formación, cinéfilo por definición, Marías intentó derogar el doblaje en España, «algo imposible», y también lidió con las subvenciones al cine entre coletazos del polémico decreto Miró. Décadas después, el dinero público sigue soportando un sector, el del cine, que se enfrenta a su viabilidad entre amenazas de recortes, mientras la invisibilidad de los metrajes de pequeña o mediana factura quedan sepultados por los blockbuster. Aunque no se considera un crítico, «sino un cinéfilo que escribe», Miguel Marías abrirá hasta el viernes los ojos escrutadores de los espectadores de la Filmoteca Regional con el ciclo 'La crítica cinematográfica', en un intento por mostrar más de lo que se ve, en todos los sentidos.

-¿Ver cine con un ojo crítico tendría a la larga una repercusión en las películas que se hacen?

-Sí, haría al espectador más exigente y los cineastas serían más conscientes de esa exigencia. Aunque no lo sepan, los espectadores ejercen la crítica, a no ser que uno sea un bloque de cemento: sienten cosas, perciben, les gusta o no. Cuando salen de la sala tienen un juicio de lo que han visto, y eso es lo que hace un crítico.

-¿El espectador se e stá convirtiendo en un consumidor pasivo?

-Me temo que sí. Creo que es producto de cómo está cambiando la exhibición cinematográfica en general porque cada vez tiene menos opciones de elegir qué ver de lo que se hace en el mundo. Cuando comenzó mi cinefilia hace más de 40 años teníamos una enorme censura, veíamos las películas mutiladas y dobladas. Cuando eso desapareció, apareció otra nueva censura, la económica, que provocó cambios en la exhibición, la desaparición de los cines del centro de las ciudades y el predominio del cine americano abusivo y que cuela en Europa lo que allí ni estrenan. De las cien mejores películas que he visto en el año, sólo tres o cuatro se han estrenado en España.

-¿Afecta que España sea de los pocos países que mantiene el doblaje?

-Es una lacra horrorosa de la que en España somos víctimas, como lo es en gran medida Alemania e Italia. En los años 30 había una tasa de analfabetización mucho más baja que la actual, y cuando entró en cine sonoro en la República se veían las películas en versión original subtitulada, como en Sudamérica o Portugal, que siguen así. Son aportaciones de los gobiernos fascistas en los respectivos países. En España, además, tuvieron terreno abonado. Aquí se ha estudiado poco y mal las lenguas, y la gente es muy comodona. Es una limitación.

- Parece que la Ley Sinde se quedará en el cajón, ¿siente más alivio o preocupación?

-Me la he leído y me parece una ley irreal e inútil. Aparte que sea discutible cerrar páginas web, sólo podría cerrar las españolas y las web están por la red, por ahí... Intentar poner fronteras en Internet me parece no tener ni idea. Considero además una hipocresía morrocotuda que se persiga como piratería al que tiene habilidad para descargarse en Internet películas para uso personal que no puede ver porque ni se estrenan ni se editan. Además, porque quien tiene los derechos es dudoso o los autores están muertos. La piratería es que te vendan por 18 euros un DVD que se pixeliza o no se pueda ver, que esté grabada de la televisión, cortada o con errores en la carátula.

-Vienen cambios para la cultura, tras su paso por el Ministerio ¿qué le parece su conversión en una Secretaría de Estado?

-Con independencia de la utilidad que pueda tener un Ministerio de Cultura, su conversión lo que hace es rebajar un escalón los supuestos poderes e influencias, reducir lo que dependa de él un escalón más y ralentizar los trámites. Además es un falso ahorro.

-Los recortes en las subvenciones públicas no van a tardar, ¿cómo encajará el cine la tijera?

-Si no hay subvenciones el cine dejará de hacerse, especialmente el que tiene algún interés pero pocas posibilidades comerciales. Se hará un cine cada vez más 'comercialón'. El público no elige ver estas películas, sino que ve las que se estrenan, y además, las que se estrenan cerca de su casa y con una publicidad que les llama la atención. Si estuvieran en cartelera las que no puede ver, o las que se bajan de Internet, el público quizá no elegiría ver precisamente ésas películas comerciales.

-El cine es una manifestación cultural pero no deja de ser una industria pesadísima que requiere mucho dinero que ahora no hay...

-Es cada vez menos pesada. El cine es carísimo, cuanto más digital y más efectos especiales o 3D el coste sube. Pero en este momento por primera vez es absolutamente posible rodar películas sin apenas dinero. La gente puede hacer cine por su cuenta, pero en el momento en que eso se intente exhibir habría que pasarlas a película, entre otras cosas porque la conservación en digital es un mito y se perderán muchas cintas si no se transforman en copias de soporte químico. En la actualidad hacer una película es más fácil que nunca, pero conseguir que se estrene es el gran problema; que se vea bien, y que tenga oportunidades de recaudar dinero es cada vez más difícil.

-¿Las subvenciones solucionarían entonces algo?

-Hace falta una intervención pública, no ya en la financiación en las películas sino en la distribución y la promoción; hay que conseguir que se vean, que vayan a festivales, que exista una mínima estructura para que alguien compre los derechos para estrenarla fuera. Quizá haya que hacer un reparto que vaya cambiando con los tiempos, las actuales tecnologías en las que haya un desplazamiento parcial de las ayudas al estreno, a la promoción, no sólo a la producción. Estamos en una época de crisis, no se le puede dar dinero a todo el que quiera y no sólo a la producción. Hay que redistribuir las ayudas. Si queremos que el cine español exista dentro de diez años algo habrá que hacer para que exista.

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