«Es más fácil conseguir cocaína en la calle que morfina en la farmacia»

Madrileño de nacimiento pero cántabro de adopción, Jaime Sanz lleva casi un cuarto de siglo luchando contra el dolor y el cáncer como jefe de servicio de Oncología del hospital Valdecilla, pero también desarrollando una extraordinaria labor paliando el sufrimiento de los pacientes y escuchando sus opiniones, miedos y sentimientos. Especialista en Medicina Interna y Oncología, y profesor de la Universidad de Cantabria, Sanz continúa desempeñando una impagable labor al frente de la Unidad de Cuidados Paliativos -creada por él y una de las más antiguas de España-, un trabajo por el que la pasada semana recibió un homenaje en el que estuvo arropado tanto por responsables de la Consejería de Sanidad, del Gobierno de Cantabria y del Colegio de Enfermería como por compañeros.

-Usted es un experto en paliar el dolor y hacerle frente a la muerte. ¿Cree que la sociedad vive de espaldas a ella?

-Totalmente. La muerte es como si fuera un bicho del que no se puede ni hablar. La gente no piensa en ella y creo que no se disfruta de la vida, que es el intervalo que hay entre el nacimiento y la muerte. Si de verdad se interiorizara que cada momento que vivimos puede ser el último y que estamos de tránsito, no viviríamos como lo hacemos.

-¿En qué nivel se encuentra Cantabria en el tratamiento del cáncer y del cuidado del enfermo terminal?

-El equipo de oncología y de cuidados paliativos que existe en Cantabria es puntero en España y también a nivel mundial. Por ello, los pacientes tienen que tener claro que en Valdecilla se ofrecen los mismos tratamientos que en otras clínicas internacionales de gran renombre, pero con la diferencia de que sale más barato.

-Además de tratamiento, ¿qué más necesita un enfermo de cáncer?

-Estos enfermos son buenísimos y tienen una paciencia loca pero, además de profesionales expertos en cada tipo de tumor, necesitan ser escuchados y que el médico les dedique tiempo. Esto se hace en el hospital Valdecilla porque tenemos personas muy especializadas para ello y los pacientes se sienten protegidos.

-Los avances tecnológicos ¿han deshumanizado la medicina?

-Creo que sí, porque la medicina actual tiene una fuerte base tecnológica que precisa tanta dedicación para estar al día que se termina quitando tiempo al paciente. Se ha avanzado muchísimo en algunos cánceres como el melanoma, el de mama, pulmón y colon y la mortalidad se ha reducido en los últimos años hasta situarse, a nivel global, en un 45%, pero todavía queda mucho por andar.

-En el ámbito de los cuidados paliativos ¿existen barreras legales para abordar el tratamiento del dolor?

-No son barreras, se podría decir que son 'obstaculillos'. Sin embargo, creo que se deberían facilitar los trámites para prescribir un medicamento opioide para controlar el dolor porque se da la circunstancia de que es más fácil conseguir cocaína en una esquina que morfina en una farmacia.

-¿Cómo ve en los próximos años su trabajo al frente de los cuidados paliativos?

-Cuando a principios de los años 80 comencé con ellos partía del fondo de la tierra porque no había nada. Sin embargo, tal y como veo la nueva situación que se plantea en la sanidad cántabra, creo sin duda que en esta región se va a producirse un despegue de los cuidados paliativos, un servicio que, además, los pacientes tienen que demandar.

-¿Cuál es la labor que está realizando la Sociedad Cántabra de Cuidados Paliativos?

-Se creó el pasado mes de abril y ahora hay una cobertura del 80% en las tres áreas sanitarias. No cabe duda de que cuando a un enfermo le quitas el dolor, le atiendes y le escuchas, el escenario de su vida cambia radicalmente, y eso es en lo que hay que trabajar y seguir profundizando.