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MARTA SAN MIGUEL
Lunes, 26 de diciembre 2011, 12:05
Salpica todas sus reflexiones sobre el arte, el mercado de las galerías o las vanguardias históricas con anécdotas plagadas de nombres propios. En todos los recuerdos de Santiago Casar suenan nombres como el de Martín Cerezo, Quincoces, Fernando G. Valdeón, José Gómez, Barrigón, Juan Goitia, Indalecio Sobrino... como si cualquier resumen de los 20 años al frente de su galería de arte resultara imposible. Los nombres propios de creadores se desbordan: «A los artistas les he dado un disgusto al decir que cerraba», afirma el galerista, que ante todo se considera «coleccionista». El próximo mes de enero hubiera cumplido dos décadas la frente del espacio artístico de Peña Herbosa, un aniversario que ha impedido «la crisis y la jubilación»
-Después de 20 años dedicado a la galería, ¿qué siente ahora que ha echado el cierre?
-Todavía no sé muy bien lo que siento. Por una parte siento miedo a perder la relación con algunos clientes que se han convertido en amigos. He perdido la vinculación con muchos que eran coleccionistas, lo dejaron por culpa de la crisis, o porque se han jubilado. También siento que la gente joven, la que me gusta que se inicie, ahora lo tiene realmente difícil para entrar en el arte. Lo que más siento es el disgusto que he dado a los artistas cerrando la galería. Por ejemplo, Valdeón, que inauguró conmigo la galería en 1992.
-¿Qué le ha dado el arte?
-¡Disgustos de tipo económico! (ríe). A veces haces muchos esfuerzos que no resultan rentables, pero no me arrepiento de ninguna de las apuestas arriesgadas que he hecho. Lo que me ha dado el arte han sido muchísimas alegrías porque durante 20 años he cumplido un deseo: colaborar con artistas. Ahora, he querido marcharme sin hacer ruido.
-¿Se siente más galerista o coleccionista?
-Siempre he sido coleccionista. Empecé en la galería Sur, donde Manuel Docal, en Trazos Tres. Nunca me he considerado más galerista que coleccionista. Eso es algo raro, me lo decían siempre los galeristas y los pintores, que me decían ¡si a ti te pueden vender un cuadro!
-¿Le dolía vender un cuadro?
-Cuando era mío claro, cuando ponía obra mía en una colectiva te llevas un disgusto, lo que pasa es que hay que vender. En los primeros años, si una exposición le salía mal a un pintor que había invitado, le compraba cuadros. Me pasó con Quincoces, en su primera exposición en la galería, en 1993. No tuvo mucho éxito, y entonces le compré cuatro cuadros, de los cuales conservo dos. Si un pintor no vende yo sufro, no por lo que pueda ganar de comisión sino porque no puedo admitir que el artista no vendiera lo que se merece... y últimamente sufría bastante por eso.
Apuesta por lo local
-Su galería fue un punto de encuentro entre creadores locales y nacionales, entre noveles y veteranos, ¿faltan lugares de unión y diálogo en la actualidad?
-Tratamos que sea el Aula de Cultura de La Venencia, porque contamos con los pintores para que participen y ya estamos preparando actos para el próximo año. En Santander hay bastantes galerías pero la mayoría se dedican a pintores de fuera de Cantabria, hay pocas que se dediquen a creadores de aquí. Cuando cerró Sur tenía cuatro o cinco de Santander; Gruber se ubicó en Siboney, conmigo vinieron Fraustino Cuevas, Indalecio Sobrino, Valdeón, Orallo cuando cerró Candil, Sobrado después de Sahagún... No era un pacto escrito sino era una cuestión de plena confianza. Ocho o diez artistas de Cantabria estaban conmigo y las inauguraciones se convertían en un encuentro, una charla con el pintor que exponía.
-Ahora mismo existe esa relación entre las galerías y sus creadores...
-Las galerías tienen sus propios pintores. A los artistas les gusta estar en un sitio donde defiendan su obra, y en mi galería yo me he dedicado a la vanguardia clásica. Ahora hay galerías que ocupan determinados espacios, pero no el espacio que cubría mi galería, de mis pintores, ahí va haber un problema. No sé lo que va a pasar, y es lo que más lamento, muchos artistas se arreglarán, pero no hay muchas galerías para cubrir la obra de estos creadores. Barrigón, Indalecio Sobrino, José Gómez, Valdeón, Orallo. El que llega a instituciones tiene una salida pero el que no llega... Lo que más siento, lo que más me duele, de haber cerrado la galería son los pintores.
La crisis
-¿Cómo ve el mercado del arte desde fuera?
-Lo veo mal, tan mal como está el país. Antes cualquier persona compraba un cuadro. Cualquiera que tuviera un poquito de sensibilidad compraba para adornar su casa sin mirar mucho la firma. Ahora, los pocos que compran un cuadro casi sólo lo compran por la firma. Ese cambio es muy drástico.
-¿Y a qué cree que se debe?
-Ahora sólo compran los que tienen dinero y compran una firma que no tienen. Los pintores mantienen su precio y aunque las galerías hacemos más descuento, ahora la gente no gasta dinero en arte, el arte se ha eliminado de la compra. Lo que queda ahora es el coleccionista auténtico, el que tiene cuadros detrás de una puerta, el que siente el arte y quiere comprar una firma que no tiene.
-Esa situación económica está provocando los recortes en cultura...
-Siento más la gente que está en paro que la crisis en la cultura, y dentro de esa gente parada hay muchos pintores. Siento más el paro que lo que afecta a la venta de cuadros, que en definitiva somos muy pocos.
-¿Cree que hay otra crisis dentro de la propia cultura?
-Las grandes firmas no están en crisis, tipo Barceló, Quincoces, Uslé, Arroyo... Siguen vendiendo pintura y podría decir muchos autores más. En cuanto al concepto, a veces siento que no está claro el camino a seguir. Para mí han dado más auge a la fotografía que lo que tenía que ser. Y el vídeo es complicado coleccionarlo. Se ha dado demasiado protagonismo a la fotografía, para mí es un arte inferior a la pintura. Ahora todos los artistas están haciendo fotografía, menos los artistas consagrados. El arte tiene mil salidas: la fotografía pasará de moda pero la pintura nunca lo hará. La comercial está pasada de moda siempre, pero Picasso, Clavé, Tapies, Canogar, Serrano... Las vanguardias de los años 30, 40 y 50 no pasarán nunca de moda porque eran grandes artistas. Ahora la mayoría de las galerías defiende a los pintores de los 80 y en ellos se basan las colecciones tanto públicas como privadas.
-Los recortes afectarán sobre todo a las subvenciones, ¿cree que se ha creado una dependencia a las ayudas públicas?
-Nunca pedí subvenciones. Sí he pedido un par de veces ayuda, pero si dependes de la subvención no puedes hacer una labor artística. Está bien para ir a ferias, sólo he ido a nacionales, y como no era un gasto muy importante se hacía cargo la galería.
Sobre Artesantander
-Asistió a Artesantander, ¿qué opinión tiene de la feria cántabra? -Fui 13 años seguidos, la única galería que acudió los primeros años de forma consecutiva. A partir del año 13 por unas diferencias de opinión con la dirección dejé de asistir. No estoy conforme con cómo llevan Artesantander. Hace quince años, pagando entrada, acudían 25.000 personas y no teníamos subvención; sólo nos pagaban la carpa porque no había local. Ahora, sin pagar entrada acceden 5.000 personas... Quieren hacer un 'mini Arco' y la gente no está conforme. Siempre se ha querido eliminar la pintura figurativa, creo que lo que hay que hacer es defender la calidad. Yo defiendo a mis pintores y la calidad de su pintura, no un modelo de pintura.
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