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Foto: Manuel H. de León
Ocho conductores ingresaron en prisión el año pasado
Once menos que en 2010

Ocho conductores ingresaron en prisión el año pasado

Las condenas también disminuyeron en el último curso: de 1.182 pasaron a 640, y en la mayoría de los casos la reincidencia fue clave para acabar entre rejas

G. MARTÍNEZ

Domingo, 8 de enero 2012, 10:13

«A 122 kilómetros por hora en la S-20». «Condenado por conducir ebrio, chocar con otro coche y pegar a dos policías». «Detenido sin carné de conducir y con una tasa de alcoholemia ocho veces superior a la permitida». Estos son sólo algunos ejemplos de temeridades al volante en Cantabria. La imprudencia puede salir muy cara. Tanto como pasar una temporada en el Centro Penitenciario El Dueso o en el Centro de Inserción Social (CIS) José Hierro. En 2008, el número de penas por delitos de tráfico sumó un total de 909. Seis de los infractores acabaron en la cárcel. Dos años después, la cifra creció más de un 20% y alcanzó las 1.182 condenas. El número de conductores que entró en prisión sufrió un repunte y se elevó hasta los 19 casos.

Una semana después de despedir al 2011, se comprueba que las cifras bajan. Hasta el pasado día 1 de diciembre, los Juzgados de Cantabria impusieron un total de 640 penas. En todo el año, ocho automovilistas ingresaron en El Dueso o en el CIS exclusivamente por cometer delitos contra la seguridad vial. Este descenso se debe, en parte, a una mayor concienciación de la ciudadanía. No obstante, la reforma de 2010 del Código Penal también cuenta. A raíz de esta modificación, las faltas al volante se castigan con prisión, multa administrativa o trabajos en beneficio de la comunidad (TBC).

Lo normal es que cuando se imponen penas de cárcel, éstas no superen los dos años. Por eso, los infractores no llegan a ingresar en prisión. El número de automovilistas que pasan por la cárcel regional, por cometer exclusivamente delitos contra la seguridad vial es poco llamativo. Carlos Fonfría, director de El Dueso, asegura que «la reincidencia es un factor clave» para que los conductores acaben entre rejas.

El pasado día 11 de diciembre, un juicio en la Audiencia Provincial de Cantabria brindó un ejemplo perfecto de la reiteración en las faltas al volante. Sergio L. P. fue condenado a 15 meses de prisión y no podrá conducir en cuatro años. En agosto de 2009, fue 'cazado' a «una velocidad desproporcionada», saltándose las señales de tráfico e invadiendo el carril contrario. Todo ello, con la Policía pisándole los talones. Ésta no era la primera temeridad al volante de Sergio. Dos años antes, fue condenado por conducir bajo los efectos del alcohol. En aquella ocasión, se le privó del permiso durante un año y se le impuso una multa administrativa.

Además de los actos reincidentes, cabe destacar que un número indeterminado de reclusos cumple condena por otros delitos, aunque alguno esté relacionado con una falta de tráfico. Otros quebrantan sus TBC. Los menos ingresan en prisión por un delito de homicidio asociado a la temeridad al volante. De hecho, en los últimos tres años, sólo dos personas han cumplido condena en El Dueso por este motivo.

La conducción temeraria es la falta más repetida por los automovilistas infractores en Cantabria. No obstante, ésta es «a veces consecuencia de otros factores, como un componente de alcoholemia o toxicomanía», afirma el responsable del penal de Santoña. Por ello, en el centro se ofrecen programas de desintoxicación para los reclusos. Otro de los proyectos de El Dueso brinda a los presos la oportunidad de sacarse el carné de conducir, independientemente del delito por el que estén allí. «Tanto en 2010 como en 2011, hemos ofrecido cursos a través de autoescuelas que colaboran con nosotros», matiza Carlos Fonfría.

Los TBC, el 99% de las penas

Los trabajos en beneficio a la comunidad son la forma más frecuente de saldar la deuda. «Se acercan al 99% de las penas», señala el responsable de El Dueso. El número de jornadas que deben cumplir los conductores infractores ha aumentado en los últimos años. Así, de 35 en 2008 pasaron a 48 el curso pasado. Fonfría explica que, tras una serie de entrevistas, los TBC «se adaptan al perfil» del condenado.

Así, una persona que incumple las normas de circulación y opte por realizar estos trabajos podrá, entre otros, colaborar con una ONG, Cruz Roja o Proyecto Hombre, o bien trabajar en servicios municipales, como albergues o limpieza. Fonfría comenta que son muchos los que deciden quebrantar estos TBC, bien por no asistir o por saltarse jornadas: «No es algo común, pero sí que hay gente que lo hace. Tiene que ver con esa inconsciencia que te motiva a ir a 160 kilómetros por hora cuando sabes que hay que ir a 120».

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