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ÁLVARO MACHÍN
Lunes, 30 de enero 2012, 09:04
Tiene mérito lo de Enrique. O méritos. Los músicos que se enfrentan a un palacio pensado para los deportes tienden a sufrir. Es como si un nadador compitiera en una bañera. Pero Bunbury sonó preciso en Santander. Nítido y medido. Bien acompañado y sobrio en su puesta en escena. El exceso necesario lo pone él. Pierna adelantada, mano suelta, brazos en cruz... Las postales de este músico con personalidad que -aunque pueda extrañar la comparación- recuerda al halo ultraexpresivo pero muy creíble de Raphael. De artista. Pero el mérito más loable de Bunbury es el de generar mayor fidelidad que el matrimonio. Escribieron tras el concierto en Barcelona que su público es partícipe, «que no aborregado». Perfecto. Esa definición es de diccionario. Por eso, con 'Licenciado Cantinas', el 'bunburysmo' sigue celebrando aniversarios. Sin traiciones.
Fueron 2.000 personas y cuesta creer que alguien saliera descontento. Unas dos horas de concierto y algo más de diálogo de lo habitual, según los que le siguen. Estaba fresco, en forma. Defendió su trabajo con nota. Ese catálogo de temas «cantineros y revolucionarios». Evocando el sonido de vasos rayados que chocan al contacto con las maderas gastadas de las mesas de una tasca. Pero a su manera. El amor, el odio, la muerte y lo que venga. El ciclo vital flor en mano de este licenciado que recorre vestido de rosa un camino místico (para entender esto hay que ver la película que acompaña este último trabajo). El devenir de un músico acostumbrado al ejercicio del descubrimiento.
'El mar, el cielo y tú' para acceder al escenario. Luego 'Llévame', 'Todos lo haremos mejor', 'El solitario'... Íntimo y potente. 'La señorita hermafrodita', 'El extranjero', 'Ódiame'... Un repertorio bien escogido con brillos de 'Big Band', 'Sácame de aquí', 'El cielo está dentro de mí' o 'El hombre delgado...'. Hubo hasta músicos lanzando halagos sin estar de servicio. Por allí se vio de incógnito a un Quique González generoso de piropos para su compañero. También a Fernando Macaya (Deltonos), Edu (La Fuga)... Enrique invitó a Rulo a subir al escenario ('Porque las cosas cambian').
Así fue muriendo una gran noche con el chico del sombrero. «Piensa que en el fondo de la fosa llevaremos la misma vestidura». Aún retumban esas frases con su voz como conducto. Vuelva usted cuando quiera. Y, si es posible, no tarde tanto.
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Javier Menéndez Llamazares
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